Dos vidas de Viktor Fischl
"He vivido dos vidas. Una como diplomático, otra como poeta y escritor. Como diplomático me desempeñé durante más de 35 años, todo lo de antes y después era y fue literatura. Esta ambigüedad es como un diamante en el que brillan muchas facetas: Praga y Jerusalén. Escritor checo y embajador israelí", dice Viktor Fischl, autor de una serie de obras en prosa, poesía y teatro quien hace poco celebró su 90 cumpleaños.
Viktor Fischl nació en la ciudad de Hradec Králové el 30 de junio de 1912. Allí, en Bohemia Oriental, pasó su niñez y su juventud. En 1938 terminó sus estudios de derecho y sociología en la Universidad Carolina de Praga. Un año más tarde, como judío, tuvo que refugiarse ante los nazis en Inglaterra.
Su misión en Londres consistió en conseguir visados británicos para 70 representantes de la comunidad judía checoslovaca que estaban amenazados por el régimen fascista. Se convirtió en colaborador y amigo del ministro de RR. EE. del gobierno checoslovaco en el exilio, Jan Masaryk. Sirvió de conexión con las organizaciones judías mundiales y posteriormente les facilitó contactos con el Parlamento británico y la prensa.
También se encargaba de organizar actividades culturales que propagaban la imagen de Checoslovaquia. Pero hubo momentos en los que su tierra natal tuvo que asumir el papel de héroe trágico. Acabamos de conmemorar el 60 aniversario del aniquilamiento de los pueblos Lidice y Le"áky por los nazis. Y en aquel entonces, en 1942, Viktor Fischl escribió el poema "Pueblo muerto".
"Fue mi respuesta inmediata a las crueles noticias procedentes de mi país", recuerda hoy el escritor. "Acabé el poema el mismo día por la noche en que allanaron Lidice. Unos días después el "Pueblo muerto" fue traducido al inglés y al polaco y emitido por la BBC. Al mismo tiempo me dirigí a los escritores, por ejemplo a Herbert George Wells, Thomas Mann, a la poeta norteamericana Edna, y sus reacciones, prosa y poemas con el tema de Lidice, las resumí en un libro".
En 1948, de vuelta a Checoslovaquia, escribió la novela "Cantar sobre la pena", con la que ganó el certamen del Club Literario Europeo. Sin embargo, los comunistas le prohibieron publicar el libro. Este fue el último impulso que llevó a Viktor Fischl a trasladarse a Jerusalén.
"Israel es el único lugar donde el judío no vive por casualidad", dice el escritor. "El que yo naciera en Hradec Králové, mi hermana en Croacia, mis padres en Eslovaquia, fue casual. Pero a Israel, a esa tierra pertenecemos por nuestro destino".
Viktor Fischl ingresó en los servicios diplomáticos del joven Estado israelí. Fue embajador en Japón, Barma, Polonia, Yugoslavia, Noruega, Austria, Naciones Unidas. En Tokio fue donde en 1955 Viktor Fischl empezó a usar el nombre hebreo Avigdor Dagan. ¿Por qué "Dagan"?
Al entonces primer ministro israelí, Ben Gurion, no le gustaba que sus diplomáticos tuvieran nombres alemanes. Así que el escritor decidió traducir al hebreo la palabra alemán "fischl", que significa "pez pequeño". A la traducción hebrea "dag" añadió la terminación diminutiva "-on". Así surgió la palabra "dagon", pero ésta debía denominar a un dios filisteo de la abundancia. Como entonces no sabía muy bien el hebreo, al final adaptó su apellido a "dagan", que ya no tiene nada de común con su nombre de origen. Significa "trigo".
En 1977 Avigdor Dagan se jubiló y volvió como Viktor Fischl a la literatura. Y como si intentara recuperar todo aquello para lo que no tuvo tiempo durante su carrera diplomática, publica un libro tras otro. Novelas "Bufones" y "Canto del gallo", "Diálogos con Jan Masaryk", "Cuentos de Jerusalén", libros para niños ... A pesar de vivir más de medio siglo en Israel sigue escribiendo en checo. Se defiende en seis idiomas, traduce sus obras al alemán y al inglés, pero el checo es la única lengua que realmente domina con todos sus matices, explicó en una ocasión el escritor. Al checo tradujo también textos bíblicos: Salmos, El Cantar de los Cantares y Poesía del Viejo Testamento, por primera vez directamente del hebreo, ya que las traducciones checas anteriores se realizaron a partir del griego.
"Estas traducciones no fueron lo más fácil de todo lo que he hecho en mi vida, pero me sentía feliz al realizarlas", confesó Viktor Fischl. "Al verter el fuerte vino judío con cautela y con la respiración contenida a la jarra de cristal de los finos versos checos tenía la sensación de ofrecer a probar también una parte de mí mismo. Ese vino brotó de mis raíces más profundas".