Esas escaleras de metro que bajan casi hasta el infierno

No sólo a los hispanohablantes que visitan la República Checa les sorprende que las escaleras mecánicas del metro capitalino sean tan profundas y vayan tan rápido, a una velocidad casi de vértigo.

Ana dice que la primera vez que entró en una estación de metro checa casi le da un ataque de pánico. No entendía por qué las escaleras eran tan profundas y empinadas y bajaban tan rápido.

Ella es una estudiante española que no ha visitado nunca ciudades como Moscú o San Petersburgo, así que no puede comparar. Allí le daría un infarto, porque las estaciones de metro, al ser concebidas como refugios antiaéreos, fueron construidas casi en las entrañas mismas de la tierra.

A Ana, que lleva un mes en Praga, le basta con las estaciones de metro en la capital checa y con la rapidez con que funcionan sus escaleras mecánicas, según explica.

“A mí me sorprendió bastante la línea de metro. Vale, hay pocas, hay tres líneas de metro, tres colores. Pero las escaleras mecánicas son, igual es una tontería, pero es verdad, a mí me sorprendió, son muy empinadas, tienes que estar muchísimo tiempo en ellas y van muy rápido, mucho más que en otros países, porque claro, las líneas de metro están muy profundas”, afirma Ana.

Aunque al comienzo le daba miedo subirse a esas escaleras de metro, porque se mareaba, Ana ya se ha ido acostumbrando, con el paso del tiempo, y ahora lo asume como una curiosidad más de Praga, curiosidad que otros extranjeros que ha conocido corroboran. Además, los minutos que pasa en esas escaleras los invierte en leer o estudiar.

Eso sí, a todos sus amigos en España les advierte que si vienen a visitarla, tengan cuidado al entrar en las profundidades del metro, sobre todo a sus amigos claustrofóbicos.

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