La Navidad en la época del socialismo
Viajar en el tiempo es lo que permite la exhibición 'La Navidad de los Años 70 y 80', instalada en el Museo Regional de la ciudad de Mělník, que muestra regalos y el menú navideño durante el socialismo en Checoslovaquia.
La muestra 'La Navidad de los Años 70 y 80' es parte de las exhibiciones dedicadas a la Navidad en Checoslovaquia en tiempos pasados.
La exposición fue situada en un ambiente que recuerda una tienda de la época, con juguetes, papelería, vestidos o electrodomésticos, para mostrar regalos navideños típicos de aquel entonces, según explicó a Radio Praga Internacional la administradora de la muestra, Naďa Černá.
“Todo el mundo deseaba un pantalón vaquero o productos cosméticos. No obstante, la gente se regalaba cosas prácticas. Creo que el obsequio menos popular entre las niñas era un juego de sábanas, que recibían como parte del ajuar de la futura novia. Se trataba de algo bastante preciado, porque era difícil de encontrar en las tiendas, eso llevó a que se regalara a una niña sin importar que tuviera solo ocho años. Se les decía que lo apreciarían en el futuro cuando fueran mayores y caminaran hacia el altar”.
Las niñas encontraban debajo del árbol navideño también regalos que les causaban mayor alegría, especialmente cochecitos para muñecas, bebés de juguete o muñecas que caminaban, en la mayoría de los casos importadas de Alemania del Este.
Por su parte, los niños apreciaban los escaléxtric, o pistas con automóviles de carreras, que entonces eran todo un lujo. Populares eran también los coches de pedales o equipos para esquiar.
Las señoras se alegraban con vestidos, cosméticos y productos electrodomésticos, mientras que los hombres solían recibir camisas, corbatas, máquinas de afeitar o cámaras fotográficas. Un regalo obligatorio para los adultos eran paquetes con jabones. Los abuelos encontraban debajo del árbol regalos prácticos, como zapatillas de casa o mandiles, delantales para cocinar.
La escasa oferta del mercado socialista, muy lejos de satisfacer la demanda, y los precios altos impulsaban la creatividad de la gente, que elaboraba sus propios regalos en casa, explica Naďa Černá.
“En nuestra exposición describimos aquella época a través de los regalos hechos en casa. En los años setenta en Checoslovaquia eran muy populares materiales como nilón y similares de los que se hacían bolsos, cinturones, zapatillas y complementos. Los hogares checoslovacos estaban literalmente inundados por el nilón. No existía un hogar que no tuviera al menos un cuadro u otro complemento hecho de este material. Asimismo, la gente se dedicaba mucho a la sastrería, ya que la oferta de las tiendas era muy pobre”.
Cuando las mujeres recibían un vestido, contaban con la probabilidad de que sus compañeras tuvieran el mismo modelo. Para evitar la uniformidad, las mujeres cosían modelos propios inspirados en la moda de Alemania del Este, por aquel entonces muchas revistas incluían patrones y moldes de sastrería.
Fibras sintéticas en todos lados
En una de las tiendas ficticias del museo, los visitantes pueden admirar las tendencias de moda de antaño, prosigue la administradora.
“Entonces predominaban las fibras sintéticas que vestía toda la familia. Los visitantes recuerdan las ventajas de la ropa de crimplene, un material sintético que se lavaba por la noche y en la mañana estaba seco, y no había que plancharlo. Era un material firme que hacía sudar a la gente. Se pueden ver también vestidos de lorex, una especie de lino muy popular para ropa formal. Por su parte, el “krešlak” era el nombre de un tejido barnizado que se utilizada para bolsos y botas altas. Sin embargo, y lo sé por mi propia experiencia, este material se rompía durante las heladas. Las mujeres tenían que seguir la previsión del tiempo antes de vestir complementos de este material”.
La tienda del museo ofrece una serie de prendas escasas en el mercado checoslovaco, importadas de la antigua Yugoslavia u otros países, que solían adquirirse en tiendas especializadas conocidas como Tuzex y se pagaban con los llamados “bony”, unos vales especiales que se conseguían a cambio de divisas y su venta se realizaba en el mercado negro.
Los visitantes pueden echar una mirada a una casa típica de aquella época, justo en el momento de la cena navideña, cuyo menú en las décadas de los setenta y los ochenta apenas difiere del actual, explica Černá.
