Clases de español para mayores
Poco después de descubrir que lo suyo era dar clases de español, Michaela Hromadová comenzó a enseñar en un instituto que, junto al municipio de Praga 7, organiza lecciones muy económicas para personas mayores de 55 años. En esta entrevista, la joven profesora checa nos cuenta su particular experiencia y por qué considera que sus estudiantes aprenden más rápido que los jóvenes.
El camino que llevó a Michaela Hromadová a enseñar español tuvo varios obstáculos que ella misma se encargó de ir sorteando. En primer lugar, porque en su escuela secundaria no se ofrecía ese idioma como segunda lengua y, por lo tanto, tuvo que estudiar francés. Luego porque se graduó en la carrera de biología molecular y, aunque al principio tenía toda la intención de desarrollarse en ese campo, no tardó en darse cuenta de que no le gustaba tanto como suponía porque, entre otras cosas, en la soledad del laboratorio echaba de menos el contacto con la gente.
“Y también tengo algunos problemas de espalda, entonces lo del laboratorio no era lo mío y pensando qué podría hacer, me acordé que durante la universidad daba clases particulares de español y entonces se me ocurrió mejorar un poquito mi nivel, hacerme el certificado en el Cervantes y justo después empecé a trabajar aquí en el Centro Elpida”.
“Me sorprendió mucho el nivel, incluso hay estudiantes con nivel B2 que conocen todos los subjuntivos”.
Aunque también da clases privadas, hace ya tres años que Michaela trabaja en ese instituto que, en cooperación con el municipio de Praga 7, organiza cursos muy económicos y populares de español, francés, alemán, italiano e inglés para vecinos mayores de 55 años. En su caso particular, se desempeña como profesora de español y enseña una vez por semana a tres grupos que, a pesar de tener en común el hecho de ser personas grandes, tienen, por supuesto, sus peculiaridades.
“Cuando empecé a trabajar aquí me sorprendió mucho la variedad de personajes que vienen porque los cursos son para mayores de 55 años y también hay personas de ochenta, entonces de repente tenía a un señor de 55 pero al mismo tiempo llegó un señor que tenía ochenta y algo, pero era absolutamente capaz de hablar español y me sorprendió mucho el nivel. Incluso hay estudiantes con nivel B2 que conocen todos los subjuntivos”.
Algunos de los motivos que explican semejante nivel es que varios de sus estudiantes trabajaron en España o América Latina, o viajan con frecuencia y hasta tienen varios amigos en muchos de esos países. En el caso concreto del grupo que menciona, cuenta Michaela que dedica gran parte de su trabajo a refrescar conocimientos y perfeccionar la capacidad comunicativa. De todas formas repite que cada grupo es único porque también tiene algunas alumnas que le piden estudiar la gramática y no se cansan hasta ver cada una de sus normas y reglas.
“Pero en otro grupo de nivel parecido hay señoras que viajan mucho a España o tienen familiares en España, hijos o nietos, entonces necesitan ser capaces de hablar en las situaciones del día a día, en el restaurante, en el supermercado, por lo que en ese grupo hablamos más y no nos concentramos tanto en la gramática”.
Además del grupo más avanzado de conversación, Michaela tiene otro de nivel intermedio de personas que dominan muy bien el pasado, pero aún tienen problemas con el subjuntivo que, en su opinión, es uno de los temas más difíciles de explicar a los checos. Por último, le enseña a un grupo de falsos principiantes que también cuentan con bastante nivel porque lo integran mujeres que llevan entre dos y tres años de práctica. Ella considera que lo mejor de tener estudiantes tan avanzados es que no hay forma de aburrirse con ellos. De hecho, está convencida de que cada encuentro le permite cargar energía y aprender algo nuevo. Sin embargo, reconoce que siempre debe estar preparada para recibir algunas críticas y hasta correcciones por parte de sus alumnos.
“Por ejemplo, un señor trabajaba de geólogo en América Central y entonces tiene un vocabulario enorme sobre geología y yo no conozco nada de eso”.
“La gente mayor adelanta a los otros alumnos adultos o adolescentes porque casi todos tienen una motivación y una determinación muy fuertes”.
En cuanto a las dificultades de trabajar con personas mayores dice que el único tema a tener en cuenta es que, a veces, no resulta tan fácil ganarse su confianza. Sin embargo, tampoco es imposible: requiere un poco de paciencia, comprensión y, sobre todo, tiempo para que ellos la conozcan y se empiecen a sentir seguros. Lo más importante es que está convencida de que ese tiempo de preparación vale la pena porque, después de todo, los resultados terminan apareciendo muy rápido.
“Al final, creo que a veces la gente mayor adelanta a los otros alumnos adultos o adolescentes porque casi todos tienen una motivación y una determinación muy fuerte y saben exactamente por qué quieren estudiar y creo que eso es un motor enorme para ellos”.
Aunque Michaela no quiere decir que sean mejores estudiantes, sí tiene la sensación de que las personas mayores muestran quizás avances más significativos que los jóvenes. En su opinión, el motivo principal es que valoran mucho el tiempo y, por lo tanto, lo aprovechan al máximo: son muy aplicados y, a diferencia de la mayoría de los niños y adolescentes, les encantan las tareas.
“Para todos los cursos se ofrece una clase de prueba y una vez vino una señora y dijo: ‘a mí no me gustan nada las tareas para la casa y no las hago nunca’. El resto de la clase quedó boquiabierto y después me dijeron: ‘pero, Míša, ¿qué hace esta señora entre nosotras si no quiere las tareas? ¿Qué es eso? No se puede aprender sin las tareas’”.
Por último, lo que más la sorprende de muchos de sus estudiantes es su notable memoria para incorporar nuevo vocabulario y sinónimos. Revela, además, que no les gustan los juegos ni trabajar en parejas porque se sienten cómodos conversando todos juntos sobre distintos temas de cultura. Otra de sus actividades favoritas es escuchar y bailar canciones de Enrique Iglesias. En definitiva, asegura Michaela que sus estudiantes tienen muy en claro qué les funciona a la hora de aprender. Y ella reconoce que, al menos en ese sentido, nunca se equivocan.