Cuanta menos libertad había, más sexo se practicaba

El sexo en el ámbito laboral y la tolerancia social a la infidelidad fueron dos fenómenos de los años setenta y ochenta del siglo XX en la Checoslovaquia comunista.

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Escasos productos en las tiendas, dificultades para viajar al extranjero y una limitada presencia de la cultura internacional fueron algunas de las marcas distintivas del régimen comunista en Checoslovaquia. Sin embargo, la diversión es vital para el ser humano y el sexo se sumaba a los pasatiempos más asequibles, explicó a la Radio Checa el sociólogo Ivo Možný.

“El sexo era uno de los pocos placeres disponibles por entonces que tenía la misma calidad que hoy. En aquella época, los productos de repostería en las tiendas eran asquerosos, nunca había peras y ni quieran saber qué tipo de carne se vendía en las tiendas. No obstante, el sexo no era peor que hoy, así que la gente lo disfrutaba activamente. Una imagen típica del socialismo checoslovaco era un acto sexual sobre un escritorio en una oficina. Y eso no es malo, sigue siendo sexo de calidad”.

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De acuerdo con la socióloga Kateřina Lišková, la gente no sentía tanta presión laboral en comparación con la actualidad, por lo que siempre tenía tiempo para actividades extra en sus empleos y para cultivar distintos tipos de relaciones, incluidas las sexuales. Obviamente, estas actividades no eran asequibles para cualquiera. Mientras que los obreros en las acerías o los conductores de metro tenían que enfocarse solamente en sus tareas laborales, los empleados en las oficinas e institutos tenían más oportunidades para experimentar otras actividades más allá de las laborales. Uno de los motivos por el cual las oficinas y los escritorios se convertían en lugares de actos sexuales era el hecho de que no se permitía alquilar una habitación en un hotel a la persona que tenía residencia permanente en la misma ciudad. Además, la prostitución figuraba en el Código Penal como un delito. No obstante, muchos ni siquiera tenían la necesidad de pagar por el sexo, ya que podían disfrutar de este placer de forma gratuita en sus empleos.

Con la infidelidad hacia la libertad

Petr Šmolka | Foto: Adam Kebrt,  Český rozhlas

Cómo mejorar la vida íntima fue uno de los temas constantemente discutido durante el régimen comunista, mientras que hoy los problemas sexuales han pasado a un segundo plano, sostuvo para la Radio Checa el consejero matrimonial Petr Šmolka. Por otra parte, la vida sexual desatada, especialmente en los años setenta y ochenta, ha convertido la infidelidad conyugal en un inmenso problema social, explica la psicóloga Kateřina Irmanová.

“El principal motivo por el que la gente acudía a las terapias era la infidelidad. Yo diría que la infidelidad era una forma de camino hacia la libertad. Suena absurdo, pero realmente era así. La infidelidad y el abandono de la familia eran prácticamente la única rebelión posible. Las parejas se divorciaban a menudo. El divorcio entonces no era un desastre económico, como tiende a ser hoy, especialmente para las mujeres. Ahora la gente a menudo no puede permitirse el divorcio, por lo que la tolerancia a la infidelidad es mayor”.

“El que evitara el matrimonio era un parásito social”

El régimen comunista proclamaba que la familia era la base del Estado y los divorcios masivos no beneficiaban su funcionamiento. Divorcios por motivo de la infidelidad del cónyuge eran considerados una falta moral mayor que la propia infidelidad, según insinuaba por entonces Miroslav Plzák, el consejero matrimonial checoslovaco más popular de los años setenta y ochenta.

Miroslav Plzák | Foto: ČT24

“Una mujer descubre la infidelidad de su marido y se divorcia de él. Su razonamiento es: “No puedo soportar la infidelidad de mi marido”. La mayoría de la gente estará de acuerdo con ella porque la norma subconsciente sigue siendo que el marido es moralmente culpable. Algunas personas anteponen el amor entre cónyuges al amor por los hijos. El dolor subjetivo de la mujer era mayor que el amor por sus hijos. Esta actitud suya no puede considerarse moral en el futuro. La relación entre padres e hijos debe ser lo primero y sólo después la relación entre cónyuges. El deber de la esposa es asumir la infidelidad de su marido”.

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La tasa de matrimonios era en aquella época del 96% y según también proclamó el consejero matrimonial Miroslav Plzák, “el que evitara el matrimonio era un parásito social”. Sin embargo, en todas las sociedades viven alrededor de un 4% de homosexuales, entre un 3% y un 4% de personas con discapacidades mentales graves y un 4% con discapacidades severas. En tal virtud, en todas las sociedades hay al menos un 10% de personas que no tienen la capacidad física para contraer matrimonio. Sin embargo, el régimen comunista los incitaba a casarse, generando así un grupo de personas desesperadas con su vida sexual.


La primera parte de nuestra serie sobre el sexo en el socialismo estuvo dedicada principalmente a los años setenta y ochenta. En la próxima edición profundizaremos en la historia para contarles por qué los checoslovacos en los años cincuenta eran los mayores conocedores del orgasmo femenino del mundo.

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