Vladimír Kozák registró en cinta fílmica la fabricación del hacha de piedra

Arcos, flechas, coronas de cacique, cestos, cerámica, hachas, tapices, tambores, sonajeros ... La lista de los objetos de uso diario utilizados por los indígenas brasileños que reunió el etnógrafo, documentalista y viajero checo Vladimír Kozák es interminable. El Museo Paranaense de Curitiba, Brasil, El Museo de Calgary, Canadá, y el Museo del Hombre de París, Francia, albergan, entre otros, los frutos de su incansable trabajo.

Vladimír Kozák nació el 19 de abril de 1897 en Bystrice pod Hostýnem. Aprendió el oficio de cerrajero con su padre. Después de la Primera Guerra Mundial estudió en Brno en la Escuela Superior de Maquinaria.

Recordando los consejos de su querida madre que bordaba por las noches encajes para ganar el pan para su familia, Vladimír Kozák no derrochó ni un minuto del día. Frecuentaba cursos de inglés organizados gratuitamente por la organización YMCA y más tarde se apuntó también a los cursos de portugués.

En 1924 hizo las maletas y partió para Brasil. Sólo el mismo Vladimír Kozák podría explicarnos por qué decidió abandonar su tierra natal e irse al otro lado del mundo. Existen varias teorías al respecto, explica el etnólogo Pavel Vaculík.

"Por un lado, pensaba que en su país no le esperaría la fortuna, por otro lado, era una época en que América era la tierra prometida de oportunidades ilimitadas para muchos checos y eslovacos. Otra hipótesis dice que en América del Norte vivió un familiar suyo y Vladimír Kozák pensaba instalarse allí. Después de que no le saliera bien, se trasladó a América del Sur. ¿Por qué Brasil? Probablemente por su interés por la naturaleza y los indígenas".

Vladimír Kozák se asentó en Curitiba, al sur de Brasil, en el Estado de Paraná, donde trabajó como ingeniero en la central eléctrica municipal y posteriormente en la Universidad Paranaense.

Sólo una vez más regresó a Bystrice pod Hostýnem. Fue en el año 1935. En esa ocasión persuadió a su hermana Karla para que se fuera a vivir con él a Brasil. Karla Kozáková era artista y realizó posteriormente preciosos dibujos de orquídeas, por ejemplo.

Vladimír Kozák consagró su vida a la investigación de las tribus indígenas de su nueva patria, realizando un sinnúmero de expediciones a la selva brasileña. Se convirtió en uno de los primeros documentalistas en el mundo que filmaron a los indios. Sus primeros documentales en color surgieron ya en los años 30 del siglo pasado.

Rodó 596 películas. Según testigos, para proyectarlas todas se necesitaron tres horas cada día a lo largo de seis meses sin interrupción.

Vladimír Kozák invirtió en su labor investigadora no solamente sus fuerzas y su salud, sino también sus recursos financieros, según afirma el etnólogo Pavel Vaculík.

"La mayoría de las finanzas que necesitó para las expediciones al interior de Brasil procedió de sus fondos privados. Posteriormente fue documentalista oficial del departamento de etnología y etnografía de la Universidad Paranaense, que le pagó, por ejemplo, el material para filmar que era muy costoso".

En su mayoría mediante el trueque Vladimír Kozák reunió unos 40 mil objetos desde armas, a través de instrumentos hasta juguetes, que documentan la vida cotidiana de tribus indígenas de las que algunas ya fueron extinguidas.

Entablar contacto con los indios es siempre cuestión de casualidad, sostiene Pavel Vaculík.

"O los indígenas le aceptan y se gana su confianza, o no les cae simpático desde el principio. No sé cómo lo logró el señor Kozák pero le puedo decir cómo fue en mi caso. La confianza de los adultos la ganan generalmente a través de los niños, luego naturalmente con obsequios y también mostrándoles que el blanco todopoderoso procedente de la Europa desarrollada no es tan perfecto en el tiro con arco, por ejemplo. En esta ´disciplina´ uno es un leño en comparación con los hijos de la naturaleza. Mi flecha recorrió volando una distancia de dos metros, la del indígena desapareció para siempre. Claro que se rieron de mí mucho. De esta manera uno va ganando lentamente su confianza, no portándose con soberbia, quitándose la ropa europea, comiendo y bebiendo lo que comen y beben los indios. El error básico de los viajeros es traerse sus propias latas y rechazar la comida que ha preparado el indígena, etc.".

Vladimír Kozák adquirió renombre entre científicos de Brasil, EE.UU., Canadá, Francia, pero en su tierra natal había tan sólo pocas personas que le conocieran.

Los lectores checos pudieron encontrarse con Vladimír Kozák en el libro de viajes "A Brasil donde los indígenas" del lingüista Cestmír Loukotka, quien visitó Curitiba en 1957.

El antropólogo cultural Mnislav Zelený se topó por primera vez con el nombre de Vladimír Kozák en el año 1989 al visitar casualmente el Museo Paranaense de Curitiba.

