La Navidad checa en los tiempos revueltos del siglo XX
A lo largo del siglo XX, el pueblo checo tuvo que enfrentarse a varios cambios políticos y sociales. Las miserias de los tiempos de posguerra, el bienestar de la Primera República, la vuelta a la pobreza tras la Gran Depresión y las duras reglas implantadas durante la ocupación nazi y el régimen comunista se reflejaron también en el modo de festejar las fiestas navideñas. Cómo pasaban los checos la Navidad en estos tiempos revueltos se lo contarán en este programa los historiadores Pavlína Kourová y Petr Koura, los autores de la publicación ´La Navidad Checa desde la Primera República hasta la Revolución de Terciopelo`.
En la mayoría de las felicitaciones navideñas se suele desear que la gente pase estas fiestas con tranquilidad y harmonía. A lo largo del siglo XX, la nación checa no siempre corrió la suerte de pasarlas así, lo que surgió a consecuencia de numerosos acontecimientos históricos, más y menos revueltos, que a menudo obligaban a la gente festejar la Navidad inmersos en cierta miseria.
Sin embargo, fue precisamente entoces cuando más percibían el aspecto espiritual de esta festividad, que en las épocas de bienestar iba desapareciendo en la sombra de consumo, según indica el historiador, Petr Koura.
“Desde luego, la Navidad es una fiesta cristiana que conmemora el nacimiento de Jesucristo. Sin embargo, en el siglo XX esta festividad va adquiriendo más significados. Quiero recordar que las críticas de hoy en día, que consideran que la Navidad va perdiendo su aspecto espiritual para convertirse en una fiesta atea y consumista, se manifestaban ya en la época de la Primera República, en los años 20 y 30 del siglo XX. Entonces, la sensación de que la Navidad de los viejos tiempos era más espiritual no era válida del todo”.
La Navidad de la Primera República
Tras casi cuatro siglos, el 28 de octubre de 1918 el pueblo checo se liberó del dominio de la Casa de Habsburgo, formando Checoslovaquia junto a los eslovacos. Por tanto, la primera Navidad de la Checoslovaquia independiente se festejó con mucho entusiasmo, tanto por la libertad recién aquirida como por el fin de la Primera Guerra Mundial. Esta alegría facilitó a los ciudadanos superar la miseria causada por la escasez de alimentos y productos de primera necesidad que se sufría a consecuencia de los devastadores efectos de la contienda. La historiadora Pavlína Kourová relata más detalles sobre el ambiente de la primera Navidad checoslovaca.
“La euforia no llegó a durar mucho tiempo, lo que se debía a la permanente escasez de mercancías. No había comida ni carbón para calentar las casas. Por si fuera poco, a Checoslovaquia llegó la llamada gripe española, que se cobró numerosas víctimas”.
A causa de las penosas condiciones económicas fue aumentando el descontento de los ciudadanos, lo que se reflejaba sobre todo a través de las numerosas huelgas de trabajadores, que reclamaban aumentos de sueldos y bajadas de precios.
El árbol navideño de la República
Precisamente en esta época de carestía fue cuando nació la solidaria tradición del árbol navideño de la República. Petr Koura relata qué acontecimiento sirvió de impulso para establecer esta tradición caritativa, que tuvo que enfrentarse posteriormente a varias prohibiciones impuestas por los sucesivos gobiernos checoslovacos a lo largo del siglo XX.
“El establecimiento de la tradición del árbol navideño de la República está relacionado con el escritor y periodista, Rudolf Těsnohlídek, natural de la ciudad de Brno. Dos días antes de la Nochebuena, este hombre vivió un acontecimiento difícil de olvidar. Llegando a un bosque, donde quería cortar un árbol navideño, encontró a un bebé abandonado”.
Este chocante descubrimiento le afectó tanto, que decidió fundar una organización de caridad con el fin de ayudar a niños huérfanos. Dado que el bebé se hallaba debajo de un árbol, Těsnohlídek dio a la luz la idea de introducir en Checoslovaquia la tradición de los árboles de la buena voluntad, que el escritor conocía de Dinamarca. Este país fue uno de los pocos de Europa que no se vio afectado por las batallas de la Primera Guerra Mundial, y con la tradición de los árboles, situados en plazas de las ciudades, se homenajeaba a los afligidos por el conflicto bélico.
