“Votación con los pies” aceleró la caída del comunismo

Embajada de la RFA, 1989

En el verano de 1989 miles de ciudadanos de la RDA, República Democrática Alemana, votaron con los pies por la libertad. Empezó a producirse su éxodo masivo a Alemania Occidental, que aceleraría la caída del comunismo en Europa Central.

El palacio de Lobkowitz,  2009 y 1989,  foto: ČTK
En mayo de 1989 los húngaros comenzaron a desmantelar las alambradas eléctricas en sus fronteras con Austria.

A partir de ese momento los alemanes orientales empezaron a huir hacia Occidente a través del territorio húngaro.

250 mil ciudadanos de la comunista Alemania Oriental utilizaron esa ruta para pasar a Austria y después a Alemania Federal donde obtenían asilo.

En vano los dirigentes de Berlín Oriental protestaron ante las autoridades de Budapest. Acabaron por pedir a la dirección del Partido Comunista de Checoslovaquia que hiciera más rigurosos los controles en sus fronteras meridionales con Hungría.

El palacio de Lobkowitz
La oleada de fugitivos de Alemania Oriental se dirigió entonces a la Embajada germanooccidental en Praga. Las calles del casco histórico de Praga se vieron inundadas de coches Trabant con matrícula de la RDA.

El palacio de Lobkowitz, en la calle Vlašská, en Praga, es un espléndido edificio barroco, construido en el siglo XVIII. En 1989, al igual que en la actualidad, era sede de la Embajada de la RFA, República Federal de Alemania.

Trabant,  foto: ČTK
Cuando en el pasado los historiadores querían ponderar lo espacioso de esa mansión, destacaban que en las caballerizas del ala oriental cabían 37 caballos. Los eruditos no sospechaban que en 1989 la sede diplomática establecería un récord mucho más espectacular:en sus recintos se alojarían varios miles de solicitantes de asilo político, procedentes de Alemania Oriental.

El edificio estaba tan abarrotado que los refugiados dormían en los peldaños de su monumental escalinata. El jardín se parecía a un cámping, estaba lleno de tiendas y camas.

Jardín de palacio de Lobkowitz,  1989
En la segunda quincena de agosto de 1989 el número de refugiados en la Embajada germanooccidental en Praga crecía espectacularmente cada día porque las autoridades checoslovacas habían cerrado a los alemanes orientales la frontera con Hungría.

Sobre la situación en la sede diplomática empezó a informar la televisión de Alemania Federal, cuyos programas eran captados en la RDA. Esto alentaba a otros alemanes orientales a emigrar a través de la Embajada de la RFA en Praga.

Dieron la vuelta al mundo las imágenes que mostraban cómo los refugiados escalaban la cerca de su jardín. A veces los policías checoslovacos los dejaban subir al muro sin intervenir. Pero al día siguiente los derribaban violentamente al suelo.

El comportamiento de los agentes era impredecible y cambiaba prácticamente cada día. Todo indicaba que la propia dirección comunista de Checoslovaquia no tenía un plan sobre cómo reaccionar. En Moscú gobernaba Mijaíl Gorbachov y desde el Kremlin ya no venían ningunas instrucciones de cómo actuar.

Hotel Yalta
Es interesante que los dirigentes checoslovacos no obstaculizaran el abastecimiento de los refugiados en la Embajada de la RFA. El camión que transportaba regularmente desde Baviera alimentos, vestuario y tiendas jamás fue detenido en la frontera.

Ante la avalancha de refugiados los funcionarios de la sede diplomática germanooccidental tuvieron que mudarse al céntrico hotel Yalta, en la Plaza de Venceslao.

En el abarrotado palacio era cada vez más difícil mantener las condiciones higiénicas con cuatro duchas y veinte servicios.

El nerviosismo de los refugiados crecía. Depositaban sus esperanzas en la cercana jornada del 7 de octubre de 1989, día del 40 aniversario del surgimiento de la RDA.

