El compositor checo Antonín Dvořák viajó al nuevo mundo hace 130 años
Antonín Dvořák sigue siendo uno de los compositores checos más reconocidos mundialmente. Logró un gran éxito en EE.UU., país al que arribó por primera vez el 27 de septiembre de 1892.
“Me reciben como si fuese el mayor compositor del mundo”. Así describió Dvořák su llegada a EE.UU. en una carta dedicada a sus amigos de Europa.
Dvořák emprendió el viaje a América el 15 de septiembre de 1892. Viajó primero a la ciudad alemana de Bremen, donde se embarcó rumbo a Nueva York. Las costas estadounidenses las vio por primera vez el día 26 de septiembre, pero debido a una cuarentena obligatoria, pudo pisar el Nuevo Mundo hasta un día después. En una de sus cartas describió el viaje:
“Navegamos nueve días y hacía buen tiempo. Excepto un día. Había tormentas y el océano tardó más de 24 horas en calmarse. Pero después hacía un tiempo precioso hasta Nueva York. Mi mujer con los niños y mi secretario Kovařík se enfermaron y no comieron nada durante dos días. Gracias a Dios, yo aguanté y no me puse malo en todo el viaje”.
Dvořák fue invitado a EE.UU. por Jeanette Thurber, fundadora del Conservatorio Nacional estadounidense, para ocupar el cargo de director de dicha institución. Antes de su llegada, Thurber se empeñó en promocionar la vida y obra de Dvořák en los periódicos, lo cual fue comentado en otra de las cartas del compositor.
“Ya el segundo día todos los periódicos locales, en inglés, checo y alemán, escribían sobre mí y de manera muy entusiasmada. Me reciben como si fuese el mayor compositor de todo el mundo y esperan muchísimo de mi estancia aquí. Estoy ansioso por ver, cómo sigue todo esto”.
Dvořák se encargó del Consevatorio Nacional de Nueva York durante más de dos años y fue ahí donde compuso una de sus obras más famosas, la Sinfonía no 9, también conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo.
La Sinfonía se estrenó en Carnegie Hall el 16 de diciembre de 1893 y fue recibida con grandes ovaciones. “Estaba claro, a dónde se dirigen todas las miradas. Y mientras que el compositor hace reverencias a los espectadores, podemos observar como el poeta de los tonos es capaz de captar los corazones de un público muy amplio”, escribió el periódico New York Herald respecto al estreno.
La Sinfonía no 9 fue la primera composición que sonó en el espacio sideral, puesto que en 1969 la llevó consigo la tripulación de Apollo 11, encabezada por Neil Armstrong. Cuando los astronautas estadounidenses conquistaron la Luna, les acompañaba el Nuevo Mundo de Dvořák.
Antonín Dvořák volvió a su patria en 1895 y en la última etapa de su creación se inspiraba mucho en el folclore checo. Fue en esta época cuando compuso Rusalka, su ópera más famosa y una revelación de su amor por las tierras checas. “Es una pieza escénica de género músico-dramático, pero comprende la enorme alma checa que Dvořák introdujo en sus partituras de una manera imborrable e inimitable”, contó a la Radio Checa el director de orquesta Robert Jindra.
Dvořák dejó un legado de 11 óperas, 9 sinfonías y otras composiciones vocales e instrumentales. Una de sus composiciones para piano que no consiguió terminar, fue concluida en 2019 por la inteligencia artificial y obtuvo el nombre Del Mundo Futuro.