El proyecto realizado en Checoslovaquia se basó en la idea de poner debajo de los árboles una hucha para recolectar dinero y destinarlo a ayudar a los niños abandonados. Pavlína Kourová prosigue acerca de cómo fue arraigando esta tradición en las ciudades checoslovacas.
“El primer árbol navideño de la República apareció en 1924 en una plaza de la ciudad de Brno, celebrándose como un gran evento. Participaron todas las personas importantes de la ciudad, e incluso se contó con la presencia de la niña salvada por el escritor. La primera recolecta gozó de mucho éxito y la idea llegó a gustarle tanto a la gente que el mismo año aparecieron árboles con huchas en plazas de otras ciudades checas. A Praga y Bratislava llegaron el año siguiente, y así hasta que no quedó una ciudad que careciera de árbol navideño de la República.
Con el paso del tiempo, la situación económica de la joven república empezó a mejorar llegando a encontrarse en los años 20 entre las economías más fuertes de la Europa Central y del Este, lo que se debía también a su gran crecimiento industrial. Así proporcionalmente fue creciendo también el poder adquisitivo de los ciudadanos, lo que dio lugar a algunas voces críticas que señalaban que las fiestas navideñas estaban perdiendo su original significado religioso y se convertían más bien en ocasiones para el consumo.
“En esta época la gente realizaba muchas compras, las tiendas estaban repletas de gente, al igual que había mucha publicidad promociando todo tipo de productos. La gente con recursos podía permitirse comprar de regalo electrodomésticos, como aspiradoras, y otras novedades tecnológicas. Además, estaba la posibilidad de comprar productos al contado”.
Con este creciente bienestar, la gente no solamente adquiría productos materiales, sino que también invertía más en su tiempo libre. Entonces se puso de moda pasar las fiestas navideñas en casas de montaña y practicar deportes del invierno. Por tanto uno de los regalos navideños más corrientes eran trineos y patines sobre hielo. Entre otros obsequios frecuentes se encontraban los teatros de marionetas y juegos de mesas, lo que señalaba la creciente importancia que las familias checas adjudicaban a la diversión.
El desengaño tras la Gran Depresión
Al principio de los años 30, el bienestar de la Primera República se vio agravado a consecuencia de los efectos ruinosos de la crisis económica mundial originada tras la caída de la Bolsa en 1929 en los Estados Unidos.
La brusca subida de la tasa de desempleo, que se registró en Checoslovaquia, llegó a lanzar a muchos ciudadanos a la miseria, lo que afectó lógicamente también el transcurrso de la Navidad.
“El peor año fue probablemente 1933 cuando la crisis culminaba. Entonces más de 700.000 personas desempleadas, con sus 300.000 hijos se vieron en la pobreza. Así que había aproximadamente un millón de personas carentes de recursos. En los periódicos se publicaba un sinnúmero de cartas en las que la gente lamentaba que no le llegaba ni para comprar el regalo más barato, y ni siquiera para poder preparar una cena navideña. El Estado entonces intentó paliar un poco la situación, lo que realizaba entregando ayuda económica especial de Navidad dirigida a los desempleados y a sus hijos.
La Navidad de los refugiados de los Sudetes
Los años siguientes no tendían a mejorar. En 1938, Gran Bretaña, Alemania, Francia e Italia aprobaron los Acuerdos de Munich, que garantizaron a Alemania la anexión de los Sudetes, la zona fronteriza que hasta entonces había pertenecido a Checoslovaquia. A consecuencia de este pacto, decenas de miles de checos se vieron obligados a abandonar sus casas, siendo expulsados por el régimen nazi. Una gran parte de ellos se trasladó a la zona interior del país, sin embargo, no todos corrieron la suerte de tener familiares o amigos que les diesen alojamiento, por lo cual tuvieron que pasar la Navidad en gimnasios de colegios y otras instituciones públicas, que les otorgaban un refugio provisional.
“La Navidad en 1938 se puede denominar como la de los refugiados. Se organizaron cenas navideñas en las que se les obsequió a los refugiados con aguinaldos. Recibieron también visitas por parte del arzobispo, y en esta ayuda participó también la Cruz Roja. Esta cruel realidad tampoco se le olvidó a mencionar en su discurso al entonces presidente, Edvard Beneš, que hizo así un llamamiento al pueblo apelando a que el amor y misericordia se dirigieran a la gente necesitada que había perdido sus casas y tenía que pasar la Navidad en unas condiciones provisionales.
