Santa Inés de Bohemia - relevante personalidad del Medioevo checo

Santa Inés de Bohemia

En uno de los extremos de la céntrica Plaza Venceslao, en Praga, se encuentra un hermoso monumento de bronce que recuerda a varios santos patronos de las Tierras Checas. San Venceslao, cuyo nombre lleva la plaza, aparece en el centro del monumento montando un caballo. Le rodean otras cuatro figuras, entre ellas, Santa Inés de Bohemia, descendiente de la famosa dinastía real de los Premislitas, quienes gobernaron las Tierras Checas entre los siglos X y XIV. La princesa Inés es una de las personalidades más populares de la historia checa, siendo recordada siempre con aprecio y admiración.

La adoración que se tiene en la República Checa por la princesa Inés Premislita se debe, principalmente, a su gran modestia. Inés renunció al lujo en el que le correspondía vivir a las descendientes de las familias reales y, en vez de ello, emprendió el camino del ascetismo, consagrando su vida a los pobres y a los más necesitados.

Los historiadores suponen que Inés Premislita nació por el año 1211, desconociéndose la fecha exacta de su nacimiento. Fue la última hija del rey Otakar Primero Premislita, un soberano sabio que supo mantener la estabilidad del Estado checo, ejerciendo influencia a la vez sobre la política de una gran parte de la Europa de entonces. No obstante, el rey Otakar todo lo subordinaba a los fines políticos, incluso la vida y la felicidad de sus hijos.

A muy temprana edad Inés fue prometida por su padre a uno de los príncipes de Silesia. El rey Premysl Otakar Premislita pretendía reforzar de esa forma su influencia al norte de las fronteras de su reino. A su hija le aseguró a la vez una buena educación que, en esa época era algo poco usual en el caso de las mujeres.

Sin embargo, el rey Premysl no lograba casar a su hija. Su primer novio murió prematuramente y los demás intentos por casar a Inés fueron fracasando por razones diversas.

La princesa, mientras tanto, se sentía atraída cada vez más por las enseñanzas de Francisco de Asís, que en el siglo XIII eran muy populares en Europa. No obstante, emprender el camino deseado le fue posible sólo después de haber fallecido su padre, en 1230. Fue entonces que Inés, apoyada por su hermano, el nuevo rey de Bohemia, Venceslao Primero Premislita, siguió el camino espiritual.

En 1231, por iniciativa de Inés, fue fundado en Praga el primer monasterio de la orden de Santa Clara en los territorios pertenecientes al Reino Checo. El Monasterio de Santa Inés se conservó hasta hoy, siendo una de las más valiosas obras de la arquitectura gótica en la República Checa. Inés también mandó a construir en Praga un monasterio masculino de la orden de San Francisco de Asís, y un hospital.

La princesa Inés también entró en la orden de las Clarisas, convirtiéndose pronto en abadesa del convento de Praga y hallando allí finalmente, a sus 23 años de edad, el sentido de la vida. Junto con las demás monjas atendía a los más necesitados y cuidaba de los enfermos.

El Monasterio fundado en Praga por Santa Inés de Bohemia
Todavía viviendo Inés corrían rumores entre el pueblo sobre los milagros que acompañaban la labor de la princesa. Se contaba que curaba a los desahuciados y que predecía el futuro. La fama de Inés pronto llegó a sobrepasar las fronteras del Reino de Bohemia.

La princesa Inés falleció en 1282 a una edad bastante avanzada, especialmente para aquella época, y desde entonces el pueblo checo habla de ella como "Santa Inés de Bohemia". Pronto aparecieron también las primeras peticiones para su canonización.

Pero el tiempo fue pasando y, debido principalmente a la difícil situación prevaleciente en Europa durante los siglos ulteriores, caracterizados por guerras y luchas por el poder, un avance en esos empeños se alcanzó recién en el siglo XIX, cuando la Santa Sede accedió a la beatificación de la princesa Premislita.

Tardó otro siglo más para que la princesa Inés de Bohemia fuera canonizada. El acto tuvo lugar en Roma el 12 de noviembre de 1989, participando en él centenares de peregrinos de la entonces Checoslovaquia.

El sueño de generaciones enteras de checos de conseguir la canonización de la adorada princesa Inés de Bohemia, finalmente fue cumplido.