El cierre de los mercadillos agrícolas amenaza a las pequeñas granjas familiares
La temporada alta de los agricultores comienza, pero los mercadillos permanecen cerrados por la pandemia. Los pequeños cultivadores y las granjas familiares luchan por salvar sus negocios y, en muchos casos, su sustento.
La pandemia del coronavirus le ha complicado la vida a emprendedores en muchos sectores económicos. Ha cerrado comercios y limitado servicios. Con el inicio de la primavera llega la temporada alta de los agricultores, que, no obstante, no pueden contar con los mercadillos donde tradicionalmente ofrecían sus productos al público. También estos han quedado prohibidos por decisión del Gobierno.
Muchas granjas familiares dependen de estos puntos de venta. Para numerosos granjeros, los mercadillos constituyen la única opción de cómo ofrecer su mercancía, ya que las verduras recién cosechadas o los productos lácteos, por ejemplo, no pueden almacenarse por un tiempo prolongado debido a su vida útil.
La nevera del granjero Daniel Kolman está llena de productos de leche de vaca. Estos están disponibles durante todo el año. En unos días, iniciará en su granja en Krasolesí, en la región de Vysočina, la temporada de las cabras y la gama de los productos que ofrece crecerá, según contó para la Radio Checa.
“Están naciendo los primeros cabritos y la próxima semana podríamos empezar a producir los primeros yogures de cabra. Sinceramente, estoy aterrorizado por lo que pasará si no hay mercadillos, cómo venderemos los productos de cabra, porque en los mercadillos era donde más ventas teníamos”.
Debido a la situación epidémica en Chequia, Kolman se ha perdido siete mercadillos solo en lo que va del año. Antes suministraba también a hoteles y restaurantes, pero al permanecer estos cerrados, las únicas vías que le quedan son el reparto a domicilio y su tienda. No obstante, estos canales no logran sustituir las pérdidas que, de acuerdo con Kolman, han sido de hasta un 70 %. Además, queda poco espacio para la nueva producción.
“Nunca nos había pasado algo así. Tenemos en la nevera quesos de un año, producidos en marzo de 2020. Y son excelentes, por lo que preferiríamos que estuvieran vendidos ya y nosotros tuviéramos sitio para almacenar los productos nuevos”.
También Radka Šťastná, quien se dedica al cultivo de lechugas, afirma tener una experiencia similar. El cierre de los mercadillos la obligó a liquidar hasta 150 000 lechugas el año pasado, porque no tenía dónde ni a quién vendérselas. Ahora teme que la situación se repita.
“Ya tenemos sembrada la lechuga, al igual que la col china pak choi y la rúcula. Este año hemos reducido los volúmenes en más de la mitad, sembramos como un tercio. No contamos con los restaurantes ni hoteles – los hoteles seguramente no abran – y nos hemos enfocado precisamente en los mercadillos. Y si no se abren, es nuestro fin, porque perderíamos la única fuente de ingresos que tenemos”.
Para resolver la situación al menos de manera parcial y provisional, Šťastná planea abrir un puesto directamente en su campo. No obstante, dado el cierre perimetral, que sigue complicando los viajes en Chequia, los clientes de otros distritos no podrán acudir al sitio.
Además, se aproximan las fiestas de Pascua, un hito importante en la venta de productos agrícolas. Se trata de uno de los periodos más lucrativos de todo el año, según destaca el presidente de la Asociación de Mercadillos Agrícolas, Jiří Sedláček.
“La Pascua es como una segunda Navidad, es un momento importante del año, cuando los agricultores pueden hacer grandes ventas para librarse de su producción y asegurar su sustento. Miles de autónomos dependen de la venta de mercancía vinculada a la Pascua, no solo alimentos, también de productos hechos a mano.”
De acuerdo con la Asociación, la prohibición de los mercadillos agrícolas es discriminatoria y sus representantes han enviado una carta abierta al Gobierno al respecto.
Sedláček afirma que cuentan con informes que demuestran que la propagación del virus en espacios exteriores es mucho más difícil, por lo que el cierre tiene aún menos sentido. Además, según argumenta, en los países vecinos los mercadillos siguen funcionando como siempre. Caen en la categoría de venta minorista, por lo que han permanecido abiertos al igual que los supermercados. De acuerdo con Sedláček, la Asociación está en contacto con las Alcaldías Mayores de Berlín y Viena, con la esperanza de que la experiencia de otras ciudades ayude a encontrar una solución para la complicada situación de los pequeños agricultores checos.
No obstante, la reapertura de los mercadillos agrícolas no parece estar en la lista de quehaceres inmediatos del Gobierno, que quiere seguir limitando la movilidad de las personas al mínimo. Como respuesta, la Asociación de Mercadillos Agrícolas planea presentar una denuncia constitucional.