Praga, la ciudad de los cien cementerios
Desde niño, el autor Petr Kovařík se comenzó a interesar por la atmósfera misteriosa de los cementerios sin saber que, poco a poco, se convertiría en un experto en el tema. En esta conversación con Radio Praga Internacional, el también novelista nos cuenta las mejores historias de los cementerios más conocidos y no tanto de la capital checa y del país.
Ya en el prólogo de uno de sus libros, el autor, columnista e historiador literario Petr Kovařík deja en claro el asunto: si bien es cierto que para algunas personas los cementerios pueden ser muy tristes, no deja de ser real que se trata de lugares muy hermosos, además de interesantes. Lo curioso es, en todo caso, que él lo supo muchísimo antes de empezar a escribir al respecto.
“Siempre me pareció interesante su atmósfera, porque ya en mi infancia estuve en dos funerales de algún familiar, y desde entonces me ha parecido que se trataba de una experiencia intensa, con algo del orden de secreto. Poco a poco empecé a visitar más los cementerios y me fui dando cuenta de que son monumentos de arte históricos. Hay mucha historia allí, mucho para aprender, mucho arte. Por ejemplo, es posible seguir en los cementerios el desarrollo del arte escultórico”.
“En Praga el número promedio es de unos cien cementerios en relación a poco más de un millón de habitantes, con lo cual son realmente muchos”.
Uno de los apodos más recurrentes de Praga es el de la ciudad de las cien torres, y son muchos los visitantes que tienen la sensación de que en la capital checa hay también una gran cantidad de cementerios. Petr Kovařík asegura que no se trata solo de una sensación. En la actualidad hay casi treinta cementerios bajo la administración del servicio funerario de la ciudad. Él confirma que Praga cuenta con unos setenta cementerios más o menos convencionales, aunque luego hay que tener en cuenta que existen sitios donde quedan solo restos o algún tipo de monumento, con lo cual el número es incluso más alto.
“La cantidad de cementerios en Praga es de verdad alta, podemos decir que el número promedio es de alrededor de cien en relación a poco más de un millón de habitantes, con lo cual sí, son realmente muchos”.
En su opinión, el más conocido de todos es el antiguo cementerio judío que suelen visitar turistas de todo el mundo. Pero si bien se trata de una ciudad, en efecto, con muchos cementerios, al parecer antes había incluso más. Cuenta que, por ejemplo, existían varios en la zona del Castillo y otros tantos en Vyšehrad, donde hoy solo queda uno de los más importantes. Tal como cuenta Kovařík, hubo un momento puntual de la historia en el que se tomó la decisión de alejar los cementerios de las zonas céntricas de la ciudad.
“El emperador José II, alrededor de 1784, prohibió, por razones higiénicas, los entierros dentro de la ciudad, en esa época cada iglesia parroquial tenía un cementerio a su alrededor: a veces pequeño, a veces más grande, y el emperador José II los abolió todos. Ahí se fundaron dos grandes cementerios: uno para la orilla derecha del Moldava, que estaba en el lugar del antiguo Cementerio de la Peste y es el actual Cementerio de Olšany; y para la orilla izquierda del Moldava, el Cementerio de Malá Strana que, por supuesto, está en Smíchov”.
El famoso cementerio de Vyšehrad
Petr Kovařík lleva publicados tres libros sobre cementerios, uno de los cuales abarca los de toda Chequia. Y si bien asegura que en cada uno de ellos pueden encontrarse detalles interesantes, uno de los que más lo impresionan es el de Albrechtice, que está cerca de la ciudad de Písek, en el sur de Bohemia. Sobre todo, porque había un párroco que tenía la particularidad de hacer pintar la lápida de cada difunto como si fuera un cuadro, pero siempre de a tres personas. Es decir, cuando había tres muertos se hacía un tríptico con las lápidas pintadas. También destaca el cementerio de Střílky en Moravia, donde hay muchas estatuas barrocas interesantes. No obstante, de todos los cementerios checos en su opinión el más importante es el de Vyšehrad.
“Los checos organizaron apresuradamente una acción para transportar a Praga los restos de un poeta fundamental como es Mácha”.
