Destruido hace 80 años por los nazis, el pueblo checo de Lidice vive
Los nazis arrasaron el pueblo checo de Lidice el miércoles 10 de junio de 1942. Esa acción que impactó al mundo entero, fue una venganza por el atentado contra el cabecilla Reinhard Heydrich, al frente del Protectorado de Bohemia y Moravia.
El pueblo de Lidice, situado a unos 25 kilómetros de Praga, tenía 503 habitantes en 1942, cuando los nazis decidieron borrarlo del mapa. El atentado contra el protector nazi de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, cometido el 27 de mayo de ese año y su posterior muerte el 4 de junio, irritó a la cúpula nazi de tal manera, que decidieron vengarse contra la nación checa.
El 10 de junio de 1942 los nazis invadieron el lugar, arrasaron más de 100 edificios, incluida la iglesia local. Ese día desaparecieron todos los habitantes de Lidice. Los hombres, incluidos los adolescentes y ancianos, fueron fusilados directamente en el pueblo, las mujeres y los niños terminaron en campos de concentración, y a algunos menores se los llevaron a Alemania para ser reeducados. En total 192 hombres, 60 mujeres y 88 niños no sobrevivieron la embestida contra Lidice. Después de la Segunda Guerra Mundial regresaron sólo 143 mujeres y 17 niños.
Eduard Stehlík, director del Monumento de Lidice, sostuvo en entrevista para Radio Praga Internacional, que el plan de la destrucción de Lidice surgió alrededor del 7 de junio.
”Sin duda, la decisión inicial fue del secretario de Estado alemán en el Protectorado de Bohemia y Moravia, Karl Hermann Frank. El mismo día del atentado contra Heydrich, el 27 de mayo de 1942, Frank declaró el estado de sitio y la ley marcial en el Protectorado, fueron creados 10 lugares para efectuar ejecuciones”.
A partir de ese momento abundaron las ejecuciones, para terminar en el patíbulo era suficiente reír en público, tirar una imagen de Heydrich a la papelera, prácticamente por la cosa menos esperada.
Como indicara Eduard Stehlík, la destrucción de Lidice fue un acto brutal de represión, que buscaba intimidar a la población durante las investigaciones sobre los autores del atentado contra Heydrich.
Alguien le informó a la Gestapo que en Lidice vivía cierta persona que podía estar en contacto con la resistencia, y los nazis no vacilaron en lanzarse contra ese pueblo.
Resulta, que pasadas dos semanas del atentado y casi una semana de la muerte de Heydrich, las fuerzas de seguridad nazis no disponían de pista alguna que les condujera al paradero de los responsables de la muerte de uno de los altos representantes del Tercer Reich.
El plan nazi de aprovechar el caso de Lidice en su propaganda tuvo un efecto inesperado
La destrucción de Lidice fue de tales dimensiones, que los nazis decidieron aprovechar aquello para fines propagandísticos y enviar un mensaje al mundo sobre lo que ocurriría a los enemigos del Reich.
Los nazis aseguraron que lo ocurrido en Lidice se debió a las actividades de enemistad de la resistencia checa. Se regían por el lema del ministro de Propaganda, Joseph Göbbels, de que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. En el caso de Lidice, no obstante, ocurrió lo contrario, según recalcó a Radio Praga Internacional el historiador Eduard Stehlík.
”El crimen de Lidice provocó una enorme repercusión en el mundo. La información oficial decía que los hombres de Lidice fueron fusilados, las mujeres enviadas a campos de concentración y los niños serían reeducados, pero la realidad fue mucho peor. Entre los hombres asesinados hubo varios adolescentes, uno no había cumplido ni 15 años. En cuanto a las mujeres, éstas fueron enviadas a campos de concentración bajo la orden de ser asesinadas allí. Y de los 105 niños de Lidice, después de la guerra fueron encontrados sólo 17. Más de ochenta fueron asesinados con gas dentro de automóviles en Chelm, Polonia. Se trató de una brutal masacre”.
A pesar de que la noticia oficial no incluyó todos los horrores cometidos por los nazis en Lidice, aquello impactó al mundo. Dos semanas después los nazis hicieron lo mismo en el pueblo de Ležáky, en la Meseta Checo-Morava, pero este nuevo crimen no lo aprovecharon en su propaganda.
