La ida y vuelta del Viernes Santo al calendario de festivos checo
El Viernes Santo se celebra en la República Checa como un día no laboral tan solo desde 2016. Su integración en la lista de días festivos fue precedida por numerosos debates sobre el desfavorable impacto en la economía y controversias sobre valores democráticos que no deberían asociarse exclusivamente a una religión.
El Viernes Santo es un día de descanso en muchos países del mundo tradicionalmente cristianos. El día de la conmemoración de la crucifixión de Jesucristo formó parte de la lista de días festivos de Checoslovaquia hasta 1951, cuando fue suspendido por los comunistas. Al principio de aquella década, el régimen anuló numerosos festivos religiosos bajo el lema de un “esfuerzo constructivo” del país. La idea era inculcar a la sociedad la fe en los trabajadores y en las ideas del socialismo.
El diputado comunista Zdeněk Vácha propuso la anulación del Viernes Santo ante la Asamblea Nacional, argumentando que “la designación de días festivos y conmemorativos es siempre una expresión de la clase dominante en el Estado”. Después de su discurso se procedió a la votación que convirtió definitivamente el Viernes Santo en día laboral. El único día de descanso de la Semana Santa era el Lunes de Pascua, que el régimen pretendía promover ante la sociedad como una fiesta secular y celebración de la primavera. Esta agenda festiva de la Semana Santa se mantuvo incluso después de la caída del régimen comunista en 1989. En los años noventa, la religión fue recuperando su espacio en la democracia recién instaurada. Relativamente poco después de la Revolución de Terciopelo, que acabó con el régimen comunista, se hicieron esfuerzos para reajustar los días de descanso laboral. Desde entonces, sonaban voces de diversos movimientos religiosos que reclamaban que el Viernes Santo fuera día de descanso.
En la primavera del 2015 llegó al Parlamento una propuesta de ley presentada por el Democristiano Partido Popular (KDU-ČSL) basada en el argumento de que también los ateos dan importancia a la Semana Santa, igual que a la Navidad, y subrayaron que el Viernes Santo representa para los cristianos un día trascendental de este periodo festivo.
Una amenaza para los valores democráticos y la economía
La votación fue acompañada por polémicas. Una de ellas se refirió a los valores democráticos. El exministro de Derechos Humanos y Minorías, Jiří Dientsbier, del Partido Socialdemócrata (ČSSD), entonces razonó con la Carta de los Derechos Fundamentales.
“El Estado se basa en valores democráticos y no debe relacionarse con una ideología o religión exclusiva. Hablamos sobre la conversión del Viernes Santo en un día festivo, mientras que el 70% de los checos no profesa ninguna religión”.
Más de 90 diputados de todos los partidos parlamentarios respaldaron el proyecto de ley, salvo el Partido Comunista de Bohemia y Moravia (KSČM). Sus miembros objetaron que la prórroga del calendario festivo tendría un impacto negativo al presupuesto estatal y a los empresarios, que tendrían que pagar a sus empleados suplementos por el trabajo durante los días festivos.
Chequia es uno de los países más ateos de Europa
Según los resultados de una encuesta realizada por la agencia Median, el 60% de los checos estuvo a favor de la conversión del Viernes Santo en un día no laboral, mientras que el 33%, mayoritariamente empresarios, se pronunciaron en contra. El sociólogo Daniel Prokop sostuvo que la encuesta había revelado que los checos no perciben el Viernes Santo como un símbolo religioso, sino que lo aplauden como un día de descanso más.
La República Checa es uno de los países más ateos de Europa. De acuerdo con los resultados del censo de 2021, más de dos tercios de los checos (el 68,3%) carecen de creencias religiosas. Esta situación llega tras una larga historia religiosa en territorio checo, que se refleja en la presencia de numerosas iglesias y monumentos religiosos.
Todo tiene sus raíces en el siglo XVII, cuando la violenta recatolización después de la Batalla de la Montaña Blanca en 1620 impulsó el rechazo a la Iglesia por parte de la sociedad. Esta actitud se reforzó dos siglos después de la mano del pacto de la Alianza del Trono y el Altar. El Imperio Austrohúngaro, bajo cuyo poder estuvieron sometidas las Tierras Checas, garantizó a la Iglesia el predominio en el sector educativo y el control de la moral pública. La enseñanza de la religión era obligatoria y los catequistas controlaban que los alumnos asistieran a las misas.
El historiador Jaroslav Šebek explicó para Radio Praga Internacional el masivo alejamiento de los checos de la Iglesia, que surgió después del nacimiento de Checoslovaquia en 1918.
