Miroslav Valeš: “Las mejores formas de aprender un idioma son en la cama o en los bares”
Luego de escuchar la presentación de una de sus estudiantes, el profesor Miroslav Valeš de la Universidad de Liberec decidió viajar a los tres únicos pueblitos de España donde se habla a fala, una lengua minoritaria que literalmente conquistó su corazón. Luego de publicar un monumental diccionario bilingüe a fala – castellano está por terminar también una gramática que confirmará a este lingüista checo como el mayor experto en esa curiosa lengua romance.
“Nos pasamos el email y quedamos tan en contacto que ahora es mi pareja y ya llevamos doce años juntos”.
Miroslav Valeš
El director del Departamento de Lenguas Románicas de la Universidad de Liberec, Miroslav Valeš, puede jactarse de aprender de sus alumnos. En 2011, propuso un proyecto en el que sus estudiantes debían investigar diferentes lenguas minoritarias. Una de ellas realizó una presentación sobre a fala, una lengua que se habla únicamente en tres pueblos de España: Eljas, San Martín de Trevejo y Valverde del Fresno. Tan específico es este idioma que ni siquiera es conocido en los pueblos vecinos. Ese mismo año, la universidad tenía fondos sobrantes destinados a proyectos, y Valeš aprovechó la oportunidad para profundizar en el estudio de esa lengua minoritaria. En diciembre de 2012, ya estaba revisando su grabadora y poniéndose perfume para entrevistar a la directora del colegio de San Martín de Trevejo durante el recreo largo, quizás sin imaginar el atractivo que puede ejercer una lengua romance.
“Ella me dio algo de información y la invité a cenar, como para hablar un poquito más del tema. Y como ella, en realidad, es de Eljas, la cena la tuvimos en ese otro pueblo. Luego de cenar, como suele sueceder en esos casos, nos pasamos el email y quedamos en contacto para cualquier cosa. Pero tanto quedamos en contacto que ella ahora es mi pareja, y ya llevamos doce años juntos”.
A fala, que se acaba el mundo
Explica Miroslav que, aunque el idioma se llama a fala, el nombre no está tan consensuado ni convence a todo el mundo. Ni siquiera sus propios hablantes lo utilizan mucho porque cada uno de los tres pueblos tiene su propio dialecto y, cuando les preguntan a sus habitantes en qué idioma hablan, ellos suelen responder con el nombre de esas tres variantes que son, respectivamente, lagarteiru, mañegu y valverdeñu. El conjunto de los tres es a fala. Lo cierto es que, al volver a Chequia, él le mandó un mail a Araceli, la directora del colegio y su actual pareja, pidiéndole que le contestara en lagarteiru porque quería empezar a aprender y ella le respondió algo que a él le pareció insólito: si él le escribía en español, a ella le resultaba imposible responder en lagarteiru.
“Tienen un chip. Todos, no solo ella. Todos los que hablan a fala tienen un chip y cambian de idioma de manera permanente. Si vamos los dos al pueblo y a mí la gente me conoce y a ti no, y eres un hablante de castellano, mi amigo me va a hablar a mí en lagarteiru y a ti te va a hablar en castellano. Y así; te mira a ti: castellano; me mira a mí: lagarteiru. Y no se equivocan, no se equivocan aunque hubiera unas cinco personas: le hablan a cada uno en su idioma. Y si tu les dices ‘háblame en lagarteiru’, ellos no son capaces de hacerlo: una vez que tienes la cara de castellano, ya no cambian”.
A Miroslav no le quedó más remedio que seguirle la corriente y empezó a escribirle mails a su futura amada en un idioma que no conocía, equivocándose todo el tiempo e inventando cosas casi siempre. El plan, sin embargo, funcionó: gracias a que ella le contestaba por escrito en ese idioma, en unos seis meses pudo aprender lo básico. Luego, al volver a visitar el pueblo, comenzó a hablarle a todos en lagarteiru así que su cara quedó asociada a ese idioma y nunca más tuvo que usar el español en ese sitio.
