“El 17 de noviembre de 1989 los estudiantes checoslovacos metieron un gol”
El 17 de noviembre de 1939 los nazis clausuraron las universidades checas y ejecutaron a varios estudiantes tras una gran manifestación estudiantil que tuvo lugar dos días antes. Cincuenta años más tarde, una protesta estudiantil hizo detonar la Revolución de Terciopelo que acabó con el régimen comunista. No es una coincidencia que dos acontecimientos tan importantes para la historia nacional ocurrieran el mismo día. En el presente programa especial les hablaremos de la relación entre los dos sucesos y del legado de los estudiantes checos cuya valentía sigue inspirando a los movimientos estudiantiles tanto en Chequia como en el resto del mundo.
En marzo de 1939, el ejército alemán invadió Bohemia y Moravia. El 28 de octubre de 1939, Praga fue escenario de la resistencia del pueblo checo contra la ocupación nazi. A las calles salieron miles de ciudadanos, entre ellos cientos de estudiantes. Los nazis dispararon contra la multitud y lesionaron a Jan Opletal, estudiante de la Facultad de Medicina quien falleció más tarde, señala el historiador Prokop Tomek, del Archivo Militar de Praga.
“El 15 de noviembre, un día después del entierro de Opletal, los estudiantes organizaron en Praga nuevas protestas contra la ocupación. En la noche del 16 al 17 de noviembre, los nazis detuvieron a 1.200 estudiantes y los enviaron a campos de concentración. Nueve líderes del movimiento estudiantil fueron ejecutados. Las universidades checas fueron cerradas y permanecieron así hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial”.
En 1941, en memoria de la lucha de los estudiantes checos contra la opresión nazi, el día 17 de noviembre fue declarado por el Consejo Mundial de Estudiantes como Día Internacional del Estudiante. Cuatro años más tarde la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin. Las universidades reabrieron sus puertas, los estudiantes volvieron a las aulas. Sin embargo, la libertad no duró mucho tiempo.
En febrero de 1948 tomaron el poder en el país los comunistas. Una vez más, las calles de Praga se llenaron de jóvenes que protestaron contra el golpe de Estado. Una vez más hubo disparos y un estudiante resultó herido. Muchos estudiantes y profesores fueron detenidos y en los meses siguientes, más de 10.000 tuvieron que dejar las universidades. La historia reciente se volvió a repetir.A lo largo de los siguientes 40 años, el régimen comunista siguió recordando el día 17 de noviembre como una fiesta estudiantil, en memoria de la juventud que luchó contra un régimen opresivo y racista, explica Oldřich Tůma, director del Instituto de Historia Contemporánea.
“Durante el comunismo el 17 de noviembre se recordaba en la antigua Checoslovaquia como Día Internacional del Estudiante. Praga fue sede de muchas instituciones internacionales, entre ellas de la Unión Internacional de Estudiantes en la que los jóvenes comunistas eran muy activos. Las oficinas de la Unión se hallaban en un edificio ubicado en la calle 17 de Noviembre. Los comunistas se apoderaron del significado de esta fecha de igual modo como de otros momentos importantes de la historia nacional”.
El edificio de la Unión Internacional de Estudiantes fue sede a partir del año 1961 de la Universidad 17 de Noviembre, que tenía por objetivo ofrecer becas a estudiantes de los países del Tercer Mundo. Desde el punto de vista del régimen soviético, estos países parecían un lugar perfecto para difundir las ideas del comunismo, continúa Oldřich Tůma.“Los regímenes comunistas como el ruso, el polaco o el checoslovaco quisieron participar en la formación de la juventud de países como Cuba, Egipto o Irak. Con este fin fue creada en Praga la Universidad 17 de Noviembre en la que estudiaron cientos de jóvenes de países latinoamericanos, africanos y árabes. A través de ellos, la Unión Soviética quería difundir su influencia por el mundo. Algunos de estos estudiantes se convirtieron en agentes secretos”.
