86 años del Pacto de Múnich: una traición que selló el destino de Checoslovaquia
En el aniversario número 86 del infame Pacto de Múnich, el Ministerio de Relaciones Exteriores checo presentó una serie de documentos que arrojan luz sobre los hechos. La firma del tratado marcó para siempre el destino de Checoslovaquia y también de Europa.
Se cumplen este lunes 30 de septiembre 86 años de la firma del Pacto de Múnich, un acuerdo que cambió el curso de la historia europea y condenó a Checoslovaquia a perder su soberanía territorial sin siquiera haber sido consultada. En un intento por evitar la guerra, las principales potencias occidentales —Gran Bretaña, Francia, Italia y la Alemania nazi— se reunieron en la capital bávara en 1938 y acordaron la cesión de los Sudetes a Adolf Hitler, una decisión que debilitó a Checoslovaquia y la dejó a merced de las ambiciones expansionistas del Tercer Reich.
Con motivo del aniversario, el Ministerio de Relaciones Exteriores checo organizó una presentación de documentos históricos que forman parte del archivo del ministerio. Los archivos, seleccionados para este acto conmemorativo, ofrecen una mirada íntima a los trágicos eventos que se desarrollaron en esos días.
La movilización general y el colapso diplomático
Tomáš Klusoň, integrante del archivo de Relaciones Exteriores, explicó que la documentación es vasta, pero que la selección presentada hoy está diseñada para demostrar las verdaderas intenciones de los actores involucrados en el pacto.
“Las grandes potencias occidentales informaron al gobierno checoslovaco que ya no podían asumir la responsabilidad de la situación y que no podían seguir disuadiéndolo de tomar medidas militares. En cuestión de minutos, se declaró la movilización general en Checoslovaquia, a lo que siguió una serie de eventos que culminaron una semana después con el Pacto de Múnich. Hemos seleccionado varios documentos de nuestro archivo que documentan estos eventos”.
Los archivos presentados incluyen comunicaciones telegráficas, transcripciones de conversaciones y otras piezas clave que revelan la presión bajo la que se encontraba Checoslovaquia. A pesar de las negociaciones lideradas por el entonces primer ministro británico Neville Chamberlain y su homólogo francés Édouard Daladier, la solución final impuesta por Alemania acabó con las esperanzas de defensa checoslovaca.
Una traición a la luz de los archivos
Helena Balounová, también del archivo de Relaciones Exteriores, e Ivan Dubovický, jefe del Departamento de Coordinación con las Embajadas, subrayaron la lucidez de figuras clave de la época, como Jan Masaryk, hijo del primer presidente checoslovaco Tomáš Garrigue Masaryk, quien comprendió rápidamente que el pacto no ofrecía garantías reales para la seguridad de su país. Según los exponentes, el diplomático checo se anticipó al desarrollo de los hechos.
“Básicamente, inmediatamente después de la recepción del Acuerdo de Múnich, la situación se complicó aún más. Se hizo absolutamente claro que ese acuerdo no llevó a ningún resultado tangible. La principal promesa que Checoslovaquia debía recibir a cambio de su sacrificio, es decir, las garantías de seguridad de las cuatro grandes potencias que se reunieron en Múnich, nunca se materializó”.
Uno de los documentos más conmovedores es una carta de Masaryk, donde escribe sobre su dolor al retirar los retratos de su padre y otros líderes históricos para evitar la humillación de su personal, conscientes de que el acuerdo simbolizaba una derrota para la nación.
El plan anglo-francés y el giro de Hitler
Dubovický se centró en una transcripción oficial que revela las verdaderas intenciones de Adolf Hitler desde los comienzos de las tratativas del acuerdo. Dubovický explicó que Hitler desechó por completo el plan anglo-francés inicial, que proponía una cesión limitada de territorios habitados mayoritariamente por alemanes.
“En ese momento, se desestimó por completo el plan anglo-francés que originalmente se había presentado al gobierno checoslovaco el 19 de septiembre, y básicamente, dos días después, el gobierno checoslovaco lo aceptó bajo presión. Pero, por supuesto, Hitler modificó fundamentalmente esas demandas territoriales para adaptarlas a sus intereses”.
El líder nazi impuso no solo la cesión de los Sudetes, sino también de tierras habitadas por polacos y húngaros, exigiendo un cumplimiento inmediato para el 1 de octubre de 1938. Estas demandas, según Dubovický, demostraron que los esfuerzos diplomáticos occidentales habían fracasado por completo. La concreción se dio en el momento en el que Francia e Inglaterra decidieron firmar la transcripción del tratado que había hecho los alemanes, documento que también se presentó durante el acto en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Una lección para la historia
El Pacto de Múnich es recordado hoy no solo como un símbolo de la capitulación ante la agresión nazi, sino también como un ejemplo de las complejidades y peligros de la diplomacia internacional. La documentación presentada en el Ministerio de Relaciones Exteriores ilustra cómo, a pesar de los esfuerzos de Checoslovaquia por preservar la paz, las decisiones tomadas en Múnich en 1938 desencadenaron la destrucción del país y allanaron el camino para la Segunda Guerra Mundial.
El legado del pacto sigue siendo una advertencia sobre los riesgos de ceder ante la intimidación de los agresores, una lección que 86 años después no ha perdido su relevancia, en un contexto en que las guerras aún no son cosa del pasado en el territrio europeo.