La mujer que hizo accesible el idioma checo

Lída Holá, foto: Juan Pablo Bertazza

Los libros de Lída Holá marcaron un antes y un después en la enseñanza de la lengua checa para extranjeros. En esta entrevista con Radio Praga Internacional explica cuáles son las principales dificultades del idioma, defiende el llamado lenguaje coloquial y hasta ofrece claves para no caer en la desesperación.

Lída Holá,  foto: Juan Pablo Bertazza
Cuando, a principios de los 90, sintió que ser traductora era una labor solitaria, Lída Holá decidió empezar a enseñar checo. Gracias a su nivel de inglés, entendía perfectamente las dudas de sus alumnos sobre ciertas frases o estructuras checas. Entonces, empezó a mirar la lengua desde otra perspectiva, poniéndose en el lugar del otro, algo clave para enseñar.

A diferencia de los libros para estudiar inglés, ya por ese entonces muy atractivos, los de checo eran muy antiguos, tal vez como consecuencia del régimen comunista: durante esos años la enseñanza estaba limitada a unos pocos especialistas que debían lidiar con los viejos métodos y memorizar durante horas los cuadros de declinaciones. Así fue que Holá tuvo que ir confeccionando especialmente cada una de las lecciones hasta que esas mismas clases se fueron transformando en libros.

“Estoy cada vez más involucrada en los métodos de enseñanza que tienen que ver con la comunicación, hacer aprender lo importante y práctico en el día a día de las personas. No se trata solo del acusativo singular: trato de enseñar a la gente a ir al restaurant, pedir comida, dejar propinas, tener pequeñas conversaciones, expresar los gustos acerca de las comidas y, por supuesto, debe estar el acusativo singular pero siempre con un tópico de conversación porque eso es fundamental para la gente: por ejemplo orientarse, ir al restaurant o ir al médico”.

“Aprender un idioma es una aventura y también una lección de tolerancia”.

Aunque escribió muchos libros, incluso algunos sobre las leyendas famosas de Praga, Lída Holá es conocida, sobre todo, por sus obras “Checo expreso” (Čeština expres) y “Checo paso a paso” (Česky krok za krokem). Asegura que ella también aprende al enseñar y escribir, y reconoce que de sus primeros libros no le gustan algunas explicaciones caóticas y ciertas instrucciones demasiado escuetas que ahora suelen ser mucho más detalladas.

Es decir, donde antes solo se indicaba que había que leer ahora se especifica, por ejemplo, leer una vez y extraer la idea central, leer por segunda vez y responder las siguientes preguntas, etc. Explica que esos detalles también son importantes para aprender una lengua difícil como el checo.

Foto: Akropolis
“Las dificultades del checo dependen de la procedencia de cada uno: puede ser la pronunciación para algunos hablantes asiáticos, las declinaciones para aquellos que no tienen casos, los falsos amigos para los eslavos porque las similitudes entre los idiomas pueden generar malentendidos y confusiones, depende de los conocimientos previos del estudiante”.

Pero aunque quizás no exista una única dificultad para todos los extranjeros, Holá reflexiona que lo más parecido a eso podrían ser los verbos perfectivos e imperfectivos. Conoce varias personas que hablan fluido y, sin embargo, se equivocan mucho en ese tema, que además es algo muy difícil de explicar a los extranjeros. Sin embargo, aclara enseguida que ese no es motivo para que un estudiante se resigne. Lamenta cuando se entera de que alguien que vive en Praga no hace nada por aprender el idioma.

Y, como buena profesora, enumera las razones. Primero porque es una lástima que no se de cuenta de que aprender es una aventura. Segundo que un nivel básico de A1 alcanza, por ejemplo, para pedir en el restaurant y, por último, a medida que te alejas de Praga, la gente habla cada vez menos inglés y el checo básico se vuelve muy necesario. Para Holá aprender un nuevo idioma es como ponerse anteojos: de repente se pueden ver las cosas de diferente manera.

