Traducir a Venezuela entre palíndromos y violencia
La Universidad Carolina y el Instituto Cervantes de Praga contaron el jueves pasado con la presencia del joven escritor venezolano Rodrigo Blanco (Caracas, 1981) quien presentó, a partir de su novela "The Night" (2016) traducida recientemente al checo, el arte de la traducción y los alcances de la literatura venezolana.
Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981), a quien la crítica literaria actual ha calificado como una de las nuevas promesas de la narrativa latinoamericana gracias a sus tres libros de cuentos "Una larga fila de hombres", "Los invencibles" y "Las rayas", ha recibido premios literarios y ha sido seleccionado como parte de los más significativos eventos que reconocen los nuevos talentos literarios de la región latinoamericana, como es el caso de Bogotá39.
Tanto en su presentación en el Instituto de Traductología de la Universidad Carolina como en el Instituto Cervantes el escritor estuvo acompañado por la profesora de literatura hispanoamericana Anežka Charvátová y por su traductor al checo, Vít Kazmar. Entre las interrogantes que asaltaron a la profesora Charvátová, estaba si el escritor tenía presente al traductor mientras escribía, a lo que Blanco respondió.
"Todo el tiempo...no, sí, sí. Ser traducido es una bendición, es una cosa muy buena porque tu libro va a llegar a otros países, otras lenguas y eso es importantísimo. Pero desde el punto de vista más egoísta, más del escritor, es una experiencia que no te la da el crítico, no te la da el editor y yo siento que en este proceso yo he aprendido muchísimo. He aprendido incluso del español, o sea, hay palabras que, como yo hablo español, yo asumo que yo sé qué significa tal palabra y no, llevaba treinta años usándola mal y nadie me corregía. La traducción te ayuda, como dirían los formalistas rusos, a desautomatizar tu relación con tu propio lenguaje".
"The Night" (2016), en español "la noche", fue traducida al francés, al holandés y ahora al checo por Vít Kazmar, quien aceptó el colosal desafío de traducir recursos literarios y juegos lingüísticos de naturaleza intraducible. Palíndromos, palabras o frases que se leen igual al derecho y al revés, como algunas presentes en la obra “se es o no se es” u "oír a Darío”; anagramas, alteraciones en el orden de las letras de una palabra o frase que dan lugar a otra distinta; e incluso de fragmentos bifrontales, que consisten en picar los componentes de una frase de tal manera que dé lugar a otra, como por ejemplo, “Un amor en Atenas” se transforma “En una morena tenaz”, un juego lingüístico del escritor venezolano Darío Lancini citado por el mismo Rodrigo Blanco durante su lectura en el Instituto de Traductología de la Universidad Carolina.
Además de la dificultad de traducir las fijaciones lingüisticas de los personajes de su novela, otro reto inherente a la traducción de la obra es lo que el mismo escritor denominó como "la imposibilidad de traducir el horror de vidas sacrificadas", aludiendo con esto a uno de los lamentables rasgos de Venezuela: sus indíces escalofriantes e insuperables de violencia. Por ello, el horror de los pasajes narrativos no es siempre una ficción, como él mismo comenta.
"Hay lectores, sobre todo no venezolanos, que ignoran el contexto de la novela que me han dicho 'oye qué buena te quedó esta historia'. Y yo tengo que confesar que no lo inventé, o sea, eso que parece insólito que yo cuento allí pasó. La realidad es siempre más interesante de lo que uno pueda imaginar".
La presencia de Rodrigo Blanco en la clase de la profesora Charvátová no fue solo sobre el oficio de la traducción, que resulta en una experiencia tanto para el traductor como para el autor en cuanto a una suerte de experiencia de autoconocimiento, sino también para desvelar la tradición literaria venezolana, un capítulo prácticamente ausente en los departamentos de letras de las universidades checas más allá de Rómulo Gallegos.
Frente a las tierras de los escritores del llamado boom latinoamericano, como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y otros más, el país tropical ha permanecido un poco en el olvido. Rodrigo Blanco afirma que eso que quedó fuera de lo que se ha categorizado como boom fue prácticamente todo.
"En esos mismos años escritores venezolanos como Adriano González León, quien en el año 1968 gana el premio Seix Barral con la novela 'País portátil'; estaba Salvador Garmendia, quien llegó a ser representado por la agencia Balcells y publicado en Seix Barral en España; estaba también José Balza, que llegó a ser leído con mucho entusiasmo por el propio Cortázar. Esos fueron autores que publicaron en los años 60 y 70, fundamentales para el canon de la literatura venezolana, que acompañaron de alguna manera el fenómeno del boom, pero no tuvieron esas posiciones estelares".
Añadió que Venezuela es además un país rico en la usanza poética y confesó su apuesta y confianza a la narrativa venezolana contemporánea, de su generación, y de la que él mismo comenta.
"Bueno, es interesantísimo ver que en el contexto del país que hay ahorita donde hay una carencia total de todo, de cosas básicas, la producción literaria a nivel de escritores que están escribiendo, de iniciativas de promoción no gubernamentales de la literatura, es impresionante. Por ejemplo, a nivel de la poesía está el concurso de poesía para jóvenes poetas Rafael Cadenas, hay publicaciones de poesía, lo que parece insólito que se esté haciendo precisamente ahorita por todas las penurias que hay. Ciertamente, la capacidad de publicar libros ha bajado tremendamente".
Agrega que debido al inédito proceso de emigración de venezolanos, entre esos algunos escritores, muchos de ellos han logrado publicar sus libros en el extranjero. Es el caso de otros jóvenes escritores venezolanos como Juan Carlos Méndez Guédez y Eduardo Sánchez Rugeles, residentes en España.
Si bien la crisis, entiéndase entre otros factores hiperinflación y escasez de materia prima, ha afectado la elaboración de libros, su reproducción y la asequibilidad a éstos, no ha mermado la inspiración creativa. Por ello, nuestro entrevistado afirma que el país va a tener en medio del desastre un balance positivo en el ámbito literario. Cabe destacar que toda la narrativa venezolana actual está marcada por su contexto nacional, siguiendo así una línea que la ha caracterizado, pero reafirmando que en Venezuela no se puede hablar de literatura sin hablar de política.
Ello no tiene que ser un impedimento ni para los lectores checos ni de ningún otro país que no sea Venezuela. Menciona los niveles de lectura de su novela "The Night".
"En una primera lectura uno está demasiado ocupado en tratar de tener bien claras las referencias, los personajes, descifrar la historia y, paralelamente a eso, hay otra historia que se está contando que tiene que ver con los modos de narrar. El libro tiene y no solo este, los libros que a mí me gustan son libros que pueden ser leídos también técnicamente. Por ejemplo, el 'Almohadón de plumas' de Quiroga... es una obra maestra, yo lo que leo ahorita es la construcción, me parece un acto de magia".
Con 'The Night', en checo "Kniha noci", los lectores pactarán con un mundo ficcional contado al mejor estilo latinoamericano, enrevesado, lleno de posibilidades de lectura, con multiplicidad de voces y tiempos y ornamentado con alusiones cultas y juegos del lenguaje que merecerán quizá hasta tres lecturas. De esa manera se acercarán a una muestra del talento latinoamericano posterior a los tiempos dorados del boom y al afamado Roberto Bolaño.
Quizá quienes asistieron a las charlas de Rodrigo Blanco en Praga ya tengan un concepto más amplio y esperanzador de Venezuela y de la literatura latinoamericana.