Los misterios de la torre de Judith
La menos visitada de las torres del Puente de Carlos esconde, en su interior, un antiguo y enigmático relieve que se descubrió al construir un baño y nadie sabe en rigor qué significa. En esta entrevista, el librero Jaroslav Navrátil, que a veces organiza visitas guiadas a la torre de Judith, nos ofrece algunas posibles explicaciones y nos cuenta también la curiosa historia del último de sus habitantes.
Ubicada del lado de Malá Strana y construida en el siglo XII, la torre de Judith le debe su nombre al predecesor del puente de Carlos, el puente de Judith, que se construyó entre 1158 y 1172, pero unas fuertes inundaciones lo terminaron por demoler en el año 1342. A diferencia de las otras torres, la de Judith no está abierta al público y eso la vuelve aun más enigmática. Lo cierto es que su escasa relación con el turismo es uno de los motivos por los que no sufrió grandes transformaciones a lo largo del tiempo, tal como nos cuenta Jaroslav Navrátil, vendedor de la librería que está justo al lado y organizador de pequeñas visitas guiadas a lo largo y alto de la torre de Judith, una de las construcciones más antiguas de Praga.
“El relieve estuvo tapiado hasta el año 1887 cuando los residentes de la torre, que tenía seis apartamentos, ganaron la batalla para realizar un retrete”.
“Esta torre tuvo la suerte de no haber atravesado ninguna modificación en beneficio del turismo. Eso nunca ha ocurrido aquí: no se registraron nunca reformas dramáticas. Por el contrario, cada vez que cambiaba el uso que se hacía de la torre, pasaba como en nuestra propia casa. Es decir, voy a realizar algunas modificaciones para poder estar allí, pero de tal modo que me cueste el menor dinero posible”.
En efecto, la torre de Judith, cuyos techos están siendo reparados, tuvo a lo largo de su historia distintos usos. Al principio, servía como defensa del puente, luego funcionó como oficina de aduanas y, durante el comunismo, la policía secreta la utilizaba como centro de control, mientras que, en la actualidad, funciona ahí una librería y distintas salas de conferencia del Club de la Antigua Praga. En su momento, hubo también un edificio de viviendas y agrega Navrátil que el último de sus habitantes vivió hasta junio del año 2010, cuando murió a los 89 años de edad.
“El último habitante de la torre de Judith fue el señor Eduard Šmejkal. Se mudó probablemente con su madre y se sabe que se casó aquí y crió aquí a sus dos hijas, por lo que siempre estuvo íntimamente ligado a la historia de la torre. Se le conoce, sobre todo, por tallar pájaros de los árboles que luego pintaba o hacía pintar para traerlos aquí. También era coleccionista de grabados, tenía una gran colección de grabados, de los que solo quedan algunos porque su hija se los regaló a sus amigos. Los pájaros sí se conservan y en el año 2012 fueron expuestos en el Museo de Roztoky.”
Mucho antes de que ese curioso tallador de pájaros llegara a la torre de Judith, los inquilinos de ese lugar privilegiado del que, en la actualidad, pueden disfrutarse unas estupendas vistas de Praga, lograron que el dueño les construyera un baño. Casualmente, fue esa misma obra la que los llevó a descubrir nada menos que un relieve románico que hoy es propiedad de la Galería de arte de la Ciudad de Praga.
“El relieve estuvo tapiado hasta el año 1887 o 1889, cuando los residentes de la torre, que tenía seis apartamentos, ganaron la batalla por realizar un retrete. Así que al entonces propietario de la torre se le ocurrió excavar una parte de la pared para perforar una tubería y poner allí un inodoro, pero para su sorpresa, al tirar abajo la pared, descubrieron el relieve”.
En la actualidad, el relieve está en una especie de vestíbulo que conduce, a través de una escalera, a las oficinas del Club de la Antigua Praga. Separado del exterior por un grueso vidrio, si bien está bastante deteriorado por el paso de los años, aun puede apreciarse perfectamente. Y aunque el baño que propició el descubrimiento ya no existe, lo cierto es que durante mucho tiempo quienes lo utilizaran podían llegar a disfrutar de una pieza única, aun cuando no todos estuvieran en condiciones de apreciarla.
“Hasta 1937, el relieve formaba parte del retrete. Pero hay que tener en cuenta que, en 1887, casi nadie podría haber comprendido el valor de la pieza, y para la gente que vivía aquí, se trataba, básicamente, de un viejo trasto. Recién en 1937, los historiadores y especialistas en Praga Cyril Merhout y Emanuel Poche consiguieron impulsar la construcción de otro aseo más alejado de la torre, al otro lado del pabellón, para poder demoler la estructura provisional del pasillo con el objetivo de que el relieve fuera un poco más accesible”.
Acerca de la historia del relieve en sí, Navrátil asegura que nadie sabe, a ciencia cierta, quién lo hizo, qué significa ni cómo llegó hasta ese lugar, aunque varios coinciden en que la obra se encontraba, originalmente, en otro sitio, quizás más visible, aunque tampoco se sabe bien dónde. En definitiva, se trata de un enorme misterio sobre el cual existen solo algunas hipótesis que se remontan, por ejemplo, a los tiempos de los caballeros de la Orden de Malta o a explicaciones bastante más pragmáticas como que el relieve y sus figuras realistas servían como referencia para que los visitantes pudieran hacerse una idea de las dimensiones del castillo.
“Una explicación posible es que el relieve muestra al constructor del puente entregándole al rey una maqueta del mismo, aunque es cierto que hay muchas más interpretaciones”.
“Hay dos explicaciones, pero podría haber muchas más: una es que el relieve muestra la escena en la que Federico Barbarroja corona a Vladislav II, quien mandó a construir el Puente de Judith; la otra es que el constructor del puente le está entregando al rey una maqueta del mismo, pero es cierto que hay muchas más interpretaciones. Incluso en la revista del Club de la Antigua Praga de la década del cincuenta se publicó un artículo en el que se recopilan todas esas posibles explicaciones”.
Al tratarse de una obra aislada que, por lo tanto, no cuenta con otros relieves similares, tampoco resulta sencillo identificar con precisión su origen. De hecho, algunos lo ubican en el siglo XII, en coincidencia con la creación del Puente de Judith, pero otros consideran que fue realizado en la época en que se construyó el Puente de Carlos. De lo que no hay dudas es que se trata de una obra muy antigua y de estilo románico cuya creación implicaba, por supuesto, un gran lujo.
“En cualquier caso, debe haber sido algo extremadamente significativo porque era un relieve policromado, coloreado. Hay incluso rastros de colorante rojo y azul que si bien eran extremadamente caros, en ese momento se utilizaban en algunos casos. Lo cierto es que es difícil, realmente difícil saber algo más acerca de cómo el relieve llegó hasta aquí y quién lo hizo”.
Lo interesante es que, pese a estar plagado de múltiples misterios y ser objeto de varias investigaciones que incluso hoy los especialistas intentan esclarecer, el bajorrelieve que esconde la Torre de Judith constituye una obra cumbre de la historia escultórica checa.
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