Albania, ¿el nuevo amor de verano de los checos?
Como si se tratara de un íntimo desconocido, durante varias décadas Albania fue un enigma para los checos. En los últimos años, sin embargo, el creciente turismo local en la zona lo empieza a ver como un destino atractivo y, quizás, un poco más económico que Croacia. Además de asegurar que no es un sitio inseguro, Tomáš Svoboda, un checo que vive allí desde hace siete años, nos cuenta luces y sombras de ese país que fascinó nada menos que a los célebres viajeros Zikmund y Hanzelka.
“Albania es un país europeo con salida al Mediterráneo que permaneció, durante muchos años literalmente aislado por decisión de sus gobernantes”.
En uno de sus largos viajes en moto, Tomáš Svoboda regresaba de Turquía y llegó a la frontera entre Macedonia y Albania, un país en el que jamás había estado. Sobre la marcha decidió conocerlo y, al llegar a una especie de aldea en la que todo estaba roto o a punto de romperse, tuvo la horrible sensación de encontrarse en peligro. Lo primero que hizo fue dirigirse a una estación de servicio en busca de combustible, pero no aceptaban tarjetas de crédito. Por un momento, se le pasó por la cabeza salir corriendo hacia un país algo más convencional, pero enseguida intentó tranquilizarse y pensar si no se estaba dejando llevar demasiado por apariencias, prejuicios o, al menos, por sus propios estándares de vida.
“Sigo adelante y, de repente, empiezo a detenerme cada cinco minutos en la moto para disfrutar de la belleza de la naturaleza, claro, ahora un águila vuela sobre tu cabeza, ahora aparecen las montañas, lagos, ríos, el mar... Hermoso, hermoso. Y llegué a una ciudad que se llama Pogradec y me hospedé ahí en un súper hotel con muy buena comida, gente increíble, y creo que ahí fue que descubrí el país, ¿a dónde más quería ir? Y Luego regresé un mes después con mi familia, hice una gira por Albania y luego empecé a ir cada vez con más frecuencia”.
Todo eso sucedió hace casi una década, y hoy Svoboda vive hace siete años en ese país que, para la mayoría de los checos, constituye un gran enigma que él intenta esclarecer del siguiente modo: se trata de un país europeo con salida al Mediterráneo, casas de lujo, locales comerciales y muchas cafeterías que permaneció, durante muchos años, literalmente aislado por decisión de sus gobernantes. Y aunque viaja casi una vez al mes a Chequia para ver a su familia, asegura que fue la mejor decisión que podría haber tomado, más allá de que una situación personal tal vez hizo que se fuera un poco antes de lo previsto.
“Nos divorciamos con mi exmujer y me dije que era un buen momento para cumplir alguno de mis sueños o, simplemente, hacerme feliz, y ese cambio me vino a la perfección, simplemente modifiqué mi vida. Empecé a pasar cada vez más tiempo en Albania hasta que compré allí mi primera propiedad, un sitio con vista al mar en un país tan bonito, algo que, cuando era joven, ni siquiera había llegado a imaginar, una especie de fantasía que, ahora, de repente, acababa de cumplir”.
“A los checos que quieran ir a Albania les diría que no se preocupen: es un país totalmente seguro, aunque sí es cierto que en pocos lugares aceptan tarjetas de crédito”.
A manera casi de pasatiempo, durante los primeros años, Svoboda se ocupaba de buscar departamentos en Albania para sus amigos checos con intención de invertir en propiedades, pero cuenta que la demanda empezó a crecer tanto que llegó a establecer una oficina de asesoramiento para República Checa. Por otro lado, como ya es todo un especialista en Albania empezó a organizar excursiones, viajes, circuitos, caminatas y hasta visitas a monasterios. El turismo checo en Albania creció tanto en los últimos años que, sin ningún tipo de publicidad, dice que ya tiene contratadas todas esas actividades al menos hasta fin de año.
El exorcista
Aclara Svoboda que, a diferencia de lo que sucede en Croacia, donde muchas veces los checos pueden comunicarse en su propio idioma, el albanés es una lengua muy distinta que él, por momentos, ve un poco parecida al húngaro y es muy difícil de dominar, a tal punto que reconoce que, en siete años, aprendió apenas tres palabras básicas. Asegura que los jóvenes hablan inglés pero, a veces, cuesta comunicarse con la gente mayor. Por otro lado, pide a los viajeros tener en cuenta que, en Albania, de donde curiosamente procedía la familia materna del escritor argentino Ernesto Sábato, pueden llegar a notarse algunas diferencias culturales.
“Descubrí una vez un monasterio en la montaña, sobre una roca, donde exorcizaban al diablo. El diablo albanés se llama Kukudh y se encarna en el cuerpo de avaros, de hombres avaros. Así que siempre llevo allí a mis turistas y, antes de cerrarles por unos minutos la puerta, les digo: ‘ustedes son unos avaros y ahora se quedarán aquí con Kukudh’. Así que hay lugares fantásticos, el territorio es un poco diferente a lo que estamos acostumbrados en Europa occidental y, sin embargo, está solo a una hora y media de vuelo de aquí”.
