Hace 78 murió Jiří Potůček, el último paracaidista de la operación Silver A
Hace 78 años, murió el último paracaidista de la operación Silver A, Jiří Potůček. Fue asesinado por un guardia, tras lograr escapar de la Gestapo durante dos semanas.
El 2 de julio de 1942, murió Jiří Potůček, el último paracaidista sobreviviente de las operación Silver A, organizada por el Gobierno checoslovaco exiliado entonces en Londres.
La misión del grupo Silver A era enlazar una comunicación de radio con Londres. Potůček, su comandante Alfréd Bartoš y el teniente Josef Valčík, los tres miembros de la operación, aterrizaron en paracaídas cerca de la ciudad de Pardubice el 29 de diciembre de 1941 y empezaron a formar una red de colaboradores.
Potůček se comunicaba con Londres desde una pedrera cerca del pueblo de Ležáky. Bajo una identidad falsa trabajaba allí como vigilante nocturno. Cuando sus compañeros de la resistencia perpetraron el planeado ataque contra Reinhard Heydrich, el más alto representante de la Alemania nazi en el Protectorado de Bohemia y Moravia, estalló una ola de represalias y redadas. Como venganza por haber ayudado a los paracaidistas y haberles proporcionado un escondite para su estación de radio, los nazis arrasaron el pueblo de Ležáky y mataron a sus habitantes. Potůček tuvo que cambiar de escondite, pero logró enviar unos cuantos mensajes más a Londres, el último el 25 de junio, contó el publicista Libor Pařízek para la Televisión Checa.
“Los más importantes fueron los dos últimos. En uno informó sobre la exterminación del pueblo de Ležáky y el asesinato de todos sus habitantes. En el segundo advirtió que no era capaz de comunicarse con su comandante”.
En cuanto a los compañeros de Potůček, Alfréd Bartoš, al igual que Josef Valčík ya estaban muertos. Valčík se había unido en enero al grupo de la operación Antropoide que más tarde asesinó a Heydrich. Junto con sus compañeros murió el 18 de mayo en la Iglesia de San Cirilo y San Metodio en el centro de Praga, tras una valiente lucha contra los soldados nazis que los rodearon. Alfréd Bartoš murió tres días después, huyendo de la Gestapo. Jiří Potůček era el único miembro de la operación Silver A que quedaba.
A finales de junio, el servicio de escucha nazi interceptó sus emisiones e intentó capturarlo, pero Potůček logró escapar. Su último refugio lo encontró en la casa de la familia Burdych cerca de Červený Kostelec en Bohemia Oriental. El 30 de junio vino un nuevo ataque por parte de la Gestapo, pero Potůček logró abrirse camino a balas, cuenta Pařízek.
“Se puso a disparar con sus dos pistolas. Por accidente le dio a Antonín Burdych padre y éste, al caer de las escaleras, derribó a todos los miembros de la Gestapo que tenía detrás. Potůček logró escapar y se puso a correr”.
En busca de un refugio, Potůček recorrió cerca de 60 kilómetros, unos veinte sin zapatos. Completamente agotado, cayó dormido el 2 de julio en un pequeño bosque cerca de la ciudad de Rosice nad Labem. Fue allí donde lo encontró un miembro de la guardia del protectorado, Karel Půlpán, quien lo mató. Los nazis ejecutaron asimismo a los cuatro miembros de la familia Burdych que le había ayudado.
Según el historiador de la Academia de Ciencias, Vojtěch Kyncl, Karel Půlpán se reprochaba haber matado al paracaidista. Supuestamente Půlpán sacó del bolsillo de Potůček una libreta con nombres de los miembros de la resistencia. Según sugiere el historiador, Půlpán sabía que si la lista hubiera caído en manos de la Gestapo, esta arrestaría a decenas de personas más.
Se estima que, en represalia por la muerte de Heydrich, los nazis ejecutaron a unos 5000 ciudadanos checos. Además de Ležáky, arrasaron asimismo el pueblo de Lidice, donde asesinaron a 173 hombres de entre 14 y 84 años de edad. Las mujeres y los niños fueron enviados a los campos de concentración o destinados a ser germanizados en familias alemanas.