Cuando los santos vienen marchando

La estatua de La Piedad
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Desde que empezó a trabajar en Corredor místico, un libro dedicado al Puente de Carlos, se dio cuenta de que tenía por delante un proyecto tan difícil como fascinante. En esta entrevista, la autora checa Alena Ježková nos brinda información esencial sobre uno de los sitios más hermosos del mundo, pero también historias curiosas y desconocidas acerca de los santos en él representados. Como si eso fuera poco, también ofrece consejos útiles para quienes visiten el puente con poco tiempo y hasta explica el vínculo de este emblemático sitio praguense con la Navidad y con los países de habla hispana. 

Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Es probable que todas esas preguntas difíciles que algunos guías de turismo no siempre están en condiciones de responder, las sepa contestar en el acto y sin despeinarse Alena Ježková. Autora de numerosos libros importantes sobre Praga, a la directora de la Galería de la Ciudad de Praga se le ocurrió hace tres años encargarle un libro sobre cada uno de los santos representados en el Puente de Carlos. Y a pesar de que al principio se negó, el libro ya se encuentra a disposición tanto de locales como visitas porque la buena noticia es que, debido a la relevancia turística del tema, la obra se publicó no solo en checo sino también en inglés.

Alena Ježková | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Es que luego lo pensé y me di cuenta de que no conocía ningún libro que se dirigiera al público en general, porque yo creo que la gente de hoy le tiene miedo a los santos: no sabe cómo acercarse a ellos, no entiende qué son las reliquias medievales ni qué significan. Y como ya tengo experiencia con estos temas, yo ya tenía en claro que los santos son personas de carne y hueso, que tuvieron destinos notables”.

En otras palabras, eso significa que, al morir, todas esas personas católicas y europeas se fueron convirtiendo, por algún motivo, en modelos a seguir. En efecto, confirma Alena que la gran mayoría de los santos del Puente de Carlos provenían de familias nobles y, por lo tanto, habían tenido acceso a una buena educación, aunque también es cierto que muchos de ellos renunciaron, en algún punto, a sus títulos y privilegios para servir a los demás. En ese sentido dice la autora que una de sus primeras conclusiones fue que las estatuas del puente conforman una especie de selección que, de acuerdo a los parámetros de la época, muestran lo mejor que tenía Europa en ese tiempo.

Puente de Carlos | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

La alegría del círculo rojo

Bruncvík | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Reconoce Alena que el trabajo de investigación fue más que arduo: si bien conocía de nombre a la mayoría de los santos, no tenía mucha información sobre sus vidas, por lo que en primer lugar tuvo que sumergirse profundamente en cada una de sus biografías para luego ir eligiendo los aspectos relevantes que a ella le interesaba contar.

“Y fue un gran trabajo, porque al principio hice un plan de todas las estatuas y grupos escultóricos y lo colgué sobre mi escritorio. Como una motivación, para verlo todo el tiempo. Y luego descubrí que me llevaba desde una semana hasta catorce días quedar satisfecha con el trabajo que hacía de cada santo y, por supuesto, de casa estatua. O sea, me parecía terriblemente lento. Así que me recompensaba haciendo liberador un círculo rojo cada vez que terminaba de escribir sobre un santo, como un niño. Y así los fui marcando hasta llegar a los  treinta círculos rojos más el trigésimo primero que corresponde a Bruncvík. Ahí me puse muy feliz, pero tomó muchos meses”.

En la presentación del libro | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Para llevar a cabo semejante tarea se respaldó en sitios de internet de las diferentes órdenes religiosas que suelen tener a sus patronos muy bien documentados, pero también en libros antiguos que debía tomar prestados en bibliotecas muy específicas porque ya no se consiguen. Así consiguió leer, por ejemplo, una serie de cartas enviadas por el santo Francisco Javier desde sus misiones en India y Japón, con notables descripciones acerca de esos lugares a los que, a mediados del siglo XVI, no podía llegar cualquier europeo.

De las fotos sin gente a las selfies

Foto: Štěpánka Budková,  Radio Prague International

Al igual que ya había pasado con otros libros de esta autora, Corredor místico incluye numerosas imágenes en blanco y negro tomadas por Jiří Chalupa, quien  también pasó mucho tiempo fotografiando el puente por la sencilla razón de que, en cada época del año, la luz cae sobre los rostros de los santos de un modo distinto. Tanto ella como él estaban convencidos de que una de las claves del libro era que en las fotos pudieran verse a la perfección las distintas expresiones de las estatuas que luego el texto se encarga de explicar.

