Víctimas mortales de la ocupación soviética de Checoslovaquia

Czech Radio building bombed by Russians in 1968

Muertos por disparos, aplastados por las orugas de los tanques o atropellados por los vehículos militares de los ocupantes, hasta finales de 1968 fallecieron 108 ciudadanos checoslovacos y 500 resultaron heridos de gravedad. El mayor número de víctimas mortales - 36- se registró en Praga y en la región de Bohemia Central que rodea a la capital.

La primera víctima falleció en la madrugada del 21 de agosto de 1968 cuando los paracaidistas y blindados soviéticos empezaron a cercar el edificio en el malecón del Vltava en cuyo interior se encontraban Alexander Dubček y otros dirigentes reformistas. Los ciudadanos que se echaron a la calle tras escuchar en la radio sobre la invasión, intentaron proteger el edificio con sus propios cuerpos. Los soldados soviéticos dispararon al aire, pero un proyectil alcanzó a un joven.

El mayor número de personas cayó frente a la sede de la Radiodifusión Checoslovaca.

”Estimados amigos, a la radio se están acercando unidades que disparan cartuchos luminosos y proyectiles de guerra. Avanzan lentamente por la calle Vinohradská y ya están a pocos metros de la entrada en nuestra emisora”, informaba a los oyentes hacia las siete de la mañana la redactora Věra Šťovíčková.

Frente a la sede de la radio, en la calle Vinohradská, se concentró una multitud que intentó detener con barricadas el avance de los tanques soviéticos. Los manifestantes estaban desarmados. En el desigual enfrentamiento fallecieron diecisiete personas. Los disparos de los soviéticos causaron la muerte, entre otros, de Milan Lamper, un obrero de construcción civil eslovaco, de 19 años de edad.

La muerte acechaba en Praga a cada paso. Debido a los problemas con los transportes urbanos, el revisor de Ferrocarriles Checoslovacos, Jindřich Kadlec, de 20 años, iba al trabajo en la caja abierta de un camión. En la Plaza de Carlos, soldados soviéticos abrieron fuego de metralleta contra el vehículo. Un proyectil mató a Kadlec y sus tres compañeros sufrieron heridas graves.

Además de Praga, el mayor número de víctimas mortales entre la población se registró en la ciudad de Liberec, capital de Bohemia del Norte.

Cuando las columnas soviéticas pasaban por la ciudad, los soldados empezaron a disparar inesperadamente a los ciudadanos. Seis personas murieron y veinticuatro resultaron heridas.

Un tanque soviético chocó con los soportales de un edificio en cuyos escombros encontró la muerte un jubilado de 67 años. En el mismo lugar, un camión cisterna militar atropelló a otro hombre.

En los primeros días de la ocupación los checoslovacos morían víctimas de disparos inesperados y caóticos porque los soldados soviéticos estaban nerviosos y desorientados. Adoctrinados previamente por los oficiales encargados de la propaganda política, los llamados politruk, esperaban en Checoslovaquia enfrentamientos con bandas armadas de contrarrevolucionarios o incluso combates con soldados estadounidenses y de Alemania Occidental.

Algunos soldados soviéticos ni siquiera sabían en qué país se encontraban. Pensaban que se hallaban en Alemania Occidental o en Israel.

Los soldados rasos no tenían ni idea de las reformas del socialismo real que intentaban implementar los checoslovacos. Los medios de comunicación soviéticos difundían informaciones tergiversadas sobre el proceso democratizador de la Primavera de Praga.

En los campamentos donde estaban concentrados, varias semanas antes de la invasión de Checoslovaquia los mandos militares les habían prohibido ver la televisión y escuchar la radio, y tampoco recibían periódicos.

Así, estresados y desorientados apretaban los gatillos de sus armas, a pesar de que los rodeaban en las calles sólo ciudadanos desarmados.

En la ciudad de Prostějov, en Moravia, los soldados soviéticos disparaban a todo lo que se movía, recuerdan los testigos. Tras una lluvia de disparos resultaron muertas tres personas y nueve sufrieron heridas graves.

El incidente se produjo cuando una columna de blindados y camiones se extravió en las calles de la ciudad porque los vecinos habían retirado todas las flechas e indicadores.

Al dar las vueltas por la ciudad, los soldados se ponían cada vez más nerviosos. Uno de ellos apretó el gatillo de su arma sin asegurar. Los estresados soviéticos pensaron que habían sido atacados y empezaron a disparar.

Abrieron fuego los soldados de la cabeza de la columna y después se les fueron sumando los demás. La avalancha de disparos recorrió la ciudad de punta a punta.

Marie Charousková, vecina de Praga, de 26 años de edad, estaba terminando su tesis en el verano del 68. El 26 de agosto dejó en casa a su hijo de dos años y viajó al Instituto Checo de Tecnología donde quería consultar un asunto relacionado con sus estudios. Cuando cruzaba la calle en el barrio de Klárov, de un grupo de soldados soviéticos allí apostados salió una corta ráfaga de metralleta que alcanzó a la joven en el vientre y en la pierna derecha.

Los asustados peatones se dispersaron. Los soldados soviéticos hacían como si no fuera con ellos. Se pusieron tranquilamente a comer, ignorando por completo a la mujer moribunda que yacía en la calzada a pocos metros de ellos.

La joven herida recibió los primeros auxilios de dos hombres-uno de ellos un alto cargo de la policía municipal. Fue trasladada a un hospital cercano, pero a pesar del esfuerzo de los médicos falleció el mismo día.

Miloslav Rogner, el alto funcionario policial que había prestado auxilio a Marie Charousková, elaboró un informe sobre el suceso, pidiendo su investigación. Sin embargo, después de la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia comenzó en Checoslovaquia una ofensiva de las fuerzas antidemocráticas y prosoviéticas. Así, los agentes de la policía secreta checoslovaca StB presionaron a Rogner que modificase su testimonio y declarase que los soldados soviéticos habían disparado en defensa propia.

Bohumír Soukup viajó el 5 de septiembre de 1968 en el coche Tatra 603, perteneciente a su empresa, a la ciudad de Vimperk, en el sudoeste de Bohemia, para revisar unas obras en un centro de recreo. Debido a un desperfecto en el auto, de su tubo de escape empezaron a salir fuertes estampidos.

Los escucharon los soldados soviéticos que vigilaban una carretera cerca de Vimperk. Éstos concluyeron que habían sido disparos y alertaron a las demás patrullas.

Una de esas patrullas disparó dos ráfagas de metralleta al Tatra 603. El coche resultó acribillado por tres proyectiles. Uno de ellos mató a Bohumír Soukup.

Sus funerales se celebraron cuatro días después bajo la vigilancia de la policía secreta StB. El director de la empresa Kovosvit, de Sezimovo Ústí, en la que había trabajado Soukup, criticó en su discurso fúnebre los desmanes de los ocupantes.

El directivo, militante del Partido Comunista checoslovaco y miembro de la Asociación de Amistad Checoslovaquia- Unión Soviética, fue posteriormente destituido de su cargo y tuvo que ganarse la vida como obrero.

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