Lída Holá,  foto: Juan Pablo Bertazza
“Es una aventura y es muy interesante ver las perspectivas del idioma: en inglés puedes ver cosas en el cuadro, mientras que en checo las ves sobre el cuadro, y los dos están en lo cierto, es una lección de tolerancia”.

Holá dice que para ella lo más importante es que un extranjero pueda vivir entre los checos alcanzando ciertos niveles de comunicación. Recibe muchos agradecimientos de alumnos que lograron aprender el idioma y reconoce que el mejor premio es cuando los profesores le cuentan que aprendieron a enseñar checo con sus libros.

Sin embargo, también puede estar expuesta a ciertas críticas, algunas entendibles y otras francamente absurdas.

“Creo que dos o tres personas me escribieron quejándose de que, en el libro, no había nada en inglés y entonces buscaron alguna explicación en el manual de profesores, y otra vez volvían a quejarse de que todo estuviera en checo. Lo siento pero el manual de profesores es para profesores”.

A propósito de los profesores, Holá aclara que es fundamental ponerse de acuerdo en qué idioma enseñar. Dice que la gente de Moravia considera que en Praga se habla en forma coloquial pero ellos no se dan cuenta de que tienen un acento muy reconocible, mientras que en Silesia el acento es aun más fuerte por la cercanía con Polonia. Considera que quizás en la ciudad de Olomouc se hable un checo más estándar aunque también tienen una entonación distinta porque suelen hacer la “i” y la “e” más cerradas. Para Holá, en todo caso, cada lugar tiene su particularidad y eso no quiere decir que determinado lenguaje sea correcto o incorrecto.

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“Lo único que les digo a los profesores es que por favor nunca digan que el checo coloquial que se usa en el día a día es incorrecto, que a veces es lo que hacen. Yo hablo checo coloquial el 99 por ciento de mi tiempo porque soy abuela, madre y esposa. Y no uso el checo estándar para esas situaciones: ¿quiere decir que el 99 por ciento de mi tiempo hablo un checo incorrecto? No, esos son los viejos pensamientos conservadores de algunos profesores”.

Esa idea de novedad atraviesa cada una de las propuestas que Holá les hace a los profesores, incluso a la hora de recomendar canciones que puedan complementar el aprendizaje. Dice que a ella le gustan bandas como Chinaski o Sto zvířat que suelen tener un lenguaje actual, moderno. Y cuando se le consulta por una canción como Holka Modrooka se ríe y responde que es una canción folclórica y para chicos muy vieja que ella no usaría jamás para enseñar aunque reconoce que, como es tan famosa entre los checos, puede servir como conocimiento social.

Explica que interesarse en la cultura también puede ser un incentivo para estudiar checo, ese idioma que para algunos suele tener fama de imposible a tal punto que algunos extranjeros piensan que les cuesta aprenderlo incluso a los checos en la escuela. Holá desmiente rotundamente esa idea: dice que a lo sumo confunden al principio algunas declinaciones y cuenta que su nieto, por ejemplo, usa todo el tiempo el locativo plural porque los niños aman la terminación “ách”.

Holá quiere terminar con la idea de que no es posible aprender el checo y ofrece al respecto un consejo muy valioso.

“Lo único que les digo a los profesores es que por favor nunca digan que el checo coloquial que se usa en el día a día es incorrecto, que a veces es lo que hacen”.

“No se frustren por los errores. Yo siempre les digo a mis estudiantes que el checo es un idioma muy difícil, mis alumnos siempre han cometido errores pero pudieron alcanzar los principales objetivos a la hora de comunicarse, ese es el mensaje, eso es lo más importante: no importa tener errores, importa poder comunicarse, encontrar la manera, comprar cosas en checo, reírme con mis amigos en checo, eso es lo más importante”.

Muchos le estarán eternamente agradecidos porque con sus libros pudieron aprender checo y algunos otros se enojarán en silencio con ella por no haber logrado avanzar con el idioma. Lo cierto es que el de Lída Holá es un nombre muy familiar para todos los que tuvieron algún contaco con la lengua porque ella revolucionó, ni más ni menos, los métodos de enseñanza del checo.