Ochenta años de la traición de Múnich
El 30 de septiembre se cumplen 80 años de la firma del Acuerdo de Múnich, que anexó a la fuerza una tercera parte de Checoslovaquia a la Alemania nazi y provocó una huida masiva de la población checoslovaca.
Las reclamaciones de Adolf Hitler sobre el territorio checoslovaco de los Sudetes se volvían cada vez más intensas. Proporcionalmente se agudizaban también las relaciones entre los alemanes y los checoslovacos que convivían en esta zona fronteriza desde hacía siglos.
Las consecuencias económicas de la Gran Depresión impulsaron a cada vez más habitantes de lengua alemana a simpatizar con la ideología del Partido Alemán de los Sudetes (SDP). Su fundador, Konrad Henlein, provocó con su retórica nacionalista una fuerte tensión étnica, reivindicando el derecho a la autodeterminación y la anexión de la región industrial de los Sudetes al Tercer Reich.Miles de personas se concentraban a lo largo de Checoslovaquia para manifestarse contra la presión nazi. Unas fuertes protestas se llevaron a cabo también en la ciudad de Semily. El historiador Tomáš Chvátal nos cuenta más detalles sobre estos acontecimientos.
“Las manifestaciones para apoyar al Gobierno checoslovaco fueron masivas. La primera se llevó a cabo el 8 de septiembre de 1938 con la participación de 8000 personas, que es el número de todos los habitantes de Semily. El 23 de septiembre el número de manifestantes alcanzó los 15 000. La gente mostró su voluntad para apoyar al Gobierno y defender la República”.
Los checoslovacos contra la esvástica
Adolf Hitler y Konrad Heinlein establecieron en el territorio reclamado el cuerpo paramilitar Freikorps Sudeto-Alemán, cuya actividad consistió en asaltos a aduanas y comisarías checoslovacas que se cobraron las vidas de más de cien personas.La sumisión del Reino Unido y Francia respecto a las exigencias de Alemania alarmó al Gobierno checoslovaco. El 24 de septiembre, el Presidente Edvard Beneš ordenó la movilización general del Ejército. La respuesta fue positiva. Al cabo de 24 horas, tres cuartas partes de los soldados de reserva se presentaron en sus unidades militares, apunta el historiador.
“La mayoría de los hombres aptos para el combate entraron en filas con buena voluntad para defender Checoslovaquia. Las negociaciones con Alemania se intensificaban, lo que impulsó al Ejército checoslovaco a lanzar una campaña para reclutar a más hombres para la defensa del país. En la ciudad de Semily el señor Liška, un funcionario bancario, se encargó de la convocatoria, y en pocos días se consiguió la inscripción de otros 2400 hombres”.
La traición llega desde Occidente
Durante la noche del 30 de septiembre, los representantes de Italia, Reino Unido, Francia y Alemania firmaron el Acuerdo de Múnich, aprobando la incorporación de los Sudetes al Tercer Reich. Los checoslovacos se sintieron traicionados, ya que habían confiado en el apoyo de las potencias europeas. Los representantes de Checoslovaquia ni siquiera fueron invitados a la negociación sobre el destino de su país.
El Presidente Beneš no tuvo muchas opciones: si no aceptaba el dictado, sometería a su país a una invasión militar. De lo contrario, el joven Estado Checoslovaco perdería una tercera parte de su territorio. Beneš optó por evitar un conflicto militar y aceptó la cesión de la zona de los Sudetes al Tercer Reich. El repentino cambio del mapa resultó difícil de asimilar para todos los checoslovacos, aproxima Tomáš Chvátal.“Es una situación difícil de imaginarse hoy y lo era también en aquel entonces. Desde el surgimiento de Checoslovaquia en 1918, la gente se acostumbró a la delimitación territorial, es decir, al hecho de que la frontera llegaba hasta las montañas fronterizas. Tras el Acuerdo de Múnich llegó un choque para los ciudadanos: de pronto las zonas que estaban habitadas por más del 50% de población de habla alemana correspondían al Tercer Reich. El 1 de octubre, el Ejército alemán ocupó Semily, que se convirtió en una ciudad casi fronteriza, situada solamente a 10 kilómetros de la Alemania nazi”.