“Ese es nuestro monumento. Lo promovió el preboste Václav Štulc, que también era amigo de la escritora Božena Němcová, con la intención de que se fuera convirtiendo en un cementerio nacional, por lo que con el paso de los años fueron enterrando aquí a personalidades muy importantes como los mundialmente famosos compositores Antonín Dvořák y Bedřich Smetana, y también uno de los escritores checos más famosos: Karel Čapek, uno de los fundadores de la ciencia ficción”.
Además del poeta Julius Zeyer, autor de una serie de versos épicos que justamente llevan como título Vyšehrad, otro de los enterrados ilustres de ese cementerio es nada menos que el gran poeta romántico Karel Hynek Mácha. Su tumba fue trasladada desde Litoměřice, ciudad en la que murió a los 25 años y donde también fue enterrado. Sin embargo, en 1938, después del acuerdo de Múnich, esa ciudad cayó entre las tierras fronterizas checas ocupadas por los alemanes.
“Así que los checos organizaron apresuradamente una acción para transportar a Praga los restos de un poeta fundamental como es Mácha. Aquí uno de nuestros antropólogos más importantes examinó sus restos, hueso por hueso, e incluso publicó todo un libro al respecto, en el que se describen con fotos cada uno de los huesos de Mácha, que luego fue enterrado de nuevo en 1939, justo al principio de la ocupación”.
Tal como deja vislumbrar el propio Kovařík, los cementerios son como libros: cuentan distintas historias, se van citando entre sí y en cada visita el público siempre puede encontrar algo distinto e interesante. Por otro lado, considera que hay algunos cementerios no tan conocidos como, por ejemplo, uno muy antiguo en Holešovice junto a la Iglesia de San Clemente. Explica que en ese cementerio se ha conservado una tumba de un soldado que murió en forma heroica, salvando un puente, en el marco de la guerra austro-prusiana de 1866. Aun hoy es posible ver, junto a una lápida coloreada, a ese soldado sobre el que escribió un texto nada menos que el escritor Jan Neruda.
Un cementerio de locos
Otro cementerio relativamente desconocido que, sin embargo, fue votado en un ranking de internet como el sitio más terrorífico de Europa se encuentra en el distrito praguense de Bohnice, muy cerca del hospital psiquiátrico.
“Se trata de un cementerio único. Era un cementerio institucional que pertenecía al hospital psiquiátrico. Hoy en día lo llaman el cementerio de los locos, pero era simplemente un cementerio institucional en el que dejaron de hacerse entierros en 1953. En realidad, enterraban a la gente que moría en ese manicomio y no tenían familia ni a nadie”.
Como en el hospital psiquiátrico había también una enfermería militar al que llegaron varios soldados italianos heridos, cuenta Kovařík que muchos de esos combatientes terminaban también enterrados en ese cementerio institucional, en el que, según recuerda, solía haber incluso placas conmemorativas en checo e italiano que con el tiempo fueron robadas. Además de haber sido el sitio donde se filmó la escena de Amadeus en la que entierran a Mozart, ese cementerio suele concentrar muchas leyendas, una de las cuales nació justamente a partir de Vranská, una novela publicada en 1991 por el propio Petr Kovařík quien, como parte de una ficción, escribió que el nunca identificado asesino de Otýlie Vranská, uno de los casos policiales más renombrados de la historia checa, había sido enterrado allí.
Entre celtas y eslavos
Kovařík explica que la influencia celta en Chequia, que se debe a la llegada a tierras bohemias de la población de los boios, antes incluso que los eslavos, también se percibe un poco en el tipo de relación que la sociedad checa mantiene con los muertos. Por otro lado, precisa que ante cada hallazgo de un sepulcro antiguo, los arqueólogos son capaces de distinguir perfectamente si los restos corresponden a un difunto celta o a un eslavo.
“Y cuando los arqueólogos desentierran estas tumbas, ¿cómo distinguen un entierro eslavo de uno celta? Los celtas enterraban a sus muertos con la cabeza hacia el norte y los eslavos con la cabeza hacia el oeste para mirar el amanecer. Así es como distinguen, al desenterrar una tumba de unos cientos de años antes de Cristo, si es celta o eslava”.
Si la muerte es lo que termina igualando sin ninguna excepción a todas las personas, está claro que los cementerios, tal como bien lo sabe Petr Kovařík, son lugares fascinantes porque no solo refieren a la muerte sino también a la vida e incluso a la historia misma de cada sociedad.
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