“Él realmente fue allí ininterrumpidamente durante tres años, y por supuesto debía hacerlo a las cuatro o cinco de la mañana en verano, cuando no hay nadie, porque luego las estatuas están llenas de turistas y no se pueden fotografiar bien. Además, una hilera suele estar más iluminada que la otra, por lo que también tuvo que hacer una planilla y trabajar de acuerdo a las estaciones del año, porque algunas cosas se ven en invierno y otras en verano. Creo que él lo tuvo aún más difícil, pero luego empezamos a ir juntos, porque yo buscaba captar hasta los más mínimos detalles y atributos, porque mi idea era hacer un libro que quisiera ir a comprar yo misma”.

El niño Jesús como gran elemento navideño del Puente de Carlos,  en este caso con San Antonio de Padua | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Alena tiene la esperanza de que su libro pueda servir como fuente confiable de información a los turistas extranjeros porque con frecuencia advierte que miles de personas se toman selfies y siguen adelante, sin saber que en ese puente quizás esté representado algún compatriota. Para ella siempre es muy gratificante encontrar en otra parte del mundo a alguien de nuestro país y cuenta que eso mismo le pasó a ella al ver una estatua de San Juan Nepomuceno en Brasil.

Comunidad europea de santos

Estatua de Ivo de Kermartin | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

También comenta Alena que otro error de las visitas suele ser la creencia de que disfrutar de ese sitio requiere de cierta fe religiosa, cuando en realidad solo un porcentaje muy bajo de los santos del Puente de Carlos son bíblicos. De hecho, la mayoría son personajes históricos que participaron incluso en contiendas bélicas y hasta fueron representantes de la diplomacia europea. En efecto, afirma Alena que en el puente hay más santos extranjeros que checos, incluyendo portugueses, italianos, belgas y también españoles, como es el caso de Francisco de Borja.

“Fue un general de la Compañía de Jesús y tuvo un destino fascinante, porque vivió una experiencia muy fuerte que cambió para siempre su vida. Desde entonces, comenzó a preocuparse por cuestiones espirituales. Nació en una familia ducal, recibió una muy buena educación, se casó, tuvo un excelente puesto en la corte imperial, pero en su adultez, ya casado y con hijos, tuvo una verdadera epifanía al ver en el ataúd el cadáver de la hermosa emperatriz Isabel de Portugal. En ese instante se dio cuenta de que todo es efímero: la vida y todas las cosas mundanas”.

Atardecer en el Puente de Carlos | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Fue nada menos que a San Ignacio de Loyola a quien Francisco de Borja le expresó su deseo de unirse a la orden jesuita. Luego de asegurar el bienestar de toda su familia, cuenta Alena que un buen día decidió entregar todas sus propiedades a su hijo, se cortó el cabello, se puso el hábito y se unió a los jesuitas en Roma. Como general de la orden, se enfocó en la educación y financió una gran cantidad de proyectos.

Las últimas serán las primeras

Explica la autora de Corredor místico que, a principios del siglo XVIII, había tres estatuas de santos españoles jesuitas en el Puente de Carlos: las de San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y Francisco de Borja. En 1890, sin embargo, una poderosa inundación que partió el puente en tres destruyó las estatuas de Francisco Javier y de Ignacio. La primera pudo ser restaurada, pero la segunda era tan compleja que nunca volvió a realizarse. Los restos de ese grupo escultórico que reunía quince figuras fueron encontrados en el río Moldava y hoy están expuestos en el fascinante Lapidario del Museo Nacional. En el año 1918, durante la Primera República, se decidió que su lugar lo ocupara la estatua de los patronos eslavos Cirilo y Metodio, la más joven del Puente de Carlos y la que cerró la galería de esculturas. Y aunque fue realizada en 1928, recién la instalaron diez años después, en pleno ascenso nazi, cuando la mayoría de las estatuas fueron colocadas entre 1683 y 1724.

San Juan Nepomuceno,  una estatua que se volvió referencial | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“La primera estatua que se colocó allí fue la de San Juan Nepomuceno, antes de su canonización, lo cual es algo inédito. La estatua ha estado allí desde 1683 y el permiso para erigirla fue obtenido por el mecenas y noble checo Matyáš Wunschwitz, quien veneraba a Juan Nepomuceno antes incluso de que fuera reconocido como santo, porque creía que había tenido una influencia mística en su vida. De hecho, tuvo una experiencia mística en el sitio del puente donde hasta hoy está marcado el lugar donde Nepomuceno fue arrojado al Moldava. Se convenció de que ahí debía estar la estatua de Nepomuceno y todos confirmaron que ese santo lo merecía, por lo que consiguió el permiso en 1683. Además, es la única estatua de bronce en el Puente de Carlos y se convirtió en el modelo para todas las demás figuras de él en todo el mundo, porque todas se parecen a la estatua de Juan Nepomuceno en el Puente de Carlos. Es decir, en casi todas se ve también que el santo sostiene una cruz, una palma de mártir, lleva una mitra sacerdotal y la aureola con las cinco estrellas. Así lo reconocemos en todo el mundo, incluso en América Latina, donde también llegó su culto”.