El mismo destino de Lidice lo sufrieron también otros pueblos de Europa
Lidice no fue el único pueblo arrasado durante la Segunda Guerra Mundial por la Alemania nazi en los países ocupados, como recordara Eduard Stehlík.
“Semejante destino corrieron pueblos en territorio de la entonces Unión Soviética, Bielorrusia, Ucrania y otros países. Sus habitantes fueron asesinados de forma aún más brutal, quemados vivos por ejemplo. La diferencia con Lidice es que esos pueblos se hallaban en medio de los campos de batalla, mientras que la aldea checa estaba en la retaguardia, en un lugar sin enfrentamientos armados. A pesar de la ocupación de Bohemia y Moravia por los nazis y la existencia del Protectorado, había allí relativa calma hasta ese nefasto 10 de junio de 1942. Cercar a un pueblo que vivía tranquilamente y preparar a sus habitantes un destino tan horroroso como le tocó vivir a Lidice, es algo horripilante”.
Lidice sigue con vida en Chequia, así como en América Latina
El mundo reaccionó a la tragedia de Lidice dándo su nombre a calles y plazas en numerosas ciudades del Reino Unido, Estados Unidos, México. También hubo movimientos que comenzaron a reunir dinero para levantar un nuevo pueblo de Lidice en el mismo lugar, cerca de Praga.
Gracias a la admirable solidaridad internacional, Lidice fue reconstruido al acabar la guerra. Las primeras casas de la nueva aldea fueron levantadas en 1949.
Pero, como señaló en entrevista para Radio Praga Internacional el historiador Eduard Stehlík, director del Monumento de Lidice, el destino de ese pueblo checo impulsó a mucho más.
“Un movimiento realmente fuerte hemos registrado en países de Latinoamérica, donde los padres ponían y siguen poniendo hasta el presente el nombre Lidice a sus hijas. Este hecho es sin duda uno de los más emocionantes que he registrado en lo que respecta a la repercusión internacional a lo ocurrido en Lidice”.
Stehlík indicó que le sorprende sobremanera ese gran interés por el destino de Lidice en los países de América Latina, más cuando esos territorios se encontraban lejos de los combates de la Segunda Guerra Mundial.
“Confieso que hasta hoy ese hecho no llego a explicármelo. Son países que estaban lejos de lo que pasaba en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. A lo mejor precisamente por ello fueron capaces de imaginarse la magnitud de la tragedia de Lidice. Imagínense, tienen una familia, una esposa, hijos, viven en relativa tranquilidad, no se meten en nada. Y de pronto un día alguien les conduce a un sitio donde fusilan a tus vecinos, padres e hijos y en el que te espera el mismo destino. Algunos de los niños son enviados a campos de concentración, otros asesinados. La amplitud de esos horrores llega a tocar los corazones incluso de personas que viven a miles de kilómetros de distancia. Era algo inesperado e inimaginable y creo que por ello la gente reaccionó de esa manera”.
Stehlík apuntó que es casi imposible averiguar cuantas mujeres y niñas llevan el nombre de Lidice, pero que en el Monumento levantado después de la guerra, pudieron acoger a numerosas visitantes del extranjero con ese nombre.
En cuanto al nombre de Lidice dado a ciudades, pueblos, calles y plazas en el mundo entero, el historiador dijo que son miles de casos. Apuntó que, por ejemplo, actualmente su institución está en contacto con un periodista checo radicado en Chile, quien asumió la tarea de elaborar un registro o mapa de lugares en países de América Latina, que llevan el nombre de Lidice.
”Tengo la gran esperanza de que dentro de uno o dos años lograremos publicar su libro, en el que va describiendo justamente sus visitas a los diferentes países de América Latina en busca de alguna huella de Lidice. Con frecuencia esos descubrimientos son sumamente emotivos y sorprendentes para nosotros, ya que hasta entonces no sabíamos de su existencia”.
Pasados 80 años del arrasamiento de Lidice, quedan muy pocos testigos directos de esa tragedia. Por ello, según subrayó Eduard Stehlík, adquiere tanta importancia la labor del Monumento de Lidice. Porque mientras se hable de las víctimas de esa barbarie nazi, éstas siguen con nosotros y el nombre del pueblo checo se vuelve inmortal. Las proclamaciones del líder nazi, Adolf Hitler, de que “Lidice morirá para siempre” no se han cumplido. ¡Lidice vive! Hoy en día el pueblo tiene más de 540 habitantes y cuenta con unas 200 casas de vivienda.