La ocupación nazi y su intento de poner en sombra las tradiciones navideñas checas
En 1939 el poder de los nazis bajo el mando de Adolf Hitler fue aumentando. El 15 de marzo de este año, el líder del Tercer Reich entró con sus tropas en lo que quedaba de Checoslovaquia, declarando al día siguiente el Protectorado de Bohemia y Moravia y asumiendo a la vez el mando al país.
La ideología nazi no iba de mano con la religión cristiana, y de hecho sus representantes pretendían implantar la vuelta a las tradiciones profesadas por antiguos pueblos germánicos. Asimismo se prohibió la tradición caritativa del árbol navideño de la República, ya que según los nazis recordaba demasiado a la anterior República. Petr Koura explica cómo se reflejaba esa actitud antireligiosa y antirepublicana durante las fiestas navideñs.
“En 1938 ya estaba prohibido que los niños celebrasen el nacimiento de Jesucristo en los colegios. Los nazis intentaban suprimir todas estas tradiciones. Sin embargo, eran conscientes de que resultaba imposible abolirlas del todo, así que más bien trataron de taparlas con la introducción de algunas tradiciones nuevas. Entonces, así el 21 de diciembre los nazis celebraban la fiesta del solsticio, y el 24 de diciembre, el día de la Nochebuena, se daba homenaje a personas fallecidas, siendo las luces de las velas navideñas interpretadas como las luces encendidas para recordar las víctimas que habían caído en la lucha por la Alemania nazi”.
Asimismo, al conocido villancico ´La Noche Silenciosa` le cambiaron el texto, adaptando la letra que en este caso celebraba a Adolf Hitler como el protector de la Alemania nazi. No obstante, cuantas mayores eran las pretensiones de implantar tradiciones nuevas por parte de los nazis, más fuerte el pueblo checo se apegaba a sus tradiciones navideñas de toda la vida, al igual que a su historia nacional, siendo entonces los libros sobre la historia checa unos de los regalos navideños más populares. Las típicas tradiciones checas se intentaban mantener también en las cárceles y campos de concentración, donde los presos llegaron a darse cuenta de la espiritualidad de estas fiestas como nunca en su vida.
La miseria de la posguerra
En mayo del 1945 llegó el fin de la Segunda Guerra Mundial y el ambiente de la primera Navidad de posguerra parecía repetirse, siendo similar al de la Primera República. Tanto con el entusiasmo del fin de la guerra como con la miseria causada por la deficiencia de alimentos, productos de primera necesidad y carbón. Esa última escasez incluso obligó a algunos colegios a cerrar sus puertas temporalmente.Gracias a la organización humanitaria UNRRA, fundada con el objetivo de ayudar a los países afectados por la Segunda Guerra Mundial, llegó entonces una ayuda a los más necesitados.
“Esta organización nació ya en 1943, cuando unos cuarenta países, los futuros signatarios de la ONU, decidieron hacer frente a enfermedades y epidemias de hambre. Fueron sobre todo los Estados Unidos, que financiaron casi las dos terceras partes de este proyecto. El mismo año volvieron a aparecer los árboles navideños de la República, que los nazis habían prohibido ya al principio de la guerra. En las huchas bajo el árbol se recolectaba dinero para niños que habían perdido a sus padres o sufrieron heridas tras el conflicto bélico. Volviendo a la organización UNRRA, gracias a su ayuda, muchos niños nacidos durante la guerra pudieron por primera vez probar alimentos que era imposible conseguir entonces en Checoslovaquia, como chocolate, naranjas y cacao. Algunos alimentos incluso llegaron al país por primera vez. Éste era el caso de la mantequilla, los cacahuetes y el zumo de tomate”.
El Abuelo Escarcha ruso intenta hacer sombra al Niño Jesús
Un año tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se celebraron comicios parlamentarios. El ganador fue el Partido Comunista Checoslovaco, con un 36% de los votos. Se trató de las primeras y únicas elecciones democráticas durante los siguientes más de cuarenta años, ya que poco después, en 1948 los comunistas llegaron al poder total tras la Revolución de Febrero. Checoslovaquia se fue sucesivamente integrando en el bloque soviético implantándose asimismo el estricto régimen comunista puesto en marcha por el líder soviético, Iósif Stalin.