Si su líder, Erich Honecker, quería celebrar la efeméride por lo alto, necesariamente tendría que ofrecer alguna solución. Es que toda la comunidad internacional seguía atentamente la situación en la Embajada en Praga.

Pero antes de que llegara el 7 de octubre los dirigentes checoslovacos tomaron cartas en el asunto. El aflujo de refugiados de Alemania Oriental los ponía nerviosos. Era un mal ejemplo para sus súbditos, capaz de desestabilizar la situación también en su país.

El 29 de septiembre de 1989 la cúpula del Partido Comunista de Checoslovaquia presentó a Berlín Oriental la enérgica exigencia de que los camaradas resolvieran la situación sin demora.

El tono de la llamada desde Praga fue tan apremiante que Erich Honecker convocó inmediatamente una sesión urgente del politburó, aunque estaba asistiendo a un banquete ofrecido por diplomáticos chinos.

Al siguiente día, el 30 de septiembre de 1989, cinco mil refugiados partieron en siete trenes desde Praga hacia Alemania Occidental a través del territorio de la RDA.

Hans-Dietrich Genscher,  1989,  foto: ČTK
Fue el propio ministro germanooccidental de RR.EE, Hans-Dietrich Genscher, que anunció a los refugiados desde el balcón del palacio de Lobkowitz que el camino hacia Occidente estaba libre.

La estancia de miles de refugiados agotó las fuerzas del Embajador germanooccidental, Hermann Huber, y de sus funcionarios. Cuando éstos le anunciaron que a las puertas de la Embajada se habían juntado 200 refugiados más, en una primera reacción no quiso abrir la entrada. Consideraba que por sus deficientes condiciones higiénicas la sede no era apta para acogerlos.

Sin embargo, al comprobar que los refugiados no desistían de su propósito de buscar asilo en la Embajada, mandó abrir el portón.

7 de octubre de 1989,  día del 40 aniversario del surgimiento de la RDA
En esta segunda oleada, la policía checoslovaca ya dejaba entrar en la sede diplomática a todos los solicitantes de asilo de la RDA.

En la noche del 4 al 5 de octubre de 1989 partieron desde Praga rumbo a Occidente ocho trenes con refugiados.

Después de que a instancias de Berlín Oriental Praga prohibiera a los ciudadanos de la RDA cruzar libremente las fronteras checoslovacas, la ola de refugiados se dirigió a la Embajada de la RFA en Varsovia.

“La votación con los pies”, como llamaron ese fenómeno los periodistas, fue otro de los síntomas de la desintegración del sistema comunista.

Tren con refugiados,  foto: ČT24
La gente en los países comunistas se dio cuenta de que las autoridades ya no se atrevían a recurrir a la violencia para reprimir la oposición de sus ciudadanos y que la presión ciudadana les forzaba a hacer importantes concesiones.

El politólogo británico Timothy Garton Ash consideró “la votación con los pies” como el catalizador más poderoso de los cambios internos en Alemania Oriental.

Y desde el otro lado, el jefe de la policía secreta checoslovaca StB, Aloiz Lorenz, comentaría:

“Fue una lección directa de la resistencia de los ciudadanos ante su Estado”.

Quo vadis de David Černý en jardín de palacio de Lobkowitz,  foto: ČTK
El 6 de octubre de 1989 llegó a Berlín Oriental Mijaíl Gorbachov para asistir a las celebraciones del 40 aniversario de la fundación de la República Democrática Alemana. Intentó convencer a Erich Honecker de la necesidad de promover reformas políticas.

Después de que se marchara el líder soviético, en Leipzig y Dresde empezaron multitudinarias manifestaciones. Quince días después fue destituido Erich Honecker.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín, símbolo de la división de Europa. Pronto la Revolución de Terciopelo derrocaría el sistema comunista también en Checoslovaquia.

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