La evolución del romance
Aunque parezca algo increíble, él insiste en que varias anécdotas confirman esa peculiaridad de sus hablantes. Por ejemplo, la de un señor de Valverde que le aseguró que habla valverdeñu con todo el mundo, salvo con su mejor amigo debido a que, cuando se conocieron, comenzaron a hablar con él en castellano y, por lo tanto, ya no fueron capaces de cambiar. En cuanto al idioma en sí, explica que las principales diferencias con el castellano se advierten en los diptongos, ya que palabras como “piedra” en lagarteiru es “pedra”; mientras que el diptongo “ue” en palabras como “vuelvo” o “huevo” ellos la convierten en “volvo” y “ovo”.
“Hay cosas muy parecidas al portugués y al gallego: como la F inicial que conservan en palabras como “horno” (“forno”). O sea que sí, algunos lo consideran como una tercera rama del galaico portugués. O sea que puede ser que ahí tenga un poquito más de relación, pero también hay cosas que se parecen al asturleonés, por ejemplo. O sea que todas las lenguas de la zona son un poquito como un continuum, son románicas. Y esto es producto de la evolución del romance”.
Sin querer entrar en esos debates, él tuvo en claro desde el comienzo que mucho más que el origen, le interesaba la actualidad y hasta el futuro de la lengua. En parte porque tiene la impresión de que quienes intentan buscar un origen en verdad pretenden etiquetar al idioma como un mero dialecto del portugués o del gallego, con el objetivo de apropiárselo. Él, por el contrario, la define como una lengua autónoma vinculada al español y, si bien tienen de vecinos a los portugueses y hasta cree que les guardan mucha estima, está convencido de que ellos no se sienten portugueses ni gallegos.
“Ahí la secuencia de identificación es más o menos así: lagarteiru, o alguno de los tres, digamos típicamente lagarteiru, extremeño, español, europeo. Españoles se sienten españoles porque lo son. Pero, al mismo tiempo, diferencian perfectamente las dos lenguas porque son bilingües; aunque las tienen separadas, son dos cajas separadas: lagarteiru, o cualquiera de las tres, y castellano. Y por eso es simplemente una lengua, a veces hasta sus propios hablantes lo llaman dialecto, pero ¿dialecto de qué lengua? Porque no existen los dialectos por sí solos”.
En cuanto a la relación con el español dice que el léxico más técnico o sofisticado es bastante parecido, pero no el que se usa a nivel cotidiano. En la conjugación verbal afirma que solo es similar al español en el futuro pero no en los demás tiempos. Por otro lado, ese aire en común con el portugés quizás tenga que ver con que, debido a la cercanía, había contrabando con ese país. En todo caso, él mismo dice que, al escribir los artículos lingüísticos, ubica al a fala en la familia ibero-romance que conforman todas las lenguas romances de la península, con la excepción del euskera.
Un diccionario con más palabras que hablantes
“Siempre andaba por los pueblos con papel en el bolsillo y un lápiz, cuando decían algo yo lo apuntaba y así iba recogiendo las palabras”.
Miroslav Valeš
Como si se tratara de un círculo virtuoso, desde un principio aprender el idioma era el paso indispensable que debía dar Miroslav no solo para encontrar su media naranja, sino también para meterse en lo que hacía ya bastante tiempo venía pensando como un proyecto complejo pero no imposible: realizar un diccionario de esa lengua minoritaria. Sin embargo, el contacto con el idioma le aseguraba también más tiempo con su pareja.
“Cuando iba aprendiendo la lengua, me apuntaba cosas, llevaba cuadernos, siempre, siempre andaba por los pueblos con papel en el bolsillo y un lápiz, y cuando decían algo yo lo apuntaba, y así iba recogiendo las palabras, primero para aprender y luego también porque quería hacer algún proyecto más grande, incluso para pasar más tiempo ahí. O sea que, claro, siempre tuve la motivación de estar ahí”.