De modo parecido a los nazis, los comunistas tampoco admitían el mantenimiento de las tradiciones cristianas, ya que su ideología se basaba en un ateismo militante y consideraban la religión como una herramienta para dominar al pueblo por parte de las clases gobernantes.
Una alusión crítica a la religión apareció también en 1949 en el discurso navideño del entonces presidente, Antonín Zápotocký. En él comentó que el hecho de que Jesucristo naciera en un establo servía a la clase rica para dar a conocer a la clase trabajadora que ellos también pueden vivir en un establo.
El presidente prosiguió señalando que el Niño Jesús ya se había hecho mayor, le había crecido la barba y había llegado a convertirse en Ded Moroz, el Abuelo Escarcha en español. Con esta figura del folclore ruso, cuyo fenómeno se pretendía imponer en la tradición navideña checa durante todo el régimen comunista, se intentó hacer sombra al tradicional Niño Jesús. Sin embargo, sin éxito.
“La introducción de este fenómeno en Checoslovaquia es bastante curiosa. Todo empezó en la ciudad de Jičín, en Bohemia del Este, cuando la sucursal de la Amistad Checo-Soviética decidió organizar una fiesta de aguinaldos regalados por el Abuelo Escarcha. Así nació la idea de crear un poema que retratara el viaje de este personaje emprendido desde la Península de Chukchi, situada en el extremo nororiental de Siberia, a Checoslovaquia. En este poema se describían las paradas que hizo en diferentes lugares pasando por numerosos acontecimientos, que superaba con facilidad para llegar a tiempo a la ciudad de Jičín y recompensar allí a los niños.
Esta historia aparentemente ingenua, sin embargo, fue adquiriendo un aspecto propagandístico. De hecho, en ella el Abuelo Escarcha hizo durante este viaje una parada en la ciudad de Gori, situada en la actual Georgia, que fue el lugar del nacimiento del líder soviético, Iósif Stalin. Allí realizó un discurso elogioso hacia su persona. Sucesivamente partió al Kremlin, en Moscú, donde hizo una reverencia al cadáver embalsamado de Vladímir Ilich Lenin, el primer líder de la Unión Soviética. Petr Koura comenta más detalles sobre aquella época.
“Esto surgió en 1949 cuando se celebró el 70 cumpleaños de Íosif Stalin. Este evento vino acompañado de una enorme campaña propagandística. Los retratos del líder soviético estaban colgados por todas las partes. En periódicos, escaparates, en todos los lugares se homenajeaba el genio de este hombre”.
En Checoslovaquia siempre era el Niño Jesús el que traía los regalos navideños a los niños el día 24 de diciembre. Los representantes del régimen comunista pretendieron quitarle este privilegio, pasándoselo al Abuelo Escarcha. Esta figura aparecía en cárteles, además a menudo retratada con productos que entonces eran casi imposible de comprar, una de las muestras de que los comunistas solían retratar la realidad social de forma diferente de lo que realmente era.
En los años cincuenta se fue implantando en Checoslovaquia un duro régimen que perseguía a todos los oponentes al comunismo, al igual que a los creyentes y representantes de la Iglesia. Incluso se prohibía cantar villancicos que recordaran el nacimiento de Jesucristo y las estrellas de Belén fueron sustituidas por las soviéticas.
La vuelta de la Navidad consumista de los años 60
En la década de los sesenta la economía nacional experimentó un nuevo auge. Con él la Navidad vuelve a adquirir de nuevo una dimensión más consumista. Es entonces, cuando nace el villancico ´La Navidad está llegando` (Vánoce přicházejí) escrito por el letrista Zdeněk Borovec, en cuyo texto se refleja que lo esencial de los festejos navideños es comer bien y divertirse. Este villancico sigue cantándose el día de la Nochebuena en muchas familias hasta la actualidad.
La creciente dimensión consumista se reflejaba también en otros aspectos de las celebraciones, cuenta Koura.
“Eso se reflectaba también en el menú de la cena navideña. Según la tradición cristiana, la Nochebuena es un día cuaresmal. Así que según manda la tradición, no se debería comer nada hasta la cena de Navidad, que debería consistir en pescado, que es considerado un plato cuaresmal. Sin embargo, desde los años sesenta en las mesas navideñas de muchas familias checas aparecen platos como carne de cerdo y otros alimentos, que no tienen nada que ver con la tradición cuaresmal”.
