El día que cuatro mil alemanes del Este huyeron a través de Praga

Foto: ČT24

Unos cuatro mil alemanes orientales consiguieron escapar al otro lado de la Cortina de Hierro a través de la embajada de la Alemania Federal en Praga el 30 de septiembre de 1989, hace 25 años. El acontecimiento, que estuvo al borde de la crisis humanitaria, precipitó la caída del Muro de Berlín.

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“Estamos aquí para comunicaros que vuestra partida ha sido aprobada hoy” Así anunció el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania Occidental, Hans-Dietrich Genscher, el resultado de las negociaciones con su rival del Este, que permitía a los refugiados en la embajada alemana en Praga ser definitivamente acogidos por el gobierno de Bonn. Era el 30 de septiembre de 1989, hace 25 años, y el Bloque Comunista se precipitaba hacia su final.

Los cuatro mil alemanes orientales que hasta ese momento se hacinaban en los jardines y dependencias del palacio de Lobkowitz vieron por fin la conclusión de su calvario. El goteo incesante de refugiados había comenzado ese verano, cuando la intervención del gobierno de Bonn cerró la ruta de escape que se había abierto a través de Hungría, por donde 250.000 alemanes orientales consiguieron llegar a Austria y de allí a Alemania Occidental.

Hans-Dietrich Genscher | Foto: archivo de Radio Praga
Como alternativa el flujo de alemanes que trataba de llegar al otro lado de la Cortina de Hierro buscó como camino alternativo pedir asilo en la embajada de Alemania Federal en Praga. Pronto la situación se desbordó y la sede diplomática decidió cerrar sus puertas, por lo que los refugiados empezaron a saltar la verja y colarse en el interior, en unos números tales que pronto la situación se volvió insostenible.

Las autoridades checoslovacas, desorientadas, raramente intervinieron. En Moscú gobernaba Mijaíl Gorbachov y desde el Kremlin no llegaban instrucciones claras ni se intentaba coordinar a los regímenes de Berlín y Praga.

Así recuerda aquellos días de septiembre Jiřína, que entonces trabajaba en el cercano hospital Pod Petřínem.

La embajada Alemana en Praga,  foto: Gerald Schubert
“Cuando los veía se me llenaban los ojos de lágrimas. Era terrible, había montones de gente por todas partes. Desde el hospital veíamos como la gente saltaba el muro. Sería interesante saber qué ha sido de esa gente, cómo han prosperado, si tienen trabajo, si se cumplieron sus sueños o no”.

En la embajada se montó un campamento de la Cruz Roja, pero apenas se conseguía asistir debidamente a los refugiados, entre los que también había muchos niños. Las colas para el baño duraban una hora, y el hacinamiento llevaba a la agresividad y a problemas de convivencia.

Sculptura de Trabant de Ondřej Černý,  foto: Wegmann,  Wikimedia CC BY-SA 3.0
Finalmente Genscher negoció con Berlín el fin del problema antes de que la situación derivara en una catástrofe humanitaria. Los refugiados podrían abandonar Checoslovaquia y ser recibidos en Alemania Occidental en trenes especiales que atravesarían el territorio de Alemania Oriental. A partir del 3 de octubre Berlín anuló la posibilidad de viajar a Checoslovaquia sin visado, pero miles de automóviles Trabant y Wartburg ya yacían abandonados en las calles de Praga, sus dueños esperando la posibilidad de saltar a la embajada y sumarse al éxodo.

El primer convoy partió el 4 de octubre, y en total abandonaron su patria de esta manera unos 10.000 ciudadanos de la República Democrática Alemana. Poco después, el 9 de noviembre de 1989, se derrumbó definitivamente el muro que separaba las dos Alemanias.