María Laura Aguirre: “Mi abuela checa siempre estuvo muy agradecida con Argentina por cómo la trataron”

María Laura Aguirre

Nieta de checos, la argentina María Laura Aguirre logró cumplir su sueño de viajar al país de sus ancestros, gracias a una beca para participar en la Escuela de Verano de Estudios Eslavos. De regreso en Buenos Aires, nos cuenta lo que más le gustó de Praga y Poděbrady y los motivos por los que su abuela siempre se negaba a enseñarle checo.

María Laura Aguirre | Foto: archivo personal de María Laura Aguirre

“Superó todas las expectativas”, asegura la argentina María Laura Aguirre quien, luego de muchos años de admirarla en fotos, pudo cumplir el sueño de visitar República Checa, el país de sus ancestros, gracias a una beca para asistir a la Escuela de Verano de Estudios Eslavos que organiza la Universidad Carolina de Praga en Poděbrady. De la capital checa asegura que la cautivó tanto su naturaleza como la arquitectura. De Poděbrady su cómoda y muy bien conectada estación de trenes, un bosque con vegetación bastante silvestre y hasta dos refrescantes lagos.

“Es una ciudad pequeña, pero tiene de todo: el río Elba es precioso, el castillo de Poděbrady está muy bien acondicionado para funcionar como universidad, el parque que tiene Poděbrady es fantástico, en uno de los fines de semana que estuve se hizo la fiesta del vino y el parque tiene un corredor en el costado donde se instalan puestos con comida típica y vinos de todas las clases que te puedas imaginar y la música en la calle, la gente reunida conversando, socializando, la verdad que fue un festival hermoso”.

Junto a la escultura de Kafka de Jaroslav Róna | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

 

Cuenta María Laura Aguirre que se enteró de la existencia de esa beca a fines del año 2016, justo al terminar su primer curso de checo en Buenos Aires. Recuerda que su profesor les comentó, el día de la entrega de diplomas, que había una beca para ir a estudiar un mes a Chequia. Sin embargo, como ella recién empezaba a estudiar decidió que no era un buen momento para pedirla, aunque sí lo hizo varias veces los años siguientes.

Junto a su abuela María Šimek de Belant checa | Foto: archivo personal de María Laura Aguirre

“Es sencillo: hay que entrar en la página de la embajada checa correspondiente a cada país y ahí está el formulario más o menos desde el mes de noviembre, hay que verlo y llenarlo y el plazo para presentarlo es en febrero o los primeros días de marzo y puedes presentarlo en la embajada o incluso dárselo al profesor de checo de ese país que él o ella los presenta y hacen una recomendación y también hay que buscar el aval de gente que haga actividades con los hogares checos”.

Como hacía varios años que se venía presentando y tenía enormes ganas de hacer el curso, la noticia de la obtención de la beca la emocionó muchísimo. Ya de regreso en Argentina, dice que se trata de un verdadero salto de calidad en el aprendizaje de un idioma con fama de difícil porque cursaban todas las mañanas de 8 a 13 y luego, por la tarde, asistían a talleres de fonética y hasta veían películas en checo. Es decir, que contaban con un entrenamiento permanente del oído que luego continuaba al salir a la calle.

Foto de nia de su abuela María Šimek de Belant | Foto: archivo personal de María Laura Aguirre

“Y lo maravilloso de esta edición que tal vez no ocurrió los otros años es que hubo mucha diversidad de edad: yo tenía compañeros de 18 y de 80 años y fue una convivencia tan agradable y tan armoniosa porque la verdad que todos nos complementamos muy bien”.

De alguna forma, la riquísima experiencia que acaba de vivir María Laura Aguirre viene a coronar un largo proceso en el que, de a poco, esta nieta de checos de parte materna se fue reencontrando con sus raíces. Lo curioso, tal como ella misma cuenta es que, por algún motivo, ya desde muy pequeña, solían llegar a sus manos todos los libros en checo que había en la casa familiar.

