“El profesor de checo es en Paraguay una especie de embajador cultural”

El curso de checo para extranjeros en Dobruška, foto: archivo de Radio Praga

Lenka Rašková concluye su periodo lectivo como profesora de checo en Paraguay y Argentina para la comunidad local de descendientes de checos. Aprovechando su presencia en el curso de checo para extranjeros celebrado este verano en Dobruška hemos hablado con ella sobre sus experiencias en Itapúa y Oberá.

El curso de checo para extranjeros en Dobruška,  foto: archivo de Radio Praga
No es una comunidad muy grande, apenas unos centenares, pero los descendientes de checos del Paraguay siguen en contacto con el lugar de origen de sus abuelos y transmitiendo a sus hijos, en la medida de lo posible, la música, lengua y tradiciones que en su día trajeron de Europa. Para la conservación de estos rasgos de identidad cuentan desde hace unos años con el apoyo del Gobierno checo que, entre otras cosas, les proporciona regularmente un profesor de checo nativo.

La última en enseñar su lengua en la provincia paraguaya de Itapúa y en la ciudad argentina limítrofe de Oberá ha sido Lenka Rašková, que ya ha terminado su estancia de un año y con la que Radio Praga ha podido intercambiar impresiones este verano con motivo de su presencia en la Escuela de Verano de Checo para Extranjeros de Dobruška.

La profesora califica el periodo vivido en Paraguay como una experiencia emocionante y muy positiva, y a la que llegó como fruto de su interés tanto por la enseñanza del checo como por la cultura latinoamericana.

“Desde hacía tiempo me interesaba viajar a Sudamérica. Estudié filología checa y española. Así que esta fue una buena oportunidad. Normalmente a uno no le basta con sentarse en el avión y decir, bueno, voy para allá. Y también me había dedicado antes a enseñar checo a extranjeros de habla hispana en Brno. Fue por la aventura y por la posibilidad de vivir nuevas experiencias por lo que me convencí de participar en el concurso”.

Por tanto la idoneidad de Rašková para el puesto se debió en buena medida a sus conocimientos de castellano.

El curso de checo para extranjeros en Dobruška,  foto: ČT
“Había que hablar español, eso ante todo, porque los llamados paisanos checos ya llevan allí varias generaciones y, digamos, de 45 años para abajo nadie habla ya casi checo. Y se habla con poca frecuencia y a trompicones. El español es imprescindible”.

Sin embargo en el proceso de selección primaron también otros factores, derivados de las múltiples funciones que requiere el puesto y que de lejos no se reducen únicamente en ponerse frente a la pizarra a enseñar los siete casos o la declinación del verbo ser.

“También es importante tener algún tipo de experiencia como profesora, eso es la base. Además el profesor es allí una especie de embajador cultural, que promociona la cultura checa en su contacto con niños y adultos. Así es necesario tener ganas de pensar lo que se podría hacer con esa comunidad, y a eso ayuda tener experiencia con el teatro, con instrumentos musicales y cosas parecidas, capacidad organizativa y una gran dosis de paciencia”.

Una embajadora cultural en acción

El trabajo de profesora de checo en Itapúa puede ser descrito por tanto como algo parecido a ser médico rural, una actividad que necesita de grandes dotes sociales a la vez que profesionales y en la que el docente debe estar en constante movimiento, recorriendo grandes distancias y cruzando una vez al mes el Paraná para dar clase en Argentina.

Los horarios a los que la maestra se tiene que adaptar también complican en ocasiones el trabajo, explica Rašková.

El curso de checo para extranjeros en Dobruška,  foto: ČT
“Interés tienen, el problema es el tiempo. Hay muchos descendientes de checos que están muy ocupados y lamentan no poder participar regularmente en las clases. Pero mandan a sus hijos. He enseñado sobre todo por las tardes, casi siempre cuando los niños volvían de la escuela o los adultos del trabajo. A eso hay que añadir que daba clases a familias que vivían en lugares poco accesibles, así que muchas veces iba a media tarde a algún lugar y luego me quedaba a dormir en casa de una familia y completábamos el tiempo con algunas actividades culturales. Y al día siguiente me marchaba e iba a otro sitio”.

Como menciona Rašková, la enseñanza se realiza sobre todo entre los más pequeños, en una generación en la que se desdibujan ya las barreras entre descendientes de checos y otras comunidades, lo que amplía el círculo de interesados en la lengua y cultura checa.

“Muchos se marcharon de la zona, sobre todo por trabajo. Aquí había una gran comunidad de checos que se dedicaba al cultivo del algodón, y en los años 70 el algodón cayó mucho, no había interés en él, así que no quedó mucho de los inmigrantes originales. Pero es interesante la generación más joven: hay niños que no tienen raíces checas pero que son amigos de descendientes de checos, y cuando ven que hay algún profesor que organiza algo divertido y del que pueden aprender algo interesante, algo de un país europeo y tener contacto con el mundo, entonces participan con mucho entusiasmo, aunque no sean descendientes de checos”.

Una mujer en un reino de hombres

Hablando de descendientes de checos, en Paraguay viven unos especialmente singulares: los hijos y nietos del explorador checo Vojtěch Frič entre el pueblo indígena de los Chamacoco. Aunque Rašková no tuvo al final la oportunidad de visitarlos o coincidir con ellos, según comenta, su situación y extraordinaria historia es conocida en la región.

El curso de checo para extranjeros en Dobruška,  foto: ČT
“Entre los paisanos checos es sin duda una historia conocida, y en la zona donde viven los Chamacoco, en el cauce alto del río Paraná, se les conoce desde que empezaron a recibir ayuda de la familia Frič y de la República Checa. Reciben una gran ayuda financiera y eso les ha traído prosperidad y por desgracia tengo que decir que en ocasiones también la envidia de las tribus indias que no han tenido esa suerte y que por tanto no cuentan con ayuda desde el extranjero”.

El año pasado en Paraguay, además de una experiencia humana intensa, supuso también el contacto de Lenka Rašková con una cultura considerablemente distinta de la checa y a la que hubo que adaptarse, a veces no sin ciertos esfuerzos, como comenta a propósito del machismo.

“Ya se han acostumbrado, digamos, han tenido varias profesoras seguidas, yo soy la tercera. Pero la sociedad paraguaya está muy basada en el patriarcado. Esto tiene motivos históricos, tras varias guerras casi desapareció la población masculina, con lo que el hombre es algo muy importante y la mujer pasa a un segundo plano. Puedo decir que muchas veces me he tenido que topar con esto, me extrañaba por qué muchas cosas que acordábamos no pasaban, y después de un tiempo me di cuenta de que era porque como mujer no me tomaban suficientemente en serio. Si la misma cosa la hubiera impuesto un hombre como profesor y autoridad habría tenido mucho más éxito o quizás una reacción inmediata”.

Aunque el Gobierno checo propuso a Rašková renovar su puesto como profesora, finalmente decidió declinar la oferta y volver a Chequia con los suyos. Según sus palabras, echaba de menos las montañas checas y los paisajes que ofrecían, en contraste con la planicie paraguaya. Quién sabe si los primeros emigrantes checos en el Paraguay soñaban también con las cumbres nevadas de los Montes Gigantes o de Šumava cuando les invadía la nostalgia.