Carta 77, cuando los intelectuales desafiaron a los comunistas

Václav Havel, foto: Filip Jandourek, ČRo

Después de la derrota del comunismo en 1989, los checos –al igual que otras naciones de Europa central y oriental- empezaron a levantar los cimientos de la sociedad libre y democrática. Ahora, con motivo del 40 aniversario de la publicación de Carta 77, el manifiesto de un grupo de intelectuales que pidieron cuentas a los comunistas, se alerta ante los nuevos peligros que enfrenta la democracia.

Foto: ČT24
Tres disidentes: Václav Havel, Jiří Hájek y Jan Patočka redactaron el texto de Carta 77 que vio la luz el 1 de enero de 1977. Se trató de un manifiesto que exigía al régimen comunista que respetara los acuerdos internacionales que voluntariamente había aceptado.

El Gobierno, encabezado por Gustav Husák, presidente de la República y Secretario General del Partido Comunista, había firmado varias convenciones sobre Derechos Humanos, cívicos, económicos y sociales que habían entrado en vigor en 1976, pero que sin embargo, no se respetaban, ni eran de conocimiento público.

La invasión militar de Checoslovaquia de 1968, encabezada por el Ejército Rojo y ejecutada por varios países miembros del Pacto de Varsovia, había servido para aumentar la represión contra todo tipo de manifestación de inconformidad.

Amparados en los convenios internacionales

Pero los disidentes amparados en las leyes vigentes denunciaron que el régimen no cumplía los compromisos adquiridos ante la comunidad internacional.

La reunión de los signatarios,  foto: ČT
El manifiesto no hacía otra cosa que alertar que las convenciones internacionales garantizaban a la población una serie de derechos que los comunistas negaban.

Ya en los primeros días de su aparición, Carta 77 fue firmada por 241 personas, todo un hito en la Checoslovaquia comunista, ya que después de la invasión de 1968 nada ni nadie había recibido semejante respaldo público.

Los comunistas se asustaron

Aquello asustó a los cabecillas comunistas que de inmediato empezaron una campaña contra los promotores y signatarios del documento.

En la prensa escrita, al igual que en la Televisión y la Radiodifusión Checoslovaca se puso en marcha una campaña de desprestigio y los más fanáticos representantes de la dictadura del proletariado prestaron su voz, como fue el caso del operario de la empresa Tesla, Václav Motejzlík.

Los signatarios de Carta 77 | Foto: Česká televize,  ČT24
“Estamos sumamente indignados por las actividades que se realizan contra nuestro sistema. Pedimos que nuestra vida laboriosa y tranquila no se vea interrumpida, para así poder continuar creando perspectivas para las nuevas generaciones”.

Los disidentes fueron presentados como los mayores enemigos de la sociedad, como elementos desestabilizadores. Los medios de comunicación reprodujeron un texto oficial del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia en el que se llamaba a los opositores “Náufragos e intrusos”.

“Havel, Kohout, Hájek, Kriegel, Šilhan, Patočka y semejantes renegados y traidores quieren, apoyados por la propaganda burguesa, dar la impresión de que se trata de una voz de lo más profundo de Checoslovaquia. Odian nuestro sistema socialista y no quieren comprender que la vida de nuestra sociedad avanza y se desarrolla sin ellos”.

La campaña fue feroz. El Kremlin pedía explicaciones, no aceptaba que después de asfixiar con sus tanques la Primavera de Praga de 1968 que trató de poner un “rostro humano” al socialismos, un grupo de opositores haga tanto ruido. Por lo que exigían resultados, según recordó la antigua disidente y signataria de Carta 77, Petruška Šustrová.

“Semejantes manifestaciones buscaban atemorizar a los eventuales signatarios de Carta 77. Existía al menos un millón de personas que estaban de acuerdo con los postulados de Carta 77, de eso estoy segura”.

El aparato represivo del régimen comunista arremetió contra todos los llamados “cartistas”. Trató de impedir que distribuyeran el texto de Carta 77 y hubo muchos encarcelamientos.

La histeria se sentía en el aire, pero la mayoría de los ciudadanos checos y eslovacos desconocía el contenido del incriminado manifiesto. El régimen nunca se atrevió a publicarlo, sabía que en caso de hacerlo llevaría todas la de perder, puesto que quedaría demostrado que no cumplía lo que decía a nivel internacional.

Un movimiento firme y solidario

La represión contra Carta 77 fue tal, que al final terminó convirtiéndose en el primer movimiento opositor de la Checoslovaquia comunista, sin ser una formación política al estilo tradicional, según subrayó el antiguo signatario Jan Ruml.

Jan Ruml,  foto: ČT
“A pesar de que era algo que no estaba estrictamente organizado, disponía de una estructura muy firme. Existía un alto grado de solidaridad, a pesar de no disponer de teléfonos o carros la noticia de que alguien había sido encarcelado llegaba hasta el otro extremo de la república de manera inmediata“.

En un principio el objetivo de Carta 77 había sido dar a conocer a nivel internacional lo que ocurría en Checoslovaquia. El texto fue entregado a diplomáticos occidentales que se encargaron de su propagación. El primero en publicarlo fue el diario francés Le Monde.

Siguiendo el estilo de Václav Havel, Carta 77 fue un movimiento en el que se “hacía política sin hacer política”, esto quiere decir que sus miembros no se guiaban por principios partidistas, porque estaban hartos de que la sociedad checoslovaca funcionaba según el dictado único del Partido Comunista.

Václav Havel,  foto: Filip Jandourek,  ČRo
A pesar de que el movimiento disidente estaba unido, el documento representaba cosas diferentes para sus signatarios, matizó Jan Ruml.

“Cada uno de los signatarios depositaba en el documento una esperanza o deseo diferente. Cuando escribí el texto en una máquina de escribir con 10 copias al carbón, me dije esto acabará con el comunismo”.

Ya como movimiento opositor, Carta 77 sirvió de paraguas para toda una serie de actividades a favor de la libertad y la democracia. Los “cartistas” organizaban desde eventos culturales, como sesiones de teatro clandestino, hasta la publicación de “samizdat”, textos y libros que los comunistas habían puesto en la lista negra. También expresaron su solidaridad con los presos políticos de otros países al otro lado de la “Cortina de Hierro”, entre muchas otras actividades.

Pasados cuarenta años de la publicación del manifiesto Carta 77, Jan Ruml, quien fuera ministro del Interior después de la derrota del comunismo, considera que es necesario que las nuevas generaciones activen el pensamiento crítico en defensa de la democracia.

“Creo que uno de los objetivos debería ser la reapertura de la sociedad civil. En estos momentos la sociedad civil, la opinión pública no funcionan. Existen riesgos para la democracia, la libertad, la orientación del Estado, etc.”.

Con ocasión del 40 aniversario de la publicación de Carta 77, el documento que ayudó a trazar el camino para la derrota del comunismo en Checoslovaquia, diferentes Organizaciones No Gubernamentales y activistas por los Derechos Humanos, han preparado una serie de actividades a lo largo del año.

Historiadores, estudiantes y público en general podrán asistir a conferencias, proyecciones de documentales, conciertos y charlas con antiguos signatarios de Carta 77.