Tomáš Hrůza, un fotógrafo apocalíptico e integrado
Nature Future, la muestra de fotos de jóvenes artistas europeos que, durante más de tres meses, se ofreció en la isla de Kampa, culminó el pasado domingo. Uno de los seleccionados fue el checo Tomáš Hrůza que, en esta entrevista, comparte las sensaciones que le dejó la exposición y explica, entre otras cosas, por qué los checos suelen tener un vínculo tan fuerte con la naturaleza.
Entre el 9 de mayo, fecha en la que se conmemora el Día de Europa, y el pasado domingo 28 de agosto estuvo a disposición del público, en la isla de Kampa, una muestra de fotos muy particular, en la que un grupo de artistas europeos plasmaron sus dudas e incertidumbres en torno al siempre inquietante tema de la ecología. Seleccionado entre esos catorce jóvenes provenientes de toda Europa, el checo Tomáš Hrůza ofrece un balance de esa muestra que llevó por título Nature Future.
“Creo que la selección estuvo muy bien, los curadores hicieron un buen trabajo juntando a gente interesante. Claro que siempre está la cuestión de cómo montar una exhibición en el espacio público, algo que puede resultar limitante con paneles como estos, cuyo diseño es muy simple. Yo suelo jugar mucho con el espacio cuando armo mis muestras y eso no aparece tanto en esta exposición, pero a la vez, el beneficio de que haya estado en el parque de Kampa es importante porque hizo posible que mucha gente pudiera verla, y eso me pone muy contento”.
Otra búsqueda importante en este tipo de exposiciones tiene que ver con la necesidad de encontrar cierta coherencia o unidad entre estilos y obras que tal vez pueden llegar a ser muy distintos. En ese sentido, Hrůza también se mostró satisfecho.
“Con algunos siento mucha afinidad. Por ejemplo, una de las fotos, mostraba un grupo de amigos en el bosque y yo formo parte de una organización sin fines de lucro con la que tratamos algunos temas ambientales y trabajamos mucho con el fenómeno de la caminata, caminamos mucho en el campo... hacemos viajes de varios días, algo como un deambular o, más bien, una peregrinación”.
Justamente, algo que parece bastante propio de los checos es su fuerte vínculo con la naturaleza, lo cual se plasma, por ejemplo, en su afición al senderismo, la recolección de setas y las visitas casi religiosas a la casa de campo los fines de semana. Una posible explicación de esa fuerte comunión de los checos con la naturaleza tal vez provenga del período comunista.
“Sí, realmente eso viene de la época del comunismo, esa huida a la naturaleza, que era algo así como la única zona de libertad, y poco a poco acampar generaba una especie de transformación. Pero también ya estaba antes, en tiempos de la Primera República, irse de campamento como una clara referencia a Estados Unidos, a los cowboys y los indios… la mirada romántica de esa gran naturaleza salvaje que obviamente aquí nunca tuvimos sigue estando muy presente. Y, a título personal, yo fui scout y, por lo tanto, desde chico empecé a entrar en contacto con la naturaleza, mis padres también, y además teníamos una casa en el campo a la que íbamos muy seguido, con su jardín, y así se empezó a construir un vínculo...”
Agrega Hrůza que, al mismo tiempo, es muy común en los checos esa aparente contradicción entre odiar el trabajo en el jardín, pero al mismo tiempo no dejar nunca de hacerlo. La tradición de esa especie de segunda casa se mantiene hasta el día de hoy en su familia, gracias a una que tienen en el suroeste de Bohemia y que significa para ellos nada menos que un refugio en medio de la naturaleza.
“Y nos resultó mucho con el covid, fue maravilloso para nosotros poder salir de la ciudad y estar en esa casa donde todavía tenemos un terreno relativamente grande, gracias al cual podíamos movernos libremente mientras la gente de la ciudad básicamente debía quedarse encerrada en su casa. De hecho, creo que no padecimos tanto el covid porque tuvimos la oportunidad de trabajar en línea y estar en la casa en el campo”.
A propósito de covid, otro tema muy presente en esta exposición fue cierta idea de apocalipsis, que además se incrementó hace medio año a raíz de la inesperada guerra en Ucrania. También se trata de un tópico muy cercano a Hrůza no solo porque su apellido significa literalmente ‘horror’ sino también porque abordó ese tema en numerosas ocasiones, por ejemplo, en We Have Never Been Earth (Nunca hemos sido la Tierra), un libro de arte con fotos y texto que realizó junto a la teórica cultural Andrea Průchová, que además es su esposa.
“Pero el tema del apocalipsis ha aparecido históricamente, sobre todo en las obras de artistas románticos y yo siempre lo menciono en cierta forma. Siempre me ha interesado mucho, pero en el momento en que realmente comencé a abordarlo en el marco de ese libro con mi esposa Andrea, comentábamos que, como consecuencia de tanto uso, la palabra empezó a convertirse en algo muy trillado, como que perdió su potencia, y entonces decidimos abordarla de otra forma. Por ejemplo, de un modo un poco más lúdico, para que se vuelva un poco más incierto: lo que tuvimos en mente fue tratar de hacer resignificar la idea de apocalipsis, llegar a tocar el acorde necesario para que resuene”.
En ese libro, la pareja aborda, en efecto, el tema del apocalipsis sin perder el sentido del humor y desde diversas perspectivas: desde las ideas más recurrentes del cine catástrofe hasta las consecuencias naturales de la sobreexplotación de la tecnología y la extrema bucrocratización de la sociedad contemporánea. Decidido a involucrarse en un arte cada vez más conceptual, el fotógrafo Tomáš Hrůza explica con entusiasmo su próximo proyecto.
“El que para mí es un desafío al que me gustaría volver y que empecé a trabajarlo cuando daba clases en FAMU, tiene que ver con la fotografía mental, que es un nivel digamos espiritual de la fotografía, la fotografía del pensamiento que se puede llegar a proyectar. Existe en torno a eso una investigación muy seria que me gustaría retomar, sería algo así como conectar la acción física con la fotografía; ese es mi próximo camino, más que ponerme a trabajar simplemente en una serie de fotografías”.
Por lo pronto, muchos de quienes recorrieron durante este verano la hermosa isla de Kampa, guardarán durante algún tiempo en su retina algunas de las imágenes con las que Hrůza y sus colegas lograron dar cuenta de las relaciones, al parecer tan inciertas como inspiradoras, entre el futuro y la naturaleza.