Éxtasis en la piedra | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

La idea de homenajear al incorruptible confesor fue tan atractiva que, de inmediato, las distintas órdenes religiosas, los mecenas y las facultades de Medicina y de Derecho de la Universidad Carolina comenzaron a solicitar que se incluyeran también en el puente las estatuas de sus respectivos santos y patronos. Por su parte, el ayuntamiento otorgaba los permisos pero, al mismo tiempo, mantenía incólume su política de reconocer también a los santos checos. Y tal como cuenta Alena, eso provocó que pronto se instalaran grupos escultóricos que hacían convivir a figuras que no tenían absolutamente nada en común como, por ejemplo, el ermitaño checo San Procopio de Sázava y el dominico español San Vicente Ferrer. Y a propósito de extranjeros, también cuenta Alena que la sorprendió mucho el caso de un santo del que no sabía casi nada: el patrón de los abogados San Ivo de Kermartin. Nacido en el siglo XIII en Bretaña, Francia, fue un abogado y sacerdote que se hizo conocido por trabajar gratis para los pobres y ofrecerles su finca como refugio. A pesar de tener en el Puente de Carlos una escultura, en la que se lo muestra rodeado de suplicantes, le sorprendió que no haya ni una iglesia en todo el país dedicada a él. De todas formas, su culto sigue muy vivo en Bretaña, donde se celebra una gran peregrinación anual en su honor, y hasta descubrió que los abogados checos otorgan un premio anual en su nombre para distinguir a los mejores letrados.

La protección siciliana

Foto: Štěpánka Budková,  Radio Prague International

De todas formas plantea Alena que tal vez el elemento más cosmopolita del Puente de Carlos radique en la figura a la que le fue asignada nada menos que la protección de ese tan emblemático monumento.

“La protección mística del Puente de Carlos fue confiada a San Vito, que es un santo de Sicilia, es decir que los sicilianos mantienen su mano protectora sobre el emblemático Puente de Carlos, lo cual es algo que quizás mucha gente no sepa. Es toda una peculiaridad que a mí me lleva a creer que en la época del barroco el mundo debía ser más abierto y libre que el nuestro, teniendo en cuenta que, en la actualidad, se usan demasiados esfuerzos para construir fronteras entre los países”.

Pente de Carlos | Foto: Barbora Navrátilová,  Radio Prague International

Ese curioso nexo con el santo siciliano tiene que ver con que, cuando Carlos IV construyó el Puente de Carlos, también mandó a hacer la Torre del Puente de la Ciudad Vieja, donde pueden verse las figuras de Carlos IV, su hijo Wenceslao y San Vito, el primer protector de las tierras checas, justo sobre ellos. Recuerda Alena que la reliquia de San Vito fue guardada en el Castillo de Praga por San Wenceslao. De hecho, San Vito fue el primer santo cristiano al que se dedicó una iglesia en el Castillo de Praga que hoy es conocido sobre todo por la catedral que lleva su nombre. Además, no hay que olvidar que el puente y la catedral están totalmente conectados: desde la Torre del Puente de la Ciudad Vieja, en el solsticio de verano, puede verse cómo el sol se pone justo sobre la tumba del santo siciliano en el castillo, lo cual se conoce como el misterio de San Vito.

Navidad en el Puente de Carlos

Afirma Alena que hay un patrón que repite cada vez que empieza a trabajar en un nuevo libro: en primer lugar, dejarse atrapar por el tema y, luego, detenerse a pensar en él de un modo global, con la mayor perspectiva posible. En este caso concreto, asegura que se tomó varios meses para reflexionar en torno a lo que representa el puente como conjunto, antes incluso de abordar las historias individuales de sus santos. Tal vez eso mismo explique que, luego de haber publicado y presentado en sociedad su flamante libro en la Casa de la Campana de Piedra (Dům U Kamenného zvonu), la autora sea capaz de encontrar una relación directa entre el Puente de Carlos y el concepto de la Navidad que tanto nos ocupa en estos días.