“Muchos checos se inclinaron a la tradición protestante. Cuando nació Checoslovaquia, muchos de ellos, sobre todo los de la región de Bohemia, no profesaban ninguna religión. Cabe mencionar que una gran parte de los checos apoyaba fuertemente a los comunistas antes de que llegaran al poder en 1948. El Partido Comunista Checoslovaco era el partido comunista más fuerte de Europa. Creo que en este punto existe un vínculo. Hubo poca voluntad de comprometerse con las comunidades eclesiásticas. Tampoco hubo disposición a aceptar la verdad católica y la interpretación de la historia que, por František Palacký, sigue una línea liberal-protestante”.
Los comunistas pusieron la última gota
La instauración del régimen comunista en 1948 causó una reducción aún mayor del número de cristianos en Checoslovaquia. Los comunistas aplicaron diversas formas para suprimir el poder de la Iglesia católica, entre ellas, la violencia y restricciones como la prohibición de procesiones religiosas, por ejemplo.
“Los comunistas pretendían reducir el poder eclesiástico del Vaticano. Por eso surgió la comunidad eclesiástica Pacem in terris que supuestamente colaboraba con el régimen. Esta realidad pudo haber desacreditado a la Iglesia. Otra cosa era la propaganda comunista. Querían desacreditar a la Iglesia, lo que seguro tuvo un impacto. La retórica anti eclesiástica que se enseñaba en las escuelas habría tenido sus frutos en la percepción de los alumnos”, apuntó el historiador Šebek.
Antes de la aprobación de la ley vinculada al Viernes Santo en 2015, el sacerdote católico Miroslav Fiala subrayó que desde el punto de vista de un cristiano o de un ciudadano cualquiera no importa si es un día laboral o no.
“La conmemoración de la cruz, el símbolo del dolor y el sufrimiento, pero también de las víctimas y el gran amor de Jesucristo a todos sin distinción. Es un día distinto respecto a la percepción de las habituales liturgias, misas y ceremonias. Es un día excepcional. Para vivirlo espiritualmente hay que reflexionar y calmarse. En un mundo tan acelerado y derrochador, es un tiempo muy excepcional y sagrado. Apruebe el Parlamento lo que apruebe, da igual. De todas formas, es un gran día”.
El antiguo nuncio apostólico en Chequia, monseñor Charles D. Balvo, explicó en su momento a Radio Praga Internacional la importancia de la Semana Santa en el cristianismo.
“Para nosotros los creyentes católicos, cristianos, es una semana bastante importante. Se puede decir que la Pascua, junto con la Navidad, es el periodo más importante para nosotros, para celebrar la Pasión, la muerte, y después la resurrección del Señor Jesucristo”.
El desarrollo de las ceremonias relativas a este periodo tiene una forma similar en todo el mundo. El Viernes Santo siempre ha sido considerado por la Iglesia católica como el día de mayor luto eclesiástico. Es el único día del año en que no se celebra misa en ningún lugar del mundo. El órgano también enmudece, y en el altar, despojado de todo ornamento, no arde ninguna luz. La cruz se cubre con un velo negro.
“En general, la celebración es igual respecto a lo que tenemos que hacer. La diferencia está en la manera en que se celebran estas cosas. Por ejemplo, cuando estuve en Ecuador, en Quito, se siguen muchas tradiciones españolas: las procesiones, el Jesús del Gran Poder y otras cosas sevillanas. No recuerdo exactamente la terminología, pero siguen muchas tradiciones sevillanas”, explicaba el antiguo nuncio.
Durante su servicio, el monseñor Balvo tuvo la oportunidad de conocer las tradiciones de Pascua checas que coinciden con las de otros países europeos.
“Aquí hay también una tradición que conocí entre polacos que consiste en la bendición de alimentos como huevos, carne y pan que se colocan en una cesta y los llevan a la iglesia a recibir la bendición. Es una tradición local perteneciente al centro y el este de Europa”.
Las costumbres checas relativas al Viernes Santo
En el folklore popular, el Viernes Santo se asocia a diversas costumbres. El Viernes Santo no se debía cavar la tierra ni lavar la ropa porque se podría empapar de la sangre de Cristo. Tampoco se debía pedir prestado nada porque el objeto prestado podía estar embrujado. Otra costumbre bastante más extraña consistía en lavarse las extremidades con estiércol líquido. Supuestamente debía servir para que las manos y los pies no tuvieran padrastros y callos durante todo el año. Este acto tenía también una dimensión espiritual, en la que las manos y los pies representan las partes punzadas del cuerpo de Cristo en la cruz. La gente también salía en búsqueda de tesoros, ya que supuestamente el día del Viernes Santo se abrían las montañas donde estaban escondidos.
La República Checa cuenta en la actualidad con 13 días festivos. Con este número se encuentra en el promedio europeo. Por ejemplo, Alemania y Portugal celebran cuatro festivos más. Con 16 días festivos, Japón y la India encabezan la lista mundial. En la parte opuesta de la lista se hallan con solo ocho fiestas nacionales los Países Bajos, Australia y Gran Bretaña.