El espíritu de la baronesa Alicia de Voss vela por el palacio de Bystrice pod Hostýnem
Bystrice pod Hostýnem es el punto de partida de los miles de peregrinos que se dirigen al monte sacro de Hostýn. En el pasado era una pequeña ciudad balneario donde los pacientes se curaban con el clima, el queso de oveja y la calma. Esta la podían encontrar al pasear por el precioso parque del palacio local, que será nuestro destino de hoy.
Una arboleda de plátanos, que bordea el río Bystricka, nos llevará a la puerta del palacio de Bystrice pod Hostýnem.
Todavía en los años 20 del siglo pasado corrían por sus salas los hijos de los barones de Loudon, los corredores estaban cubiertos con alfombras hermosas y en los nichos estaban colocados grandes jarros con flores.Luego habitó el palacio el Ejército que lo convirtió en un almacén de material sanitario. El palacio se vació. Se vendió todo el mobiliario, desaparecieron las alfombras y los jarros con flores, el tapizado de las paredes fue arrancado. Así jugó la Historia con muchos palacios checos, que quedaron en ruinas hasta que no había otro remedio que derrumbarlos.
El palacio de Bystrice pod Hostýnem tuvo más suerte. En 1992 la administración militar lo entregó por un precio simbólico de una corona a la ciudad. A los corredores volvió la vida y después de una reconstrucción sucesiva también los primeros visitantes.
Por un pequeño antepatio en forma de herradura entramos en el patio principal cuadrado del palacio. Nos dan la bienvenida las campanas del reloj ubicado en la pared de una de las cuatro alas del palacio, que adquirió su aspecto actual en el siglo XVII.
En un rincón del patio se alza una torre redonda, un capricho del arquitecto. Uno supondría que en la torre habría una escalera de caracol, pero no es así. La torre fue construida en el año 1881 por motivos puramente prácticos. En cada una de sus plantas se encuentran baños.Subimos por la única escalera que conduce a la segunda planta del palacio, donde se situaban las habitaciones privadas de la nobleza. Es un testimonio de que la vida de los nobles no era tan cómoda como podríamos pensar. Cuando los habitantes del palacio de Bystrice pod Hostýnem querían pasar a otras alas tenían que bajar y atravesar el patio, explica nuestra guía Dana Vaculíková.
"Así lo recordó también el señor Loudon. Vivió en el palacio hasta los diez años de edad y volvió como jubilado. Se acuerda de que el cuarto de los niños se encontraba detrás de las arcadas en el otro lado del edificio, mientras que el dormitorio de los padres estaba en esta ala. Cuando los niños querían ver a sus padres, tenían que ponerse zapatos, guantes y una gorra y pasar por las afueras".
Pasamos a las habitaciones de la baronesa Alicia de Voss, esposa de Remigius Olivier Loudon. Fue una mujer muy activa. Después de que su marido se suicidara en el año 1902 pegándose un tiro, ella se encargó de todo el señorío de Bystrice. El suegro de Alicia era ya bastante viejo y transmitió todas las competencias a ella.
Alicia de Voss vivió en Bystrice desde su casamiento en 1882 hasta el año 1933 en que se trasladó a casa de su hija al palacio de Milotice, en Moravia del Sur.La baronesa sabía montar perfectamente a caballo, dirigía una escuela hípica para niños y en invierno patinaba en los estanques helados en el parque del palacio. Gozaba de fama de patinadora excelente que sabía pintar con los patines en el hielo su nombre Alicia Voss Loudon, según cuenta Dana Vaculíková.
"Era una persona muy severa. Sus nietos tenían prohibido visitarla en sus habitaciones para no molestarla. Cuando quería verlos, bajaba ella a sus habitaciones. Así que cuando el señor Loudon como jubilado visitó en los años 90 Bystrice, pudo decir: Es la primera vez que estoy en las salas de mi abuela Alicia de Voss".
Las cuatro habitaciones de Alicia de Voss son las únicas en todo el palacio donde no fueron retirados el tapizado y el revestimiento de las paredes. También se ha conservado una estufa, decorada con un retrato de Alicia recolectando naranjas en el invernadero del palacio.
Parece que el espíritu de la baronesa protegió estos espacios e impidió a los soldados devastarlos.
Atravesando los corredores, donde están expuestas fotografías de la familia Loudon, volvemos a la planta baja y nos asomamos a la sala más representativa del palacio.En el año 1805 el entonces propietario del palacio, Jan Nepomuk Rottal, hizo decorar esta sala redonda con motivos egipcios. El pintor Jan Sviták, oriundo de Bystrice, nunca ha estado en Egipto, puesto que todos los jeroglíficos y escenas de la mitología representados son fruto de su fantasía.
De todas maneras, la decoración da una imagen muy plástica. En la sala se celebran hoy día bodas. En las fotografías parece como si los convidados posaran ante columnas entre las cuales se abre una vista panorámica al paisaje.
Las ventanas de la sala egipcia dan al parque del palacio, que hoy no es accesible al público siendo propiedad del Ejército checo que alberga aquí sus laboratorios y un hospital de campaña, indica nuestra guía Dana Vaculíková.
"En su época, en el siglo XIX, fue uno de los tres parques más bonitos de Moravia. Muchos de los árboles plantados fueron importados de países lejanos. En el año 1912 incluso fue publicado en Viena un libro sobre el parque".
El barón Olivier Loudon, que gobernó a Bystrice desde el año 1827, se interesaba mucho por la naturaleza y las ciencias naturales. Coleccionaba plantas, confeccionaba herbarios y con su jardinero Josef Machacz siempre inventaba nuevos planes de cómo embellecer aún más los espacios verdes en la ciudad.
"Un corredor acristalado que unía el palacio con el parque desembocaba en un jardín de invierno y en un gran invernadero, que tenía calefacción. Entre las plantas exóticas, que se cultivaban aquí, destacaba el nenúfar majestuoso Victoria Regia. El mayor atractivo fue la llamada ´Casa de la Piña´, esa parte del invernadero donde el señor Loudon se dedicaba al cultivo de las piñas. Su aroma se despedía a distancias".
En las cercanías del invernadero fue plantada alrededor del año 1812 un haya roja. Se elevaba a una altura de 27 metros, el perímetro del tronco llegaba a los 3,5 metros y la corona ocupaba una superficie de 400 metros cuadrados. Lamentablemente, al construirse en los años 70 del siglo XX un conducto de distribución de vapor, los obreros perjudicaron las raíces y el árbol se murió.Los Loudon residieron en el palacio de Bystrice pod Hostýnem hasta el año 1933. El barón Alexander cayó en una situación financiera difícil y se vio obligado a vender el palacio al Estado, que lo cedió seguidamente al Ministerio de Defensa. Pero esa historia ya la conocemos.
Con recursos de los fondos europeos, la ciudad de Bystrice pod Hostýnem desea terminar la reconstrucción del palacio y establecer aquí una sede del Centro Europeo del Diseño del Mueble, enlazando con la tradición de la región. Otra parte del palacio serviría como un hotel y un centro de congresos.
Foto: autora