“Yo tenía cinco años y recuerdo que tenía un libro grande y pesado que decía Nad Českolovenskem (Sobre Checoslovaquia) y eran todas páginas de fotos color de un montón de ciudades y todavía lo tengo el libro, es maravilloso. Y ahí fue que creció en mí el amor por la República Checa y las ganas de saber y conocer cada vez más. Y cuando me mudé de La Plata a la capital en el 2013 me enteré por Facebook que una persona había recibido un certificado en la embajada de República Checa y yo empecé a investigar y ahí fue que me enteré de que el Ministerio de Cultura de Chequia trae profesores nativos a Argentina y otros países para dar clases gratuitas de checo a todos los interesados”.

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Es decir que en 2016, tres años después de esa revelación que, de hecho, sorprende a muchas personas, María Laura se lanzó a la aventura de estudiar ese idioma que, además de interesarla tanto, no dejaba de representar, a nivel simbólico, una vía de comunicación con sus abuelos quienes, curiosamente, no se conocieron en su país de origen sino en una de las actividades de la comunidad checa en Argentina.

Su abuelo Antonio Belant foto archivo personal | Foto: archivo personal de María Laura Aguirre

“Mis abuelos maternos, María Šimek y Juan Belant, vienen de Moravia. Mi abuelo vivió en Tupesy y mientras estaba en Poděbrady, en un rato libre, me puse a buscar y en Tupesy hubo un Belant que, en el 1800 y algo, era jefe de los bomberos. Así que estuve indagando un poco si quedan parientes o no y, ya desde Argentina, me voy a ocupar de reunir más datos. Mi abuela María nació en Ořechov, cerca de Brno, en una zona rural. Vino a los siete años a la Argentina con su mamá y sus dos hermanos porque su papá había viajado antes y cuando se instaló en Argentina, en Berisso, en la provincia de Buenos Aires, mandó a buscar a su familia. Por ese entonces, el viaje llevaba un largo mes y creo que entró en cuarto grado al colegio argentino sin saber español y se tuvo que acostumbrar al día día para aprender todo y siempre estuvo muy agradecida con Argentina por cómo la habían tratado”.

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Hace algún tiempo, una profesora le contó a María Laura que, en la actualidad, Ořechov suele ser un destino de fin de semana muy elegido por los habitantes de Brno, la segunda ciudad más grande de Chequia. Y aunque la intensidad del curso de checo no le permitió ir a conocerla, afirma que le gusta la idea de dejar pendiente esa excursión para el próximo viaje. Como su abuelo falleció muy joven cuenta María Laura que solo lo conoció por fotos, pero a su abuela, por el contrario, pudo disfrutarla mucho tiempo. De todas formas, la sigue sorprendiendo, incluso al día de hoy, que ella no quisiera enseñarle nada de checo.

Su abuelo Antonio Belant junto a su hermano Luis Belant en el Bosque de La Plata,  Argentina | Foto: archivo personal de María Laura Aguirre

“Incluso mi abuela hacía un montón de comidas checas y cuando yo le preguntaba cómo se llamaban, a veces les ponía nombres en castellano, me decía nombres en castellano inventados por ella. Yo le preguntaba por qué no quería hablar y ella me dijo que cuando conoció a mi abuelo, él hacía muy poquito que había llegado a la Argentina y le exigía hablar castellano para poder aprender él el idioma. Entonces ahí como que dejó el checo de lado, al menos eso es lo que ella decía, pero para mí debe haber alguna otra cosa. Incluso su mamá, o sea, mi bisabuela, hablaba siempre en checo y mi abuela a veces le contestaba en checo y, a veces, en español. Es decir que se acordaba, lo dominaba pero no lo quería usar”.

A pesar de que su abuela se negaba a enseñárselo, María Laura recuerda, como si fuera ayer, la melodía tan característica de ese idioma que, si bien no comprendía, gracias a todas esas veces que lo escuchaba casi a escondidas y con fascinación en algunas charlas familiares, se terminó convirtiendo, tal como ella misma dice, en música para sus oídos.