"Era lamentablemente el mismo caso que el de otro viajero checo llamado Alberto Vojtech Fric. Dos famosas personalidades checas apreciadas en el mundo entero pero su país las encubrió con silencio. Vladimír Kozák pasó a ser mi favorito, investigó también la tribu Xetá como yo. Cuando regresé a casa empecé a dar conferencias sobre él, escribí un artículo y le dediqué una entrada en mi Enciclopedia de Indígenas".

Esa mención en la Enciclopedia de Indígenas de Mnislav Zelený llamó la atención del estudiante de etnología Pavel Vaculík, quien estaba escribiendo su tesis de licenciatura sobre "Pintores checos de indígenas en el mundo".

Vladimír Kozák perteneció a ellos. Durante su vida realizó 578 acuarelas, 183 pinturas al óleo, 463 dibujos, 35 pinturas al pastel y 11 estatuas, precisó Pavel Vaculík.

"A pesar de que Vladimír Kozák no estudió pintura, era un autodidacta, supo captar de manera fiel la realidad indígena. No puedo juzgar su arte de pintar porque no soy experto pero creo que sus pinturas son muy bonitas y lo que es cierto, muy apreciadas".

Pavel Vaculík viajó a Bystrice pod Hostýnem para averiguar más sobre Vladimír Kozák. En el Ayuntamiento encontró colgada una obra del destacado pintor checo, Zdenek Burian, que representa a Karla Kozáková rodeada de indígenas de la tribu Camayurá. Desde un rincón observa el movimiento en el pueblo un hombre blanco: su hermano Vladimír.

Otra pista la descubrió el joven etnólogo en un libro de la hija de Zdenek Burian en el que describió la relación de su padre con Vladimír Kozák. Este encargó la pintura para Bystrice como agradecimiento a su hermana Karla que lo acompañaba a la selva brasileña y cuidaba de él. Las fotografías que Vladimír Kozák enviaba a Zdenek Burian desde Curitiba sirvieron al pintor muchas veces como modelo para sus retratos de los pueblos indígenas.

Pavel Vaculík contactó al escritor Vinek Nedbálek quien bajo el título "Cartas de Brasil" editó la correspondencia que Vladimír Kozák mantuvo desde mayo de 1961 hasta octubre de 1978 con su amigo de la infancia, el arquitecto Frantisek Faulhammer.

En sus cartas Vladimír Kozák describió sus expediciones a la selva, explicó cómo había filmado la fabricación de un hacha de piedra pero también comentó la construcción de la nueva capital brasileña y la situación política en Checoslovaquia tras la ocupación por las tropas soviéticas en 1968.

Vladimír Kozák
En 1997 Pavel Vaculík se dirigió a Curitiba para proseguir su investigación en el Museo Paranaense. A este edificio fue trasladado en base a una orden judicial todo el legado de Vladimír Kozák que murió el 3 de enero de 1979 sin descendientes. Los trámites tardaron casi doce años. Mientras tanto las colecciones del famoso vecino de Bystrice pod Hostýnem permanecieron encerradas en su casa de Curitiba por lo que es muy probable que muchas cosas se hayan perdido o hayan sido robadas.

En Curitiba Pavel Vaculík conoció a Edilberto Trevisan, que era amigo de Vladimír Kozák en los últimos meses de su vida. Fue él quien a finales de diciembre de 1978 encontró al etnógrafo en su casa en estado de coma.

Con ayuda del doctor Trevisan Pavel Vaculík encontró en una calle que hoy lleva el nombre de Vladimír Kozák la casa del etnógrafo checo. Se asemeja a las típicas casas de Moravia. En la planta baja está ubicada una biblioteca y en la primera planta un minimuseo de la colección de Vladimír Kozák. En el garaje queda aparcado el automóvil del etnógrafo con una matrícula que empieza con las letras CS de Checoslovaquia.

Pavel Vaculík viajó a Brasil como embajador del Ministerio de RR. EE. con la misión de intentar traer una parte de la colección de Vladimír Kozák a la República Checa.

"Los brasileños conocen muy bien el valor de esta colección y no permitirán que se les escape este tesoro. Según sé, las negociaciones diplomáticas al respecto no continúan".

Vladimír Kozák recolectó los objetos indígenas para sus compatriotas. Jamás olvidó su tierra natal lo cual testimonia su legado que contiene fotografías del paisaje de Bystrice pod Hostýnem cubierto de nieve, del palacio local y de su calle natal Frycajova. Sus diarios los escribió en checo. Se especula que dejó en Bystrice a su amor de toda la vida, la maestra Emílie Tomásková, y por este motivo nunca se casó.

Los hermanos Kozák descansan en el cementerio Agua Verde de Curitiba.

"Pagamos por nuestras expediciones con el sudor, las lágrimas y la sangre pero logramos lo que poca gente había logrado", dijo Karla Kozáková pocas horas antes de su muerte.

Bystrice pod Hostýnem espera que un día pueda ofrecer a los visitantes una exposición más extensa de la obra científica y artística de estos vecinos extraordinarios suyos.

Fotografías del archivo de Vladimír Kozák (publicadas en el libro "Cartas de Brasil").