Dagmar Frechová, la profesora de checo que enseña hasta en Instagram
Con muchos años de experiencia enseñando checo en la ciudad de Dresde, Dagmar Frechová intentó pensar un modo para que sus estudiantes no perdieran en ningún momento contacto con el idioma. Así creó un perfil de Instagram con consejos, curiosidades y datos tan atractivos como útiles que hoy cuenta con más de veinte mil seguidores.
Asegura que, tal como pasa muchas veces en la vida, no decidió enseñar checo sino que la enseñanza del idioma la eligió, en algún punto, a ella. Luego de estudiar inglés en Brno, Dagmar Frechová vivió unos años en Reino Unido y, sin saber nada de alemán, se mudó por motivos familiares a Dresde, donde no tardó en notar que había un gran interés por aprender checo, entre otros motivos por la cercanía geográfica. Actualmente, trabaja en la Universidad Politécnica de esa ciudad, donde cada semestre enseña a tres o cuatro grupos de estudiantes avanzados y a dos de principiantes.
“Me gusta más enseñar a los principiantes porque están muy motivados y todos tienen el mismo nivel. En los otros niveles, todo el mundo es un poco diferente y todos cometen distintos errores, algunas personas pueden hacer esto, otras personas aquello. Los principiantes, en cambio, están al mismo nivel y les encanta aprender”.
Pero además de contar con muchos años de experiencia como profesora de checo, Dagmar Frechová está empezando a hacerse conocida por su excelente Instagram Czech Academy, donde sube regularmente saludos, reacciones, declinaciones, curiosidades, consejos, información sobre falsos amigos y hasta divertidos memes para no morir en el intento de aprender checo. Lo interesante es que, si bien tiene ya 23.000 seguidores, el Instagram lo creó, en realidad, pensando en sus estudiantes.
“Me gusta más enseñar a los principiantes porque están muy motivados”.
“Como estamos tan cerca, muy a menudo los estudiantes van a República Checa, ya sea porque tienen familia, un novio o una novia, o muchos van en bicicleta porque cerca de la frontera está la Suiza Bohemia, donde muchos estudiantes van a escalar. Pero como en la época del Covid no podían hacerlo, intenté hacer algo para que cada día tuvieran aunque sea un poco de contacto con el checo porque las vacaciones de la universidad duran como dos meses y medio y si en ese tiempo no haces nada te olvidas muchísimo”.
Aunque a menudo utiliza parte del material que sube al Instagram en sus clases, aclara Dagmar que no todos sus estudiantes lo usan por su cuenta. Sin embargo, debido a la gran cantidad de seguidores que fue sumando, tuvo que empezar a dar clases online, lo cual disfruta mucho porque esa modalidad le permite enseñar a estudiantes de buena parte del mundo como Estados Unidos, Brasil, Egipto, Singapur y la India.
Dificultades del checo
Entre las dificultades que presenta el aprendizaje del checo, expresa Dagmar que siempre se mencionan las declinaciones, aunque ella considera que también hay otros obstáculos que tal vez pasan más desapercibidos, pero que gracias a sus estudiantes comprendió que también hay que tener muy en cuenta: uno es, por ejemplo, el aspecto de los verbos y el otro una serie de palabritas que, a simple vista, parecen muy inocentes, pero pueden llegar a demoler sin piedad el sentido de una frase.
“Creo que los pronombres son lo más difícil del checo porque se trata de palabras cortas que se usan muy a menudo; por lo que el significado es muy importante para que no termines diciendo algo distinto de lo que en verdad quieres decir”.
En su opinión, a diferencia de las declinaciones que, en determinadas ocasiones, pueden entenderse aunque se digan de forma incorrecta, otro factor esencial para evitar problemas comunicativos es la conjugación de verbos que, sin embargo, en comparación con otras cuestiones gramaticales, no suele ser tan difícil. Sí tiene la impresión de que los estudiantes se suelen quejar mucho de las preposiciones, por ejemplo, cuándo usar “v” y cuándo usar “na”. No obstante, para cada una de esas dificultades, Dagmar Frechová propone algún tipo de herramienta.
