Jan Žižka, el líder ciego de los husitas
Este año se conmemoran los 590 años de la muerte de Jan Žižka de Trocnov, uno de los principales jefes militares de las huestes husitas que defendían el legado del reformista religioso checo Juan Hus. Por algunos considerado un guardián de la nación checa, por otros una fiera sanguinaria; el personaje de Jan Žižka provoca diversidad de opiniones y su vida será el tema de esta edición de Legados del Pasado.
Administrar sus propiedades no se le daba tan bien como manejar las armas, y su finca pronto entró en quiebra, según afirmó para la Radiodifusión Checa el historiador Petr Čornej.
“El hecho de que fue un administrador fracasado lo deducimos de que a los 18 o 20 años de edad contrajo deudas y pidió préstamos de unas judías de la ciudad de České Budějovice. Tampoco tardó mucho en vender la dote de su esposa”.
Probablemente esta desfavorable situación económica le impulsó a ingresar en un grupo de bandoleros cuya lucha se centraba en reprimir las ambiciones expansivas de los Rožmberk, linaje de nobles que dominaba casi toda la región de Bohemia del Sur.Esta experiencia le permitió aprender habilidades como realizar asaltos en la retaguardia y el uso de artimañas que más tarde aprovechó en los campos de batalla, de donde nunca salió como perdedor. Los bandoleros acabaron condenados pero Žižka se libró de la cárcel gracias a un decreto real otorgado por el rey Venceslao IV.
Curtió más habilidades bélicas al participar como mercenario en la campaña militar del rey polaco Vladislao Jagellón, llevada contra la Orden de los Caballeros Teutónicos, y posteriormente también en Praga donde ejerció de guardia real.
Se estima que fue entonces cuando Žižka se impregnó de la doctrina de Juan Hus, al asistir a sus predicaciones en la Capilla de Belén. Su tesis que demandaba la depuración de la Iglesia y su vuelta al Evangelio, más tarde sería defendida por Žižka en los campos de batalla.
Líder militar de los husitas a los sesenta años de edad
En 1419, cuatro años después de que Juan Hus muriera como hereje en la hoguera, Žižka se reunió con otros partidarios de su legado. Juntos dieron nacimiento a los husitas, un movimiento reformador que luchaba contra los partidarios de la Iglesia católica en el nombre y pensamiento del reformador.En el emblema de los husitas figuraba el cáliz, que simbolizaba el utraquismo, la doctrina que sostiene que la hostia y el vino deben ser destinados a todos los participantes de la misa. En esa época el vino era el privilegio del sacerdote.
Žižka también fue uno de los protagonistas de la Defenestración de Praga, cuando fueron arrojados por la ventana siete consejales que habían rechazado amnistiar a los practicantes del utraquismo. Este acontecimiento dio lugar a la revolución husita, y Jan Žižka se convirtió en uno de sus líderes.
“Al frente de las tropas husitas Žižka llegó probablemente con bastantes dificultades, ya que entonces tenía 60 años de edad o un poco más. En aquellos tiempos esta edad se consideraba el ocaso de la vida. Žižka encabezó el movimiento husita durante cinco años”, afirmó Petr Čornej.El líder militar y su grupo de husitas radicales abandonaron Praga para llevar éxitosamente a cabo sus primeras luchas contra la Iglesia católica en las proximidades de la ciudad de Pilsen. Allí Žižka dio por primera vez uso a la muralla de carros, su propio invento, con el que cortó el paso a sus adversarios incluso cuando poseían armaduras de mejor calidad que los husitas. El ingenio consistía en un carro que se transformaba en parapeto al abrir la tapa, permitiendo construir una muralla de la nada en el campo de batalla.
En 1420 las huestes partieron hacia Bohemia del Sur, donde fueron asaltados por un grupo de nobles católicos de la ciudad de Písek y Strakonice; de este conflicto, conocido como la batalla de Sudoměř los pupilos de Žižka salieron como vencedores.En Bohemia del Sur fundaron la ciudad de Tábor, cuyo nombre se refiere al monte bíblico en Israel y en checo significa “campamento”. El mismo año, la ciudad de Praga fue asediada por las huestes de los cruzados dirigidos por el emperador del Sacro Imperio Romano, Segismundo de Luxemburgo.