Otra de las tradiciones que los comunistas pretendieron limitar durante su mando fue la Misa de Gallo, a la que se solía acudir a medianoche de la Nochebuena. En los años 50, los funcionarios comunistas estaban muy atentos en quién se dirigía a las iglesias, así que mucha gente prefería no acudir, temiendo convertirse en personas inconvenientes al régimen. En la década siguiente, la asistencia a las misas ya era más tolerada. Sin embargo, aún así los representantes del régimen establecieron la hora de la Misa de Gallo al mediodía o por la tarde, justificándolo con la excusa de que lo hacían por la seguridad de los ciudadanos, que así no tenían que andar por las calles en plena noche.
La liberación del régimen durante la Primavera de Praga
En 1968 llegó a Checoslovaquia la época de una parcial liberación del rígido régimen comunista: la llamada Primavera de Praga. Con ella volvieron a las plazas de las ciudades checas los árboles navideños de la República que en los años 50 habían vuelto a desaparecer por estar demasiado vinculados a la religión. Sin embargo, en la década siguiente la tradición volvió a ser celebrada, esta vez relacionada con un proyecto caritativo lanzado por la organización Aldeas Infantiles SOS, según señala Pavlína Kourová.
“En este proyecto participó Irena Svobodová, la esposa del entonces presidente, Ludvík Svoboda. Las reacciones a este proyecto por parte de los ciudadanos fueron muy positivas, ya que se contribuía abundantemente a las huchas con el fin de ayudar a los necesitados”.
Pero la Primavera de Praga fracasó y tras la invasión soviética de 1968 se implantó una renovación de la ortodoxia comunista bajo el nombre de normalización.Según agrega Petr Koura, la tradición de los árboles, que se había renovado tantas veces en su historia, no llegó a mantenerse durante mucho tiempo en estas nuevas condiciones políticas, ya que el origen austríaco de la organización Aldeas Infantiles SOS era inadmisible para el régimen comunista, que se negaba a adoptar tradiciones occidentales. Además su aspecto caritativo estaba relacionado con el cristianismo, lo que también resultaba incómodo.
“El objetivo de este proyecto consistía en facilitar a los huérfanos la oportunidad de poder crecer en un ambiente familiar. Sin embargo, entonces los representantes del régimen comunista anunciaron que el nivel del sistema socialista era tan avanzado que no necesitaba adoptar nada propio de la sociedad capitalista. Entonces, la tradición del árbol navideño de la República se mantuvo solamente hasta el 1969 y el año siguiete este proyecto solidario volvió a ser suprimido.
El entusiasmo por la democracia surgida tras la Revolución de Terciopelo
Un mes antes de la Navidad de 1989, una serie de acontecimientos dio lugar a la Revolución de Terciopelo, que acabó con el régimen comunista en Checoslovaquia. Para muchos fueron las fiestas más felices de su vida, ya que gracias a la apertura de la frontera, los que se habían marchado al exilio durante el régimen comunista pudieron volver a pasar las fiestas en su tierra natal, al igual que los presos políticos con sus familias.
Como todas las Navidades, esta vez la gente también se comportó de forma muy solidaria con los demás. Los estudiantes organizaron una ayuda humanitaria destinada a Rumania, donde la caída del comunismo vino acompañada de violencia y depresión económica. Asimismo, los árboles navideños de la República volvieron a las plazas de las ciudades checas.
Entre los regalos más populares de este año destacaban libros y música que estuvieron prohibidas durante el régimen. El día de la Nochebuena las iglesias estuvieron repletas y la Misa de Gallo fue transmitida en directo por la Televisión y la Radiodifusión Checas. Y además de villancicos, también se cantó el himno nacional.
Todo ello demuestra que pese a los intentos que surgieron durante todo el siglo XX de suprimir y ensombrecer las tradiciones navideñas, el pueblo checo no se dejó manipular. Las tradiciones paganas germánicas promovidas por los nazis nunca se adoptaron, al igual que el Abuelo Escarcha jamás llegó a sustituir al Niño Jesús.
Y aunque actualmente en muchos escaparates sonríe la figura de Santa Claus o Papá Noel, cada año los niños checos envían al Niño Jesús cientos de kilos de cartas a través de un correo especial, una nueva tradición fundada hace 19 años, lo que demuestra que esta tradición sigue viva.
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