Agrega Svoboda que hay mucha desinformación acerca de Albania. Ante todo porque suele decirse que es un lugar muy inseguro. Parte de la culpa se la atribuye a la novela policial Regreso a Valbone (Návrat do Valbone) del escritor checo Josef Habas Urban que, más allá de estar inspirada en hechos reales, él dice que se trata de una absoluta fabulación. Lo importante, en su opinión, es que, una vez que llegan a Albania, sus compatriotas se dan cuenta de que hay cuestiones que se exageran mucho, aunque al mismo tiempo revela que hay algo que sí suele molestar a los checos y es que muchas calles de Albania están desbordadas de basura.
Fuerza natural
De todos modos, insiste en que nada llega a eclipsar la belleza natural del país. No solo por lo más evidente que son las montañas y el mar, sino también porque, en su opinión, hay ríos como el Viosa que, a diferencia de la mayoría de los de Europa, son casi vírgenes en el sentido de que no les construyeron represas ni centrales hidroeléctricas.
“Lo que encontré en Albania fue, sobre todo, una naturaleza impresionante. Nuestros famosos viajeros Zikmund y Hanzelka, que recorrieron el mundo entero con su Tatra 87, cuando regresaron de uno de sus largos recorridos dijeron que el país más hermoso que habían visto del mundo era Albania”.
Embajador informal de su país, Svoboda administra el grupo de Facebook ‘Checos y eslovacos en Albania’ donde, según cuenta, a veces participan más quienes viajan por primera vez para pedir consejos e información que los que, efectivamente, viven allí porque, de hecho, cuenta que son más los compatriotas que están adquiriendo propiedades que los que decidieron instalarse en ese país. De todas formas, dice que donde él vive sí está creciendo bastante la comunidad checa. Eso es en Saranda, una ciudad muy turística de la ribera que limita con el norte de Grecia y, en los últimos años, se ha puesto bastante de moda por la llegada de varios cruceros a su puerto. Aunque justo en esa zona es muy común ver ofertas de una conocida marca checa, asegura Svoboda que lo que más extraña de su país es, precisamente, la cerveza porque solo se consigue en botella y no tirada, lo cual termina encareciendo mucho los precios, al menos teniendo en cuenta el alto promedio de consumo de ese producto por parte de los checos.
“Toda Albania es bonita, Dependiendo de lo que estés buscando, hay lugares, por ejemplo, para los que quieren estar solos y tranquilos. Luego, si quieres montañas altas y hermosas, puedes visitar los Alpes albaneses, los montes Prokletije en la frontera con Kosovo. Si quieres lagos, los tienes, y si prefieres el mar puedes ir a la Riviera albanesa, a mí me gusta por ejemplo Vlora o Saranda. En Durres, la segunda ciudad más importante del país, tienes hoteles y una playa muy buena que suele ser la más visitada. Incluso me gusta Tirana, que es la capital”.
De la capital albanesa, dice que, por momentos, parece una caja de sorpresas porque cuenta con muchos sitios interesantes y curiosos como, por ejemplo, Blloku, un barrio prohibido de Tirana que, en su momento, alojaba únicamente a los miembros del gobierno y del Partido del Trabajo de Albania que, por supuesto, fue el único del país entre 1946 y 1991, año en que se desmembró en distintos partidos con la caída del régimen. Lo cierto es que ese barrio que en la actualidad es muy atractivo y tiene muchos negocios y bares, era una especie de burbuja urbana a la que, bajo ningún aspecto, podía acceder el resto de los ciudadanos.
“A los checos que quieran ir a Albania solo les diría que no se preocupen, es un país de Europa y pronto formará parte también de la Unión Europea, es un país totalmente seguro. Sí es cierto que en pocos lugares aceptan tarjetas de crédito y entonces hay que sacar dinero de los cajeros automáticos o llevar efectivo encima”.
A propósito de dinero, cuenta Svoboda que, así como se sobredimensiona la supuesta inseguridad de Albania, a veces se exagera un poco con que es un país barato. Reconoce que así era cuando él llegó, pero en los últimos cuatro años, todo se fue encareciendo alrededor de un 20%. Aun así, la comida puede parecerles a los checos relativamente barata, sobre todo teniendo en cuenta la relación entre el precio y la calidad. Agrega que tienen buena carne, en especial la de cordero, aunque su especialidad son, por supuesto, los mariscos. De hecho, asegura Svoboda que, al volver de un viaje a Albania, los checos, al menos por un tiempo, no van a poder ni ver los camarones y hasta pueden llegar a sentir unas ganas casi incontrolables de comer utopenec.
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