A 30 años de la primera manifestación permitida por el gobierno comunista
Hace 30 años, el 10 de diciembre de 1988, tuvo lugar la primera manifestación pública convocada por la oposición y permitida por el régimen comunista. El disidente Václav Havel, posterior presidente de la República, habló en público y no fue a parar a la cárcel.
Una luz de esperanza brilló hace 30 años en la disidencia anticomunista checa. El régimen comunista permitió que la oposición realizara una manifestación pública. La Policía antidisturbios se quedó en sus cuarteles y no hubo detenciones.
El orador principal fue el disidente anticomunista Václav Havel, inquilino frecuente de las prisiones del régimen, tal y como recordara aquel día.
“Hace tres semanas atrás me encontraba en una celda, en la prisión de Ruzyně. Si entonces alguien me hubiera dicho que tres semanas después desayunaría con el presidente de Francia, y que al día siguiente participaría en una manifestación permitida, creería que de una broma se trataba“.El efímero momento de apertura, orquestado por el Partido Comunista, y que nunca más se repitió, respondió a la visita oficial del presidente francés, Francois Miterrand, a Checoslovaquia.
La víspera, el mandatario francés, rompiendo los hábitos comunistas, había invitado a desayunar a la embajada de Francia en Praga a un grupo de disidentes, entre ellos estaba Václav Havel.
Desde Occidente habían llegado críticas por la represión contra los opositores en Checoslovaquia. El Partido Comunista optó por vender una imagen buena para reducir las críticas y no se atrevió a desairar al mandatario francés.
Uno de los organizadores de la manifestación del 10 de diciembre de 1988 en Škroupovo náměstí, en Praga, fue el opositor Petr Placák.
“El derecho a la reunión lo garantizaba incluso la Constitución comunista. Existía, no obstante, la llamada obligación de anunciar la actividad, y probamos para ver de qué manera reaccionaban“.En ese momento la reacción del régimen fue positiva para el movimiento anticomunista, pero por poco tiempo, ya que después se volvió a la represión y persecución de los opositores.
Durante la manifestación permitida, los opositores pidieron libertad para todos los presos políticos, el respeto de los Derechos Humanos y la desmilitarización de la sociedad, entre otras cosas.
El historiador Petr Blažek, del Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitarios, comentó que aquella manifestación fue clave para el movimiento disidente.
“Se trató de un gran avance, demostró que las manifestaciones podían tener otro carácter. Hasta ese momento, no se había permitido que alguien pronunciara un discurso en público. Por lo general la gente solo gritaba consignas que pronto eran acalladas por la policía”.Además de Havel, pronunciaron discursos destacados disidentes como Marta Kubišová, Rudolf Battěk y Václav Malý, entre otros. El gobierno nunca volvió a permitir ningún tipo de manifestación de los opositores y el órgano de prensa del Partido Comunista publicó de inmediato fuertes críticas contra la disidencia diciendo que lo único que supuestamente buscaba era inestabilidad y caos.
La visita del presidente francés y su apoyo a los disidentes han sido catalogados por los historiadores como el inicio de la caída del régimen comunista checoslovaco que arrancó con la Revolución de Terciopelo de 1989, encabezada por Václav Havel.