Biosensor que detecta la presencia de toxinas

Staphylococcus aureus
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En el correo enviado a un político de alto rango aparece un sobre que contiene un sospechoso polvo blanco. ¿Será ántrax o una sustancia inocua? Para responder a esta pregunta se necesitan hoy en día algunas horas. Los llamados biosensores permitirán identificar la presencia de toxinas bacterianas en cuestión de minutos. También los científicos checos desarrollan un biosensor capaz de detectar toxinas producidas por bacterias, aunque estén presentes en cantidades mínimas.

Foto: Comisión Europea
El corazón del equipo biosensor desarrollado por los investigadores checos es un chip cubierto por una delgada capa de oro. Los científicos colocan sobre la superficie dorada los llamados receptores, es decir moléculas biológicamente activas que van a retener a la sustancia buscada, por ejemplo, la toxina del antrax. Los especialistas provocan después en la superficie del chip una onda electromagnética especial y observan con qué velocidad se propaga.

Estando presente en la muestra la toxina buscada, sus moléculas quedan embutidas en los receptores y frenan el paso de la onda electromagnética. De esta manera queda revelada la presencia de la toxina buscada. Si la onda electromagnética no se altera al pasar por la superficie dorada del chip, entonces los científicos ya saben que en la muestra no hay toxinas.

El equipo biosensor desarrollado por científicos checos es capaz de detectar rápidamente la presencia de ocho sustancias. El equipo logró detectar en la leche cantidades mínimas de la toxina producida por la bacteria Staphylococcus aureus.

Los científicos checos colaboran en la investigación de biosensores para alimentos seguros con especialistas de la universidad de Seattle y cuentan con el apoyo del Food and Drug Administration de Estados Unidos. La meta del equipo científico checo es desarrollar un biosensor capaz de detectar en cuestión de minutos decenas de sustancias en muestras de sangre o del plasma sanguíneo.

Los biosensores podrían ayudar también a los higienistas a identificar los causantes de las epidemias. En el presente se necesitan hasta 48 horas para que de las muestras obtenidas de los pacientes crezcan bacterias en el caldo de cultivo. Tan sólo después los especialistas pueden decir con toda seguridad que se trata, por ejemplo, de salmonelosis.

Con ayuda de biosensores se reducirá el tiempo necesario para identificar el agente patógeno y evitar de esta manera el agravamiento de la enfermedad y atajar la propagación de la epidemia tomando sin demora las correspondientes medidas.

Por su parte, los equipos especializados en la lucha contra el terrorismo podrán verificar muy rápidamente qué sustancia química o biológica han utilizado los terroristas. Hoy en día la identificación del ántrax requiere varias horas; un biosensor experimental necesita 15 minutos para detectar la presencia de esta arma biológica.