El 17 de noviembre, una fecha para la historia
El Día de la Lucha por la Libertad y la Democracia conmemora la valentía de los estudiantes en 1939 y 1989 y el inicio de una nueva era que, un día como hoy hace 34 años, terminó restableciendo la democracia en Checoslovaquia.
El estancamiento económico y social de los países socialistas se acentuó significativamente en la década de 1980. A pesar de una serie de nuevas medidas económicas, la producción no podía competir con las economías avanzadas y el atraso era palpable también a nivel técnico. En los últimos años de la década, la situación fue provocando cada vez más manifestaciones, y no solo en Checoslovaquia. En junio de 1989, Polonia fue el primer país del Bloque del Este en deshacerse del régimen comunista y poco después lo consiguió también Hungría.
El 17 de noviembre de 1989, los estudiantes checoslovacos convocaron una manifestación en Albertov, en Praga, con el fin de conmemorar los 50 años de la muerte de Jan Opletal, estudiante asesinado por los nazis durante una manifestación estudiantil contra los ocupantes de Checoslovaquia que tuvo lugar el 28 de octubre de 1939.
El homenaje, permitido oficialmente por las autoridades comunistas, se convirtió inesperadamente en un hito que marcó la historia del país, después de que una multitud de aproximadamente 5000 personas se dirigiera hacia la Avenida Nacional; esto ya sin permiso oficial. La Policía cortó el paso y detuvo a numerosos manifestantes, según recordó uno de ellos.
“Mi cabeza estaba sangrando y a nadie le importaba. Solamente me dijeron que les iba a ensuciar los asientos del autobús”.
La fuerza de la multitud
La manifestación acabó con más de 500 personas heridas a causa de la brutalidad de la Policía. Mientras que sobre manifestaciones anteriores apenas aparecieron menciones en los medios de comunicación, la noticia sobre la violencia en la Avenida Nacional se volvió, dicho con vocabulario actual, viral. La brutal intervención de los órganos estatales sacudió fuertemente a la sociedad checoslovaca y el descontento con el régimen era cada vez más notable.
El 19 de noviembre, se celebró una reunión de los opositores al régimen comunista convocada por el escritor y disidente Václav Havel. Ahí nació la plataforma Foro Cívico (Občanské fórum) que reivindicaba la dimisión de los políticos corruptos y la liberación de los presos políticos. Se produjo también una oleada de huelgas de trabajadores de teatros, seguida inmediatamente por el personal y los estudiantes universitarios. Los teatros en todo el país albergaron reuniones de debate con artistas e intelectuales con el fin de informar a la audiencia sobre la situación y proponer soluciones a la crisis. Tres días después de la brutalidad policial, se celebró una manifestación de más de cien mil personas en la Plaza Venceslao en Praga que impulsó manifestaciones a lo largo de todo el país. La fuerza de las masas impidió a las autoridades cualquier tipo de intervención.
El fin del gobierno de un solo partido
La mayor manifestación se celebró el 25 de noviembre en la planicie de Letná, en Praga, con asistencia de más de 800.000 personas. “Fin al gobierno de un solo partido” fue el lema de la huelga general celebrada dos días después, en la que el 75% de la población checoslovaca dejó de trabajar. Todos estos y algunos acontecimientos más agotaron las últimas fuerzas de las autoridades comunistas. Finalmente, los políticos comunistas iniciaron un diálogo sobre el traspaso de poder con la oposición, liderada por Václav Havel. El entonces presidente Gustav Husák presentó su dimisión el 10 de diciembre con estas palabras:
“Dimitiré del cargo del presidente de Checoslovaquia después del nombramiento de un nuevo Gobierno para facilitar el posterior desarrollo. Desde joven creí en el socialismo. Se cometieron errores, pero no a causa de los pensamientos socialistas, sino que fueron errores de las personas. Tampoco hoy veo mejor ideología en el mundo que la socialista, a la que seguiré siendo fiel”.
El 29 de diciembre, el Castillo de Praga se convirtió en el escenario del nombramiento del primer presidente no comunista después de más de cuatro décadas: el disidente Václav Havel. Su Foro Cívico ganó con el 51% de los votos las primeras elecciones democráticas.
Salvo la violencia policial en la Avenida Nacional, las demás manifestaciones transcurrieron de manera moderada y sin víctimas, de ahí el nombre de la Revolución de Terciopelo (Sametová revoluce).
El Partido Comunista siguió siendo legal en la Checoslovaquia democrática y durante varias elecciones incluso llegó a ser la tercera fuerza política con cerca del 12% de electores. Su fuerza se fue perdiendo votación tras votación. Tras los comicios parlamentarios celebrados en octubre de 2017 descendió al quinto puesto, recibiendo voto del 7,76% de los ciudadanos. En las últimas elecciones celebradas en 2021, con el 3,60% de votos, cayó al séptimo lugar y, por primera vez, no logró entrar en el Parlamento.
¿Satisfacción con la democracia o no?
La nueva era política restableció todas las características de la democracia como la libertad de expresión, libertad de prensa, apertura de fronteras y libre emprendimiento, que son los fenómenos más alabados por la sociedad. Por su parte, los efectos posrevolucionarios más criticados por los checos son una mayor tasa de criminalidad y menor seguridad. El aumento de la delincuencia quedó confirmado por el Instituto de Criminología y Prevención Social y por el Instituto Checo de Estadística. Ambos afirman que la criminalidad tocó techo en 1999 con un total de 427.000 delitos. En 2022 se registraron en la República Checa 182.000 delitos.
Según informó ČTK, la agencia Ipsos realizó en mayo de 2023 una encuesta de la que se desprende que el 31% de la población está satisfecha con el funcionamiento de la democracia en la República Checa, mientras que el 42% de los encuestados expresó la opinión contraria. Por su parte, el 27% restante de los encuestados no expresó opinión positiva ni negativa.
Otra parte de la encuesta cuestionó determinados aspectos del funcionamiento del sistema democrático. Menos de una quinta parte de los encuestados en la República Checa se mostró de acuerdo con la afirmación de que los políticos electos escuchan la opinión de los ciudadanos. Solo un tercio de los encuestados piensa que el sistema judicial trata a todos con justicia. Por su parte, la mayoría de los encuestados opina que no importa quien gane las elecciones, ya que la situación no cambiará mucho. Dos tercios de los checos creen que la mayoría de los políticos son corruptos.