“Yo sólo intento aplicar en mis clases lo que funciona y da buenos resultados: es importante empezar de forma sencilla y aprender quizá sólo diez palabras, pero aprenderlas de tal forma que ya no tengas que pensar más en ellas y luego, poco a poco, ir añadiendo más. Es como cultivar y ver crecer una planta. El checo tiene muchas excepciones y una gramática bastante complicada, así que se vuelve un problema para los estudiantes ver mucho a la vez. Por eso creo que mucho mejor es comenzar de forma sencilla y luego ir poco a poco añadiendo más”.
Si bien aporta a sus clases mucho material propio, Dagmar cuenta que suele utilizar también los libros de Lída Holá. En la universidad el elegido es Čeština expres, mientras que para sus alumnos particulares prefiere Česky krok za krokem porque es un método que funciona muy bien con estudiantes más independientes que suelen hacer, por ejemplo, algunos ejercicios solos. De un tiempo a esta parte, se escucha mucho decir que los idiomas que realmente se hablan en la calle no coinciden con el que enseñan los libros. Sin embargo, Dagmar afirma que es muy importante aprender el checo formal, incluso cuando no deja de enseñar también algunas frases más coloquiales que aportan un poco de picante al proceso de aprendizaje.
“La mayoría de las situaciones son formales, sobre todo cuando eres turista o cuando trabajas en Chequia, cuando vas a un centro de educación, en el supermercado, en la oficina de correos, en el restaurante, en las oficinas civiles y en los hoteles. Solo si tienes aquí amigos o familia, hablas de un modo más informal, así que depende de cada situación. Pero en la universidad aprendes principalmente checo formal y también un poco de checo informal. Yo siempre añado esas pequeñas perlas que son los diminutivos, que a los estudiantes les encantan. O frases coloquiales que les gustan porque pueden usar con sus amigos, pero creo que el checo formal es muy importante, sobre todo cuando tienes que dar un examen”.
“Creo que los pronombres son lo más difícil del checo”.
Afirma Dagmar que lo que más le gusta de su trabajo es cuando los estudiantes le agradecen al final de la clase todo lo que aprendieron o cuando le cuentan que pudieron comunicarse perfectamente en checo en Praga. Y si bien es indudable que, en la actualidad, existen muchas más herramientas que antes para aprender checo, incluido, por supuesto, su Instagram, Dagmar opina que la presencia de un profesor sigue resultando casi indispensable, porque aprender ese idioma en forma autodidacta requiere una disciplina espartana que ella misma reconoce no tener.
“Yo creo que para aprender checo todo ayuda, pero yo recomiendo a quienes quieran aprender el idioma encontrar un profesor que pueda, en primer lugar, mostrarles el camino. Y segundo, que corrija sus errores, porque ninguna película, libro o video de YouTube lo hará. Creo que es muy importante corregir los errores de los estudiantes para que no se repitan”.
Pizza de pingüino
Aunque es importante corregir los errores, también es necesario, por supuesto, aprender a convivir con ellos y, sobre todo, no tomarlos con dramatismo. En efecto, luego de tantos años enseñando checo, Dagmar acumula montones de anécdotas divertidas que, hace un tiempo, decidió poner por escrito para que no se pierdan en el olvido.
“Empecé a hacer una lista de errores embarazosos en checo que a veces dicen mis estudiantes queriendo decir otra cosa. Uno de los más típicos es confundir ‘maso’ (carne) con ‘máslo’ (mantequilla), pero recuerdo también a un estudiante que me dijo que se había comprado bragas nuevas (kalhotky), aunque en realidad se había comprado pantalones (kalhoty). Claro, porque ‘kalhotky’ significa, en checo, ropa interior femenina”.
Otra confusión que detecta con frecuencia Dagmar es la de las palabras ‘záda’ (espalda) y ‘zadek’ (trasero), lo cual también genera malentendidos muy divertidos; aunque ella confiesa que la mejor de todas la escuchó cuando, al principio de una clase, una chica le contó que, el fin de semana anterior, se había comido una pizza de pingüino (pizza s tučňákem), aunque había querido decir que la pizza, mucho menos atractiva por cierto, venía con atún (pizza s tuňákem).