“Aunque no es el sonido más importante del checo, los extranjeros le temen, sobre todo, a la ‘Ř’”
Profesora de checo para extranjeros y especialista en fonética, Michaela Kopečková se dedica a investigar el uso del idioma en distintos noticieros. En esta entrevista, nos presenta algunas conclusiones de su trabajo y revela cuáles son los sonidos que más les cuesta pronunciar a los hispanohablantes.
Nacida en Krnov, la ciudad de la Kofola, Michaela Kopečková afirma que puede reconocer en forma casi inmediata si un hablante proviene de Bohemia, Moravia o Silesia. Y si bien ese talento se lo debe a su trabajo en la cátedra de Estudios Bohémicos de la Universidad Palacký de Olomouc, reconoce que también la influyó saber tocar el piano ya que, en su opinión, la gente que se dedica a la música, aunque sea como pasatiempo, tiene más facilidades a la hora de aprender una lengua extranjera.
“Me gusta la fonética porque es algo que puede ser probado; no me gustan las discusiones relativas, me gustan los datos exactos porque al principio empecé estudiando matemáticas, aunque luego lo dejé, y la fonética tiene mucho que ver con las matemáticas: estadísticas, datos, números y gráficos”.
Para Kopečková lo más atractivo de la fonética es, entonces, que se trata de una disciplina verificable. Es decir, se puede cuantificar la frecuencia de una voz y la dimensión de una vocal, o también detectar errores de pronunciación mediante distintas reglas y dispositivos tecnológicos. Pero, además, Kopečková utiliza sus conocimientos en esa disciplina para enseñar checo a extranjeros. Por ejemplo, en la Escuela de Verano de Olomouc, está a cargo de un taller dedicado a mejorar la pronunciación, tal vez uno de los aspectos más temidos del checo.
“Definitivamente la ‘Ř’ es el sonido más temido por los extranjeros porque casi no existe en otras lenguas, aunque sí sé que lo tienen algunos dialectos africanos. Pero yo siempre les digo a mis estudiantes que no es el más importante porque si no la pronuncias perfectamente, igual podemos entenderlo y, la mayoría de las veces, tampoco estás cambiando el sentido. Yo diría que la ‘H’ es la más difícil aun cuando existe en casi todos los idiomas, pero en ninguno es tan dura, laríngea y profunda como en checo”.
Definitivamente la ‘Ř’ es el sonido más temido por los extranjeros porque casi no existe en otras lenguas, aunque sí sé que lo tienen algunos dialectos africanos. Pero yo siempre les digo a mis estudiantes que no es el más importante porque si no la pronuncias perfectamente.
Gracias a su experiencia en ese campo específico, Kopečková trabaja también en la elaboración de distintos materiales didácticos, como por ejemplo una guía para profesores de checo que reúne las principales dificultades que enfrentan los estudiantes de acuerdo a su lengua materna. En el caso particular de los hispanohablantes, afirma que algunos de los sonidos en los que nota mayores dificultades son los de las letras ‘s’, ‘z’, ‘š’ y ‘ž’. Y aunque es consciente de que los checos no siempre se muestran muy dispuestos a hablar en su propia lengua con los extranjeros, aclara que todo depende de la actitud con que se los aborda.
“Por otro lado, a los checos les encanta cuando un extranjero intenta hablar checo en lugar de inglés: tenía un alumno que cuando iba a comprar comida decía ‘soy un tonto estadounidense que necesita practicar checo’ y, así, incluso en lugares donde enseguida se suelen poner nerviosos y todos están apurados, con esa frase genial consiguió que todos lo ayudaran y le hablaran más despacio”.
En cuanto a su trabajo académico, Kopečková aprobó su maestría con una interesante investigación sobre el uso del idioma checo en distintos noticieros de la televisión. Una de las secciones consistió en asignar audios de un minuto a estudiantes de filología con el objetivo de evaluar la dicción, entonación y musicalidad de varios locutores sin más información que su voz. Además, fue convocada para asesorar a trabajadores de la Radio Haná de Olomouc: luego de escucharlos durante varias sesiones les ofrecía sugerencias para corregir malos hábitos y perfeccionar la articulación. En ese sentido, siempre suele pensarse de manera casi intuitiva que, como la radio no cuenta con el soporte de la imagen, quizás requiere concentrarse más en la pronunciación.
“Justamente, me hicieron la misma pregunta en la defensa de mi tesis y se trata de una cuestión que podría abordarse en una investigación que tomara emisiones similares de noticieros de radio y noticieros de televisión, aunque es cierto que los canales de televisión están muy nucleados en Praga, mientras que las radios son mucho más diversas. Pero habría que hacer una buena investigación y, definitivamente, es una de las preguntas que me haré en el futuro”.
Por supuesto, ese tipo de exploraciones requieren muchos recaudos ya que cada ámbito, formato y sección periodística tiene sus propias peculiaridades que hay que tener en cuenta a la hora de realizar estudios comparativos. Por ejemplo, Kopečková hace notar que los periodistas del clima utilizan a diario las mismas frases y expresiones. En consecuencia, si uno de ellos muestra algún tipo de problema, por ejemplo, al marcar con su tono el final de una oración, podemos estar seguros de que no se trata de un error circunstancial sino de un mal hábito. Según Kopečková, en la televisión pueden encontrarse locutores excelentes y otros muy malos; y, de hecho, asegura que entre los locutores checos más famosos de la actualidad se cuentan, por ejemplo, exatletas y exmodelos, un universo de lo más variado.
“Es cierto que hay algunas diferencias entre la televisión privada y la pública: cierta actitud irónica que puede aparecer al hablar y nunca se advierte en la televisión pública, pero jamás diría que sus locutores son peores; es cierto que en la televisión pública se suele brindar información, digamos, más objetiva o seria, en el sentido de que algunos canales privados pueden informar sobre un nuevo animalito que nació en el zoológico y ese tipo de noticias, pero en lo que respecta a la calidad de los locutores, creo que no hay diferencias entre la televisión privada y la televisión pública”.
Aun así, Kopečková recomienda a sus estudiantes practicar la escucha del idioma checo con la Televisión Checa, no solo por la pronunciación estándar de sus moderadores sino también por el tipo de información que ofrecen y sus programas documentales. En su opinión, el trabajo de locutor implica ciertas dosis de talento innato, pero sobre todo mucho trabajo y perseverancia. En ese sentido, afirma que uno de los peores vicios es el de hablar rápido porque, a mayor velocidad, existe más probabilidad de cometer errores de pronunciación. Por otro lado, si bien reconoce que, a veces, pareciera que a los espectadores ya no les interesa tanto el uso del idioma, ella afirma haber sido testigo de cómo influyó su trabajo en las preferencias televisivas de su propia familia.
“Porque les dije a mis padres que un presentador fraseaba demasiado y su discurso era demasiado entrecortado, y ellos no se habían fijado en eso hasta entonces, pero cuando se lo dije empezaron a notarlo y me reconocieron que tenía razón y se dieron cuenta de que ya no podían escucharlo más”.
Justamente, el hecho de tratarse de cuestiones reales y tangibles es también lo que mantiene vigente el interés de Kopečková por estos temas, a tal punto que tiene pensados varios proyectos y nuevas investigaciones para realizar durante los próximos años. Y si bien el objetivo de su investigación pasa por cuantificar la correcta pronunciación, reconoce también que hay algo del orden de la actitud que escapa a cualquier medida. La prueba de eso, explica, es que hay locutores con una pronunciación perfecta que, sin embargo, no logran transmitir con eficacia su mensaje porque muchas veces se expresan como verdaderos robots.