La Universidad 17 de Noviembre”, apodada por la población local como ‘preparatoria terrorista’, fue cerrada en 1974. No obstante, el día 17 de noviembre no era solamente una fecha simbólica fue se usaba para nombrar instituciones, calles o plazas. Esta fecha siempre tuvo un significado especial para los estudiantes como día en el que se recordaban acontecimientos violentos del pasado.
En 1968, veinte años después de los protestas contra el golpe de Estado, la juventud checa encontró un nuevo motivo para salir a la calle, señala Oldřich Tůma.
“El 17 de noviembre de 1968 tuvo lugar una huelga estudiantil en la que participó la mayoría de los estudiantes universitarios y también muchos alumnos de escuelas secundarias. Era una protesta contra la ocupación rusa y contra la política del Gobierno checoslovaco que retrocedía ante la Unión Soviética. Esa huelga podía frenar pero no parar el país en el camino hacia la llamada normalización”.La normalización representó para los checos un paso para atrás. Se reintrodujo la censura, el Partido Comunista reforzó su poder y volvió a reprimir a los ciudadanos. En enero de 1969 se inmoló el estudiante Jan Palach, seguido poco después por otro joven, Jan Zajíc. A pesar de la prohibición de manifestaciones, el 21 de agosto de 1969, día del primer aniversario de la ocupación soviética salieron a las calles de las ciudades checas cientos de personas. En los enfrentamientos contra el ejército perdieron la vida cinco ciudadanos, hombres y mujeres, todos jóvenes y casi todos estudiantes.
Los estudiantes checos volvieron tomar las calles 20 años más tarde, el 17 de noviembre de 1989. Es importante decir que esa manifestación, organizada con motivo del 50 aniversario de la clausura de las universidades checas por los nazis, fue autorizada por el régimen comunista, dice Oldřich Tůma.
“El régimen la autorizó bajo la condición de que fuera organizada por las asociaciones estudiantiles oficiales y se celebrara fuera del centro, en el campus universitario de Albertov. Muchos discursos pronunciados en Albertov hacían alusión a la lucha de los estudiantes contra el nazismo y subrayaban la necesidad de seguir su legado. Luego los estudiantes empezaron a marchar de manera espontánea hacia el centro”.El historiador afirma que esa manifestación estudiantil era una de las muchas protestas que se organizaron en otoño de 1989 en la capital checa. Sin embargo, resultó diferente de las demás.
“Era más grande, participaron en ella unas 50.000 personas ya que mucha gente se unió a la marcha según avanzaba por las calles. En el ambiente se sentía que eso era el momento de la ruptura. Además, el núcleo de la multitud eran estudiantes que se conocían entre ellos”.
La fuerte presencia de estudiantes demostró ser un factor decisivo en los acontecimientos de aquel día, agrega el historiador. Al llegar a la Avenida Nacional, los manifestantes fueron cercados por la Policía comunista y golpeados. Unas 500 personas resultaron heridas. Según Oldřich Tůma, el ataque no fue más brutal que los enfrentamientos que ocurrieron días antes, sin embargo, el régimen no se dio cuenta de que los estudiantes iban a reaccionar de manera diferente.
“Los estudiantes formaban un grupo coherente, capaz de reaccionar de manera mucho más eficaz que el resto de la sociedad. Eso fue muy importante. La misma noche los jóvenes fueron a teatros capitalinos donde contaron a todo el mundo qué les había pasado. Al día siguiente, los artistas en todo el país declararon huelgas generales. De repente hubo muchos sitios donde se protestaba de manera abierta contra el régimen”.La represión violenta contra los estudiantes fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia del pueblo con el régimen totalitario. Tan sólo dos días después del 17 de noviembre, surgió el movimiento Foro Cívico, liderado por el disidente Václav Havel, que se convirtió a finales de diciembre en nuevo presidente de Checoslovaquia. Según Oldřich Tůma no se puede decir que los estudiantes hicieron caer el régimen comunista. Sin embargo, jugaron un papel muy importante.