El niño Jesús con San Cristóbal | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“La relación entre el Puente de Carlos y la Navidad es muy clara: la recurrente imagen del Niño Jesús. Es hermoso encontrar tantas imágenes de Jesús y la Virgen María en el Puente de Carlos. Porque muchas de estas esculturas muestran a Jesús no solo en la crucifixión. Por ejemplo, en la escultura de San Antonio de Padua, un santo portugués que se hizo famoso por su trabajo en Italia, se lo ve llevando al Niño Jesús en brazos. Y no solo él, sino también otros santos, tuvieron visiones místicas en las que la Virgen María les entregaba al Niño Jesús, lo cual creo considero que es una imagen muy hermosa. Así que el Niño Jesús aparece en el puente en muchas formas”.

Otro ejemplo similar que da Alena es la figura del niño Jesús que aparece sentado sobre los hombros de la escultura de San Cristóbal, por lo que en su opinión el Puente de Carlos y la Navidad están muy conectados a través de ese gran emblema que es el Niño Jesús.

Consejos prácticos para visitar el Puente de Carlos

Un ciervo en la estatua del Turco | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Si bien reconoce que el turismo masivo ha afectado un poco la relación de los praguenses con el Puente de Carlos, recuerda Alena que ese es un problema que sucede en muchas otras ciudades históricas como París y Venecia. Ella asegura que si bien algunos checos suelen quejarse de lo difícil que les resulta cruzar el puente debido a los turistas, sigue siendo para todos ellos un sitio profundamente arraigado a su identidad. A ella en lo personal la reconforta ver el interés genuino y la capacidad de asombro que en muchos extranjeros genera el puente y a ellos les ofrece, precisamente, dos consejos prácticos para visitarlo. Como entiende que muchas veces no hay tiempo para verlo todo, insiste en que los visitantes extranjeros busquen a su santo compatriota en el puente porque los hay de casi toda Europa. Por otro lado les recomienda no perderse por nada del mundo la que ella considera la estatua más valiosa del barroco de Praga: el grupo escultórico llamado el Sueño de Santa Lutgarda, una monja belga del monasterio cisterciense que, en su opinión, no es muy conocida en Chequia. Sin embargo, asegura que en esa verdadera obra de arte, el escultor Matyáš Bernard Braun logró causar mucha impresión y revuelo al conseguir capturar en su rostro el éxtasis que Lutgarda, ya ciega, sentía al volverse hacia Cristo. En su opinión, se trata de un trabajo original y de un alto nivel artístico porque logró imprimir nada menos que el éxtasis en la piedra. Por otra parte, Alena Ježková aprovecha la ocasión para asegurarles a los padres que recorrer el puente de Carlos puede ser una experiencia muy divertida incluso para sus hijos pequeños.

Serpiente en la piedra | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Solo hace falta hacerles notar los animales, ¿cuántos animales hay en esas estatuas y grupos escultóricos? Aparecen cosas increíbles. Y no solo animales, sino también criaturas. Hay por ejemplo un demonio pisoteado por una santa, representado como una serpiente con boca de dragón. O también hay un diablo junto a la estatua de San Procopio. Luego podemos encontrar una cierva herida, un ciervo con una cruz entre sus astas, varios leones junto a San Vito, una serpiente saliendo de una grieta en la roca. Y más, muchos más animales. Por ejemplo, a San Cayetano se lo puede ver de pie frente a una columna llena de aves: son como diez pájaros y es fascinante observarlos. Así que solo hace falta decirles a los niños: ‘encuentra el animal’, y ellos lo harán”.

Leones de piedra | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Por último, recuerda Alena que nada dura para siempre y hasta las estatuas del Puente de Carlos están también sujetas al deterioro, ya que la vida útil de la mayoría no supera los doscientos cincuenta años, por lo que algunas ya han tenido que ser reemplazadas por copias. Sin embargo, ella entiende que en ese corredor místico se respira cierto aire de inmortalidad. Quizás porque, tal como ella misma explica, en el barroco y aún en el siglo XIX, la gente iba al Puente de Carlos a encender velas, decoraba las estatuas con flores y pedía la intercesión de los santos. Es decir, creían en ellos, los personificaban. Justamente al pensar en eso, se terminó de dar cuenta de que se trata de un lugar vital: un corredor místico único en el mundo en el que, a cada paso, nos vigila un santo. Y a pesar de haber escrito todo un libro al respecto, reconoce Alena que la mejor descripción del Puente de Carlos le corresponde quizás al escritor Jan Neruda, quien lo definió, magistralmente, como un templo al aire libre.

Animales y demonios en el puente | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International
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