Semily, la ciudad de los refugiados
La mayoría de las fábricas en la ciudad de Semily se convirtieron en almacenes del Ejército alemán y en bancos de armas, donde miles de checoslovacos se vieron obligados a trabajar. De pronto, ninguna vivienda en Semily estaba vacía; no crecía solamente el número de trabajadores, sino también la cantidad de inmigrantes de las zonas anexadas al Tercer Reich, quienes buscaban refugio en territorio checoslovaco.La primera ola migratoria estuvo conformada por funcionarios, oficinistas y agentes de Policía, que eran los más odiados por los alemanes. Después del 1 de octubre de 1938, la población checoslovaca se había convertido en una minoría en los Sudetes, con muchos derechos denegados. La lengua checa perdió su estatus de idioma oficial y su uso era penalizado. Los ciudadanos de habla checa no tenían derecho a ejercer cargos políticos ni a trabajar en instituciones públicas. Asimismo, se prohibió la venta de periódicos y libros en checo y en los cines se escuchaba solamente alemán.
La opresión de la identidad nacional y el acoso de los alemanes obligaron a cada vez más checoslovacos a hacer las maletas. Muchos se instalaron en Semily, apunta el historiador Chvátal.“La ciudad de Semily se convirtió en un refugio para las personas de todas las zonas ocupadas, y también se trasladaron aquí varias instituciones estatales de la ciudad de Jablonec nad Nisou. El creciente número de personas sin techo impulsó en 1939 la construcción de dos edificios modernos para acoger a los refugiados. Hasta la actualidad, la gente local sigue llamando estas casas “uprchláci”, es decir, refugiados. No obstante, muchos de ellos desconocen el origen de este nombre”.
Un alemán con corazón checoslovaco
Los veteranos locales recuerdan con afecto a uno de los inmigrantes que llegó a Semily de la ciudad fronteriza de Vansdorf, afirma el historiador.
“El refugiado Hans Bayer no estuvo obligado a emigrar, ya que tenía nacionalidad alemana. Es un caso interesante de un patriota checoslovaco de origen alemán que después del Acuerdo de Múnich decidió que Checoslovaquia era su país y que no se iba con Hitler. Vendió su fábrica por un precio no muy rentable, y se trasladó a territorio checoslovaco”.
Hans Bayer estableció en su ciudad de acogida una empresa de tejidos, creando puestos laborales en tiempos difíciles. Antes de que acabara la construcción de una nueva fábrica moderna, los alemanes llegaron hasta Semily e impideron sus planes. Bayer se ganó la buena fama también por su participación en la resistencia nacional contra los alemanes. En Semily ha dejado un recuerdo positivo, apunta Tomáš Chvátal.
“Muchos habitantes mayores de Semily lo recuerdan con afecto porque trataba bien a sus empleados, les pagaba estancias en balnearios, etcétera. A finales de la guerra, los alemanes lo persiguieron y le quitaron la fábrica. No obstante, Bayer perdió todas sus propiedades más tarde, en 1948, cuando se las confiscaron los comunistas. Así le “agradecieron” su esfuerzo”.El 15 de marzo comenzó uno de los capítulos más oscuros de la historia de Checoslovaquia. El Ejército nazi ocupó el país para dividirlo en el Protectorado de Bohemia y Moravia y el Estado Eslovaco. El palacio de Semily se convirtió en la sede de la Diputación Provincial alemana. En la ciudad operaba también la Gestapo, el cuerpo de Policía del Tercer Reich, que difundía el miedo entre sus habitantes y a muchos de ellos los condenó a muerte. Tras la contienda, solamente un ciudadano de origen judío regresó del campo de concentración a Semily.
El 3 de mayo de 1945, Semily se sumó a la sublevación contra Alemania que se había desencadenado en toda la región de los Montes Gigantes y logró bloquear a las fuerzas nazis. Una semana después llegó el Ejército Rojo, que liberó la zona.
El primer país en determinar el Acuerdo de Múnich como inválido fue Gran Bretaña, proclamando en 1942 que Alemania había violado sus bases con la ocupación del resto de Checoslovaquia. No obstante, después de ochenta años, el problema con la vigencia y la legalidad del Acuerdo de Múnich sigue abierto.