“Es un poco como en el fútbol. Cuando alguien mete un gol, la victoria no es de un solo jugador sino de todo el equipo. En el caso de la Revolución de Terciopelo fueron los estudiantes los que metieron el gol. No fue por ser más conscientes o por tener relaciones más estrechas con la oposición, sino porque vivieron algo muy violento que no habían conocido antes y fueron capaces de reaccionar todos juntos”.
Los estudiantes siguen siendo un motor importante de los cambios sociales. En 2011, tuvieron un rol fundamental en la llamada Primavera Árabe y fueron también decisivos en los movimientos de los indignados en España, Chile, Gran Bretaña o Estados Unidos. El día 17 de noviembre de 2011 fue declarado por esos movimientos como Día Global de la Acción por la Educación y los escenarios latinoamericanos, europeos y norteamericanos fueron testigos este día de nuevas marchas de jóvenes que defendieron sus derechos y pidieron mejores condiciones para los demás grupos sociales.La socióloga Jiřina Šiklová explica por qué los estudiantes están tan frecuentemente a la vanguardia de los movimientos de cambio.
“Los estudiantes universitarios se sienten más atraídos por valores abstractos como justicia, derecho, patria, nación, que por temas concretos como el aumento de salarios o mejores condiciones para los empleados de alguna empresa. Además son todos jóvenes y todos se están preparando para su futura carrera. Y como no trabajan, pueden salir a protestar prácticamente en cualquier momento del día”.
Los jóvenes que organizan las manifestaciones en la actualidad tienen mucho en común con las generaciones anteriores de estudiantes indignados, pero cuentan con una gran ventaja, señala la socióloga.“Los estudiantes actuales tienen un muy buen acceso a las nuevas tecnologías, todos tienen teléfonos móviles, saben manejar las redes sociales. Gracias a eso se pueden organizar más rápidamente que antes. Eso es algo muy novedoso y concierne a estudiantes en muchos países del mundo. Además, los estudiantes actuales conocen lenguas extranjeras. En el pasado, se comunicaban en latín, en el presente usan el inglés”.
A diferencia de países de Europa Occidental, Chequia no vivió protestas estudiantiles en los años que siguieron a la Revolución de Terciopelo. Los jóvenes checos no reaccionaron tampoco a los acontecimientos de 2011 cuando tomaron las calles, por ejemplo, los estudiantes españoles. La primera gran protesta en la historia de la República Checa ocurrió en febrero de 2012 cuando las universidades a lo largo y ancho del país organizaron una Semana de la Desobediencia en la que mostraron su descontento con la reforma de la educación superior.
Sin embargo, esa protesta no se puede comparar con lo ocurrido en España, advierte Jiřina Šiklová
“Creo que no hay casi ninguna relación entre las manifestaciones de los estudiantes españoles en 2011 y 2012 y las protestas de los jóvenes checos. En España, los estudiantes salieron a la calle para defender los intereses comunes de toda la sociedad y no por un tema concreto como las tasas semestrales. Y eso es una diferencia muy importante”.Este punto de vista lo comparte también el sociólogo Jan Sládek de la Universidad Carolina de Praga quien observó desde muy cerca la Semana de Desobediencia a principios de 2012.
“En España o en Francia, los estudiantes forman parte de un movimiento de protesta más amplio dentro de la sociedad cívica. El tema principal de las protestas en estos países es el desempleo. Según las estadísticas, la mitad de los jóvenes españoles entre 25 y 35 años de edad no encuentran trabajo. Eso todavía no ocurre en Chequia. Y eso es muy importante. Los estudiantes checos no salieron a la calle por miedo al futuro”.