Con el tiempo, Miroslav descubrió un centro lingüístico en Portugal que se especializa en lenguas minoritarias de Europa y cuenta con varias herramientas para documentarlas y describirlas. Con ellos realizó algunos cursos que le permitieron aprender mucho de metodología y hasta del software que se utiliza en esos casos. Con todo ese conocimiento incorporado, pidió una beca europea Marie Curie y, aunque tuvo una excelente puntuación, no la ganó. Sin embargo, tuvo la suerte de que justo en esa época el gobierno checo decidiera apoyar los proyectos que habían obtenido una buena puntuación en los fondos europeos. Le financiaron una investigación de dos años, desde el 2018 al 2020, pero gracias al Covid pudo quedarse un tiempo más dando clases a distancia. En el año 2021, finalmente, publicó el diccionario. En su opinión, el gran mérito de la obra es que describe las tres variedades de a fala ya que en cada entrada se encarga de aclarar en cuál o cuáles de los dialectos aparece determinada palabra.
“No fue tomar el diccionario de castellano e ir traduciendo las entradas. Yo empecé de cero, grabando a la gente, o sea que empecé con las entrevistas de la gente, transcribiendo las entrevistas, lo cual fue un trabajo tremendo y así fui acumulando una base de datos. Primero transcribía en un programa que se llama ELAN, donde divides el habla en segmentos y después es mucho más fácil buscar la información. Y de este programa exportaba la información a otro que se llama Flex y es una base de datos. Y así, poco a poco, fui acumulando la información y llegué a juntar 225.000 palabras. Y recién ahí, tras analizar palabra por palabra, lo metía en el diccionario”.
Lecciones horizontales
Ahora mismo, Miroslav sigue ampliando la base de datos que ya cuenta con 337.000 palabras. A fines de este 2025 tiene pensado terminar también la gramática que viene realizando con otro proyecto de tres años. Como no podía ser de otra forma, algunos ejemplares del diccionario ya pueden encontrarse en esos tres pueblos donde todos aquellos que tienen dos padres locales hablan el idioma. Sin embargo, aclara que, en el último tiempo, algunos estudiantes comenzaron a ir a Cáceres y regresaron con una pareja de allí, por lo que es posible que sus hijos no lo hablen.
Lo que le parece absurdo es que en la escuela los niños aprendan castellano, inglés y portugués, pero no el a fala porque se supone que ya lo aprenden en casa. Miroslav considera que se trata de un remanente del pasado, teniendo en cuenta que solía estar prohibido en el colegio. De hecho, asegura que hace poco el director de uno de los tres centros educativos le comentó que, cuando llega un inspector, en toda la escuela solo se puede hablar en castellano, el idioma que Miroslav comenzó a estudiar desde muy joven, también influenciado por una chica.
“Un poquito fue por una chica, que nunca fue mi pareja. Pero yo originalmente estudié electrotécnica en Praga en los años ochenta. Y luego, antes de la revolución, visité Estados Unidos y aprendí inglés. Entonces pensé que me gustaría aprender otro idioma y en la universidad estudiaba conmigo una chica de Ecuador, que me ayudó un poquito con la pronunciación y las cosas básicas. Y así empecé a aprender español. Y después, en el año 90, fui a Ecuador. Sin ella, ¿eh? Pero visité a su familia, eso sí”.
En ese viaje no solo pudo perfeccionar su español, sino que empezó a darse cuenta de que las matemáticas y todo lo relacionado con la electrotécnica no le gustaba tanto, por lo que decidió migrar al campo de la lingüística. Hoy asegura que todos los idiomas que domina pudo aprenderlos gracias a que tenía la necesidad de hacerlo y, sobre todo, una gran motivación.
“Hace muy poco, me preguntó un estudiante cuál era la mejor forma de aprender idiomas. Y yo le dije, pues mira, normalmente se dice que hay dos formas: O la cama o los bares. Pues, puedes escoger”.
Aunque por obvios motivos él suele ir a Eljas, conoce muy bien esos tres pueblos que, en conjunto, no llegan ni a 5000 habitantes. Reconoce que tener una relación a distancia no es fácil, pero aun así, siguen juntos y felices. El año pasado, de hecho, realizó unos doce viajes a España, tantos que el propio Miroslav dice que ya conoce a las mujeres de limpieza del aeropuerto por su nombre y apellido. Con un diccionario en su haber y una futura gramática muy avanzada queda claro que a Miroslav Valeš, el mayor experto de la lengua a fala en el mundo, nunca le atrajeron mucho los bares.