Científicos checos quieren concienciar contra la contaminación lumínica
Un grupo de científicos checos ha aprovechado la pandemia de coronavirus para estudiar con más detalle la procedencia de la contaminación lumínica.
La contaminación lumínica es un problema del que todavía queda mucho por estudiar, pero ya existe consenso en que afecta a aspectos tan dispares como el sueño, el gasto energético y a los animales que viven cerca de áreas pobladas.
Es por ello que un proyecto de la Facultad de Electrotecnia y Tecnologías de la Comunicación de la Universidad Técnica de Brno tiene la misión de registrar cuáles son las mayores fuentes de luz durante la noche.
Curiosamente, una situación negativa como la pandemia de coronavirus produjo una oportunidad única para avanzar con estos estudios, como explicó en una entrevista para la Radio Checa el director del proyecto, Petr Baxant. Aprovechando que durante varios meses no estuvo permitido salir a la calle a partir de cierta hora, Baxant propuso que una noche se apagase la iluminación pública en la ciudad de Brno.
“Un mes antes de la prueba escribimos al director general de la compañía que lleva la red eléctrica y a las personas encargadas de la iluminación pública. Les dije que sería bueno probar a apagar todas las farolas, que teníamos una oportunidad única para medir algunas cosas. Y respondieron que no era tan fácil como pensaba. Puede que fuera un problema más político que técnico. Entonces lo dejé así, pero ellos se lo pensaron y un tiempo después me respondieron que lo iban a hacer. Me sorprendió mucho y me dije que había que coger todos los aparatos rápido y empezar a hacer algo”.
Tras conseguir el visto bueno de las autoridades, el equipo subió a una colina de la capital morava para hacer fotografías y mediciones. Asimismo, pudieron contar con un avión que se encargaba de realizar tomas aéreas.
Para sorpresa de Baxant y su equipo, esa noche no se hizo la oscuridad. Con las mediciones, confirmaron que la iluminación pública no suponía ni la mitad de la contaminación lumínica de la ciudad.
“Contábamos con que la contaminación lumínica debía bajar en torno a un 45 % si desconectábamos la iluminación pública, y pensábamos que podíamos superar ese número, pero no. Fue una sorpresa ver que a pesar de haber apagado unas 43 000 luces públicas, no conseguimos una oscuridad total”.
Las luces procedentes de comercios, publicidad y áreas privadas seguían predominando en buena parte de la ciudad. Esto llevó a Petr Baxant a unas reflexiones sobre el origen del problema, donde quizás, independientemente de la falta de legislación, es necesario que la gente entienda que la luz también puede ser perjudicial si se abusa.
“Deberíamos conseguir que la gente fuese consciente de que esto no es bueno sin que necesiten ninguna ley para ello. Que comprendan que iluminar por la noche no es natural, es solo un logro de nuestra tecnología. Pero lo hacemos de una forma tan regular que no nos damos cuenta de que no es natural. Por ejemplo, nos encanta la música, pero sabemos que no deberíamos poner música con el volumen alto por la noche, hay incluso leyes sobre el tema. Pero con la luz no existe nada todavía que nos alerte de que nos estamos excediendo”.
Según Petr Baxant, un comienzo para concienciar a la población podría ser un apagón voluntario un día al año, lo que permitiría observar estrellas que no vemos brillar normalmente.
“Si simuláramos un apagón, quizás nos sorprendería ver lo que hay sobre nuestras cabezas. También puede pasar sin que lo busquemos, pero podríamos simular un día al año que hay un apagón, por ejemplo, apagamos voluntariamente y estaremos preparados con antelación”.
Los astrónomos fueron los primeros en alertar sobre la contaminación lumínica hace décadas. Pero además de dificultar las observaciones del cielo nocturno, se ha demostrado que el uso excesivo de iluminación en horas inapropiadas empeora la calidad del sueño y aumenta las probabilidades de sufrir problemas mentales. Además, las alteraciones provocadas por el exceso de luz afectan al desarrollo de la flora y la fauna.