En cuanto a la pregunta sobre el motivo de las protestas estudiantiles en las ciudades universitarias checas hay dos respuestas diferentes, señala Jan Sládek.
“Por un lado se dice que los estudiantes protestaron contra la reforma de las universidades que tenía por objetivo reducir las libertades académicas e introducir el pago de tasas semestrales. La otra interpretación de las protestas es que los estudiantes representaron a la sociedad oprimida, como ocurre a menudo en el extranjero. No obstante, no creo que los estudiantes checos hayan protestado contra el capitalismo o el neoliberalismo. Una parte de los jóvenes utiliza este tipo de retórica, pero no una mayoría”.En el caso de la Semana de la Desobediencia, no se trataba tampoco de una rebeldía de los estudiantes contra los profesores, sino de una manifestación de toda la comunidad académica contra los cambios que quería introducir el Ministerio de Educación, agrega Jan Sládek.
Según el sociólogo, las protestas fueron dirigidas también contra Josef Dobeš, el ministro de Educación en aquel entonces, que no se mostró muy hábil en cuanto a la comunicación con los estudiantes. Su cara se hizo omnipresente en las pancartas e disfraces utilizados en las manifestaciones. “No puedo imaginar, que haya una antipatía tan grande contra el actual ministro Petr Fiala”, señala Jan Sládek.
Si bien los estudiantes estaban unidos contra el personaje controvertido de Dobeš, no todos estaban convencidos de que había que rechazar el pago de tasas semestrales. Además, muchos no sabían exactamente en qué consistía la reforma de la educación superior, explica el sociólogo. Y eso fue un problema en el momento de salir a la calle.“Los estudiantes checos todavía no están tan organizados como sus compañeros en el extranjero. No se consideran un grupo social específico con un interés común. Sus opiniones varían mucho. Por ejemplo una gran parte de ellos votó en las últimas elecciones por el partido conservador TOP 09. Eso no es muy común en países como Francia o España. Los estudiantes checos no se dan cuenta de esas diferencias entre ellos. Y esta es la razón por la que las protestas en 2012 perdieron la fuerza y se descompusieron muy rápidamente”.
Otro problema es, según Jan Sládek, el hecho, que a los estudiantes checos no les interesa participar directamente en política.
“Los checos no confían en los partidos políticos. Los representantes de los partidos no asistieron a las protestas. Una parte de los estudiantes señaló que no quería tener nada que ver con la política. Esa es una actitud esquizofrénica. Es como decir queremos cambiar algo, pero no queremos tener el poder de hacerlo”.A pesar de esto, el sociólogo no descarta la posibilidad de que los estudiantes checos vuelvan a convocar nuevas manifestaciones en el futuro.
“La experiencia de este año fomentó la habilidad de los estudiantes de organizarse. Se dieron cuenta de que disponen de instituciones como por ejemplo los senados académicos y diversas asociaciones que los representan. Así que si van a querer salir a la calle en el futuro, ya tendrán el terreno listo para hacerlo. La infraestructura ya está hecha, ahora habrá que ver si tendrán la motivación para volver a protestar”.
Según los sondeos recientes, el 17 de noviembre es, para 8 de cada 10 checos un día festivo como cualquier otro, que pasan en casa, sin participar en ninguno de los homenajes ni en las manifestaciones de protesta que se celebran cada año. Sin embargo, el legado de los estudiantes checos del año 1939 sigue vivo e inspira a los movimientos estudiantiles en el mundo. Es posible que este 17 de noviembre surjan nuevas protestas en las que los jóvenes saldrán a defender sus derechos y los de los demás.
La actual juventud checa no parece estar lista para tomar las calles para exigir cambios sociales. Tal vez aún no ha llegado el momento de hacerlo. Esperemos que en el futuro, los estudiantes checos estén vigilantes como les rogaba el antiguo presidente Václav Havel y no dejen que vaya desapareciendo la democracia por la cual sus compañeros lucharon en el pasado.