Rinden homenaje al disidente Pavel Tigrid en una exposición al aire libre en Praga
El Museo de la Memoria del Siglo XX de Praga ha instalado una exposición al aire libre dedicada a la vida y obra de Pavel Tigrid, disidente, periodista y político checo.
El legado de