Jan Žižka y sus hombres partieron a defender la capital checa y junto a los praguenses desbarataron a los cruzados en la colina de Vítkov. Esta batalla conmemora hoy día una monumental estatua ecuestre, alzada en 1950 en la colina praguense.
El nombre de Žižka enriquece el español antiguo
Tras esta victoria, Jan Žižka se convirtió en la mayor autoridad husita y el jefe militar más respetado en las Tierras Checas, según afirma Petr Čornej.“Fue homenajeado como un líder justo que cuidaba de sus soldados. Entre él y sus tropas existía una relación de padre e hijos. Es una muestra de que Žižka poseía una autoridad natural. Tras su muerte, sus tropas adoptaron el nombre de “huérfanos” y en su emblema Žižka fue retratado como un pelícano que se saca la carne de su propio pecho para alimentar a sus soldados. Aquí Žižka queda tomado en un plano cristológico, que igual que Jesús sacrificó su vida para enseñar a sus sucesores cómo seguir su ejemplo. Pues Žižka de manera parecida cuidaba a sus tropas”.
En 1421 durante el asedio del castillo de Rabí, Jan Žižka perdió completamente la vista. Esta desgracia sin embargo no le impidió derrotar al año siguiente la segunda cruzada que el Papa lanzó contra la Bohemia herética.Aunque las tropas husitas nunca llevaron la lucha fuera de las Tierras Checas, su movimiento dio qué hablar a lo largo del continente europeo, afirma Petr Čornej.
“Al español antiguo del siglo XVI se integró el verbo zizquear como expresión de la rebelión y la lucha. Así se nota como este nombre viajó por Europa”.
Tras llevar a cabo con éxito otras campañas, surgió una disputa entre él y los taboritas, lo que le llevó a abandonar Tábor para establecerse en Bohemia del Este. El 12 de octubre de 1424 murió en la ciudad de Přibyslav probablemente a causa de la peste bubónica.
El misterio de sus restos mortales
Jan Žižka es uno de los personajes históricos checos más conocidos y a la vez controvertidos. Para los partidarios de los husitas Žižka encarnaba a un guardián de la nación checa, mientras que s us adversarios le reprochaban su alianza con bandoleros, mercenarios y sus métodos bélicos brutales. Como uno de los mayores personajes de la historia checa protagoniza numerosas leyendas, y Petr Čornej narra una de las más conocidas.“Se dice que Žižka pidió en su testamento que cubrieran un tambor con su piel para que los enemigos huyeran siempre que escucharan su sonido. Esta leyenda proviene de la boca del coetáneo de Žižka, Eneas Silvius Piccolomini, más tarde proclamado Papa Pío II. Sin duda se trata de una fábula, a lo mejor inspirada en la imagen de los turcos, enemigos del cristianismo, ya que se sabía que ellos utilizaban tambores y quitaban la piel a sus víctimas”.
Un misterio envuelve también el lugar de su último descanso. Mientras que unas fuentes históricas afirman que el líder husita fue enterrado frente al altar de la Iglesia del Espíritu Santo en la ciudad de Hradec Králové, otras informan sobre el traslado de sus reliquias a la Iglesia de San Pedro y San Pablo en la ciudad de Čáslav. Allí fueron en 1910 descubiertos restos mortales y las investigaciones antropológicas afirmaron que la calavera pertenecía a un hombre que de joven se había quedado tuerto del ojo derecho y decenas de años más tarde perdió el izquierdo. Ninguna investigación sin embargo confirmó con seguridad que la calavera perteneciera a Jan Žižka.Recientemente se llevó a cabo un examen tomográfico de dicha calavera en el Departamento Radiodiagnóstico del hospital de la ciudad de Tábor. Las imágenes tridimensionales deberían determinar las heridas y acaso deformaciones ingénitas de su propietario. El método más seguro sería la toma de ADN, pero el modo de la conservación de los restos mortales la impide.
Las continuas investigaciones demuestran que Jan Žižka es un gran personaje de la historia checa y que el interés por conocer más el pasado de su país es para los checos un asunto importante.