Valerio Mendoza, un cineasta venezolano rodando en la República Checa
En esta ocasión Valerio Mendoza, un productor de cine venezolano, nos relata sobre sus vivencias en Chequia, que están intímamente ligadas al cine, su pasión y su trabajo. También nos habla de su obra cinematográfica mejor lograda en la que se reúnen elementos venezolanos y checos.
Lo que trajo a Valerio Mendoza a República Checa fue el cine y la renombrada Escuela de Cine y Televisión de Praga, FAMU. De todos los lugares donde Valerio pudo haber estudiado cine, la escuela de Praga salió triunfante por diversos motivos.
"Siempre estuve claro de que quería estudiar cine, que quería irme a una verdadera escuela de cine, por así decirlo y quería hacerlo fuera de Venezuela. Por otro lado, siempre me había llamado la atención como que la tradición o la cultura cinematográfica del centro-este de Europa. Ya haciendo investigaciones de las escuelas de cine, digamos, FAMU siempre estaba muy bien recomendada, tenía como buena reputación, muy buenos comentarios".
El fruto de su experiencia en FAMU y de su vida en República Checa se condensa en un corto-mediometraje titulado 'Bolero for surfing in Moravia', lo que se traduciría en español como 'Bolero para surfear en Moravia' y que presentó como trabajo de graduación. En este participan actores venezolanos y checos.
La nostalgia, una emoción siempre presente
Valerio nos confiesa que la pieza 'Bolero para surfear en Moravia' no solo refleja lo que podría pasar si se reúne a tres venezolanos, uno de ellos surfista, y se les manda a Moravia, sino que además es un espejo de la nostalgia. Por eso, la película está en parte sonorizada con boleros.
"El corto lidia también en buena parte con el tema de la nostalgia. Especialmente nosotros los venezolanos, y creo que los caribeños o latinoamericanos tenemos como que esa propensión tan bonita y tan natural a la nostalgia, que no siempre paga con buena moneda tampoco. Este personaje que carga una tabla de surf consigo es alquien que asume la nostalgia como un estilo de vida. Este soñador nostálgico no termina de entender las señales que le manda el ambiente. Mira, no puedes surfear en Moravia".Esta película, galardonada con diversos premios, tanto en Europa como en Venezuela, México y Estados Unidos, cristaliza gran parte de lo que ha sido la vida de Valerio en Chequia.
"Resume tres años de vida y vivencias en República Checa. No llega a ser una película biográfica, pero sí muy autoreferencial. Habla mucho de las frustaciones o de los choques que se puede llevar alguien que de alguna forma lleva dentro de sí la cultura caribeña o un espíritu caribeño en unas tierras tan particularmente, no sé como decirlo, frías o restrictivas. Es una película sobre la emocionalidad. Cuál puede ser digamos como que el capítulo de historia en la vida de alquien que vive su vida tan intuitivamente por las emociones en una parte del mundo donde las emociones no están permitidas, no son socialmente aceptables, por así decirlo".
Durante todos estos años en la capital checa Valerio ha encontrado entre cámaras sus lugares predilectos, cafeterías, bares y los típicos restaurantes de comida no tan típica.
"Yo voy muchísimo a un bar en el centro. Es el bar no oficial de la escuela de FAMU. También iba con cierta frecuencia a un sitio colombiano. Yo siempre me sentía ahí como en una taguarita de pueblo, ahí tú podías mandar a cambiar la música, ese tipo de sitio donde siempre te regalaban algo, podías jugar dominó. Y bueno los sitios de comida vietnamita".
Una admiración despertada por el arte
Entre los rasgos que más admira de la República Checa y que son distintitvos respecto a Latinoamérica, el joven productor destaca la industria y cultura cinematográfica.
"En un país como la República Checa me impresiona mucho, en el buen sentido de la palabra, la cultura cinematográfica. La cantidad de gente que va a al cine, la cantidad de gente que va al cine a ver películas hechas aquí y la cantidad de películas que se realizan y se estrenan al año para el tamaño del país y de la población es bastante grande, para alguien que viene de Venezuela impresiona mucho".En contraste a las posibilidades formales e institucionales que existen en Chequia para hacer cine, Valerio reconoce que en Latinoamérica, pese a la ausencia de estas, hay mucha fuerza en los últimos diez años y por ello el cine latinoamericano es ahora una cita obligada.
"Europa tiene la ventaja de que hay cualquier cantidad de instituciones que dan apoyo a las personas que quieren realizar proyecto. Por otro lado, siempre hay excepciones, cosas interesantes, pero todo pareciera ser tan repetitivo, como que si hubiera una gran parte de las voces que tienen capacidad de expresión que no están muy seguras de lo que quieren decir. Es lo opuesto a lo que pasa en Latinoamérica. No hay todas estas formalidades ni estos organismos, instituciones que permiten que una persona pueda terminar dándole vida a una idea. No sé si hasta cierto punto allá hay como más ganas y la gente tiene algunas urgencias internas que las empuje a hacer cosas que se destaquen. Creo que lo mismo puede pasar con la música, la literatura".
Aunque Valerio ya conocía bastante del cine checoslovaco antes de pisar tierra checa, descubrió mucho más estando ya en Praga y no vacila en recomendar las películas de sus directores checoslovacos favoritos como Věra Chytilová, Ivan Passer, Jan Němec, Juraj Herz y Miloš Forman, especialmente sus primeras películas, como 'Pedro el negro' y 'Los amores de una rubia'."Son películas que pertencen a esa época de la nueva ola checoslovaca, de los sesenta, pero que hasta el día de hoy no han perdido ni un átomo de magia o de vitalidad. 'Diamantes de la noche' de Němec, 'El cremador' ('El incinerador de cadáveres') de Herz que es guao, un peliculón".
Seguir creando en la distancia
El cariño a Praga, la buena recepción que su trabajo creativo ha recibido en Chequia y la situación actual venezolana han hecho que Valerio permanezca en Praga. No obstante, su país y la experiencia de la extranjería siguen siendo una fuente de inspiración en sus proyectos cinematográficos.
"Todos estos años que he pasado acá me han llevado por un proceso, yo no sé si de reconciliación con Venezuela, con el sitio de donde vengo, pero de alguna forma vamos a llamarlo de reconsideración, por lo menos. Yo me vine aquí a estudiar, pero yo creo que igual necesitaba salir del país porque llegué a un punto donde me sentía como un extranjero en mi propio país. Eso ha cambiado en todos estos años, incluso para mí en mi proceso creativo porque ahorita estoy escribiendo un largometraje de ficción donde todo ocurre en Venezuela, volviendo o enfrentándome a algunas preguntas que tienen que ver con la identidad. El tema de irse y dejar gente, dejar afectos, ideas, recuerdos, lugares, sabores, etc. es algo que lo vivo a diario".El séptimo arte no es solo un medio de expresión para Valerio, se ha convertido en su trabajo y en algo inherente a su cotidianidad, pues cuando no está creando dicta clases en escuelas internacionales y facilita talleres de realización audiovisual en ONGs y en FAMU, su antigua casa de estudio.