“En aquellos años se volvió cada vez más popular el filete de puerco empanado como plato navideño. En algunos hogares se servían salchichas blancas y carpa empanada que dejó atrás las formas tradicionales de preparación de este plato. El pescado ha representado la espiritualidad de la Navidad, ya que se ha tratado de un alimento cuaresmal. Todo se acompañaba con ensalada de papa y mayonesa, una especie de lo que se conoce como ensaladilla rusa. También se comían dulces, como las típicas galletas caseras, copas de helado o fresas con nata”.
Los visitantes del museo tienen la oportunidad de ver una cocina típica de aquella época con un sinfín de productos en sus envases originales. Al igual que otros artefactos exhibidos, estos productos provienen de las colecciones privadas de familiares y amigos de los empleados del museo, así como del propio archivo de la institución.
Se exhiben asimismo utensilios de cocina y electrodomésticos que para los jóvenes resultan casi prehistóricos, como una botella de sifón o batidoras antiguas. No obstante, los empleados del museo escuchan frecuentemente por parte de los visitantes que todavía tienen modelos similares en sus casas.
“Adivina para qué servía”
El museo preparó visitas especiales para niños de colegios. Se trata de una especie de representación actuada para entretener a los menores, explica Naďa Černá.
“Mi compañera sale de compras por las tiendas ficticias. Explica los fenómenos de la época, como las mencionadas tiendas Tuzex, la venta “debajo del mostrador”, es decir, la venta de artículos escasos, para conseguirlos había que tener conocidos en la tienda. También se daba mucho el trueque, «tú me consigues botas altas y yo te guardo un buen trozo de carne en la carnicería”.
La parte más divertida llega a la hora de preguntar a los niños para qué servían los diferentes artefactos, y a veces su fantasía no tiene límites, cuenta Černá.
“Nos encanta preguntar a los niños qué creen que podría ser este artefacto redondo. Nos dicen que es un cubo de basura eléctrico. No obstante, es una centrifugadora para escurrir la ropa. Hoy día en los hogares hay lavadoras automáticas y los niños ya no conocen este electrodoméstico. Así podemos mostrarles el progreso y lo que significaba para las amas de casa lavar la ropa en aquel entonces, en comparación con la actualidad. Aunque las lavadoras automáticas ya existían en Checoslovaquia, eran artículos escasos y bastante caros. Una sorpresa similar para los niños la representan los reproductores de música, como casetes o gramófonos con discos con una canción en cada cara. No quiero decirlo, pero es para ellos como la Edad Media”.
Respecto a los juguetes, a los niños les encantan los animales inflables o coches con mando a distancia y juguetes mecánicos como pingüinos fabricados en la Unión Soviética. Tras recorrer la exhibición, los niños se dirigen a los talleres creativos donde pueden elaborar un títere según el manual de una revista de la época, un marcapáginas de fieltro o un pulpo de nilón, unos regalos típicos que se elaboraban en casa.
Nostalgia buena y mala
Por su parte, la exposición despierta en muchos adultos recuerdos y nostalgia, indica Černá.
“Sienten nostalgia casi por todo. Como suele pasar, todo lo malo se ha olvidado, a no ser que ocurriera algo muy trágico. En estos momentos, la gente recuerda los artefactos que tenían en casa, para cuya compra tuvieron que recorrer medio país, ya que costaba encontrarlos. Hay gente que recuerda, por ejemplo, los precios de alimentos que hoy día parecen bajos, pero hay que tener en cuenta el poder adquisitivo de la gente y que los sueldos eran diferentes. A veces, esto se olvida”.
Por su parte, la exhibición muestra artefactos que los testigos de la época no extrañan en absoluto.
“Malos recuerdos traen las confecciones de crimplene, la tela de poliéster que picaba en la piel. También aprecian las lavadoras automáticas, y están felices de no tener que doblar la espalda”.
El año entrante, la exposición navideña estará dedicada a los cambios históricos en la celebración del Adviento y presentará las tradiciones de este periodo prenavideño, como las figuras típicas que recorrían las casas de las que se han conservado pocas hasta la actualidad, el aguinaldo de San Nicolás, al Ded Moroz de los años cincuenta, y también la preparación de dulces navideños. La exposición actual permanecerá abierta hasta el 5 de enero de 2020.
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