El auge de las minicervecerías podría tener los días contados
La última década vio florecer el pujante mercado de las minicervecerías en Chequia. Con todo, y a pesar de existir ya medio millar de ellas, su futuro se perfila incierto.
Pocas industrias tienen en Chequia la importancia estratégica de la industria cervecera. Tanto es así que, más allá de su valor como actividad económica, posee una dimensión cultural e identitaria y una tradición de gran arraigo e importancia para el país. Dicho esto, no es de extrañar que un mercado tan amplio ofrezca múltiples posibilidades y acoja infinidad de iniciativas de diversa naturaleza. La industria cervecera checa no solo se adscribe a la producción en masa de grandes marcas sino que figuras como las minicervecerías, pequeñas fábricas de cerveza, han ido ganando cada vez un mayor protagonismo.
A pesar del modesto 2% respecto a la producción total que representan las minicervecerías, se trata de un modelo bien establecido y en auge. En la actualidad se registran en torno a 500 por todo el país, habiéndose inaugurado solo el pasado año una treintena de ellas. Al margen de su aspecto económico y comercial, la gran importancia de estos negocios descansa en su capacidad para introducir nuevos sabores y tendencias en un mercado históricamente bastante conservador como el de la cerveza checa. Así lo afirma Michal Voldřich, director de la Asociación de Mini Cerveceros de Bohemia y Moravia.
“Las tendencias suelen durar unos cinco años, pero siempre dejan una huella. Una de las primeras tendencias fueron las cervezas de fermentación baja más fuertes. Las variedades de alta fermentación, como las cervezas de trigo, se pusieron de moda alrededor del año 2000. Otra tendencia fueron las cervezas aromatizadas, que poco a poco se abrieron paso en los restaurantes. Durante los últimos seis o siete años, las ales y las stouts se hicieron muy populares y, más recientemente, también las variedades agrias".
En la actualidad se estima que las minicervecerías producen 10 000 hectolitros anuales de cerveza, algo a lo que se suma esta dinámica que evidencia un crecimiento constante de este tipo de establecimientos. Además, existe una creciente demanda alejada de las clásicas y grandes marcas, que cada vez apuesta más por las cervezas artesanales de barril o especiales. Si bien podría pensarse que estos son buenos síntomas para el sector, no tendría por qué ser así. La industria ha sido fuertemente castigada por la pandemia y el cese prolongado de la actividad en la hostelería. Esto ha afectado tanto a las grandes productoras como a las de menor tamaño.
Aunque en el año anterior, aún en plena crisis sanitaria, se establecieron más de nuevas 30 minicervecerías, Michal Voldřich afirma que la salud del sector se ha resentido enormemente por toda esta situación.
“Los números realmente no te dicen nada sobre la situación actual, porque muchos de los proyectos habían comenzado antes del coronavirus. La crisis ha agotado todas nuestras reservas, incluso en empresas de mayor capital. Entonces, cuando la gente deja de ir a los restaurantes, nos enfrentamos a problemas existenciales. Necesitamos una compensación estatal, al igual que el sector cultural. La tradición checa de la elaboración de cerveza es una especie de fenómeno y sería una pena perderla”.
Con todo, la situación aún se antoja realmente complicada. Factores como una inflación disparada o la crisis energética hacen prever un aumento en los costes de producción que, irremediablemente, se traducirá en un alza de precios para el consumidor. Tanto es así que Voldřich vaticina que la cerveza se encarecerá de forma importante en el próximo año.
“Las cervecerías regionales no gastan tanto en costos de transporte. Pero los precios de las materias primas y la energía se aplican tanto a las pequeñas como a las grandes cervecerías. Todos tenemos que importar malta y lúpulo y distribuir la cerveza. El precio de la malta y la cebada ha aumentado de manera significativa este año, por lo que todo esto seguramente tendrá un impacto en el precio de la cerveza. Creo que es sólo cuestión de tiempo y habrá que ver por cuánto. Creo que un aumento del 20% en el precio de la cerveza durante el próximo año no será una sorpresa".
La industria cervecera checa, al igual que tantos y tantos sectores, afronta este 2022 en la cuerda floja. Con todo, el acervo nacional respecto a su bebida estrella representa una importante baza a tener en cuenta, más si cabe en un territorio con el consumo de cerveza per cápita más alto del mundo. En gran medida, de ello depende la supervivencia de esta práctica y de la tradición cervecera nacional.