El día que el Puente de Carlos casi es barrido por el río Moldava
El histórico Puente de Carlos, en Praga, pudo haber desaparecido para siempre hace diez años, a causa de las fuertes inundaciones de 2002. Las aguas causaron entonces daños materiales millonarios en toda Bohemia, tanto en inmuebles privados como en monumentos históricos custodiados por el Estado.
El 13 de agosto fue cerrado el acceso al Puente de Carlos, por peligro de que pudiera derrumbarse bajo la presión del agua en el río Moldava y el peso de los desechos que arrastraba el río y que chocaban contra las columnas del puente. Se trataba de diversos aparatos, muebles, automóviles, barriles de cerveza y hasta casas de madera enteras, según recuerda Václav Kratochvíl, del cuerpo de bomberos de Praga.
”Nuestra tarea consistió en salvar el puente de piedra a toda costa. En el puente instalamos una draga de cuchara que avanzaba de un extremo del puente al otro. Tenía un brazo de más de 12 metros de longitud para que alcanzara del puente hasta bajo la superficie del río. Teníamos que tener cuidado para no dañar las estatuas barrocas ni las lámparas en el puente. El chófer de la draga debía desviar los desechos para que pasaran por debajo del puente y destruir los elementos más grandes como coches, muebles, etc., que pudieran dañar los pilares del puente”. Los trabajos, iniciados el 14 de agosto, fueron extremadamente complicados porque el conductor de la draga no veía el río y hubo que instruirlo desde lejos. Pero de no mediar el abnegado trabajo de los bomberos, el admirado Puente de Carlos pudo haber corrido la misma suerte que en 1874 cuando durante otra inundación fue seriamente dañado por enormes troncos de madera que llegaron por el río y chocaron contra el puente.El monumento de Terezín, antiguo gueto y campo de concentración nazi para los judíos, situado en Bohemia noroccidental no tuvo la misma suerte. No le ayudaron ni los profundos fosos que rodean el área histórica. Se logró salvar gran parte de los artículos y documentos de la exposición permanente, pero no todo. Hasta hoy continúan los trabajos de reconstrucción en Terezín, por los daños causados por las riadas.
Por otra parte, para el antiguo barrio obrero de Karlín, en Praga, las inundaciones de 2002 significaron un cambio absoluto en el sentido positivo. Y ello a pesar de que las aguas inundaron el barrio hasta unos seis metros de altura y hubo que navegar entonces en lanchas por él.Al bajar el agua, se procedió a una amplia reconstrucción del barrio y éste se convirtió en una de las zonas más modernas de Praga, según sostiene Tereza Babrajová, artista y activista en protección de zonas históricas de la capital.
”En Karlín había antaño solo fábricas y casas obreras, así como lugares abandonados completamente. Después de la reconstrucción, el barrio se transformó en una zona única, donde surgieron nuevos edificios de vivienda súper modernos con atractiva arquitectura y diseño, así como centros administrativos. Es admirable como este barrio abandonado cobró nueva vida y rejuveneció”.Las inundaciones de 2002 fueron las más fuertes en Chequia en los últimos 200 años. Se cobraron 17 vidas humanas y daños materiales por cientos de millones de euros. Solo la reconstrucción del metro de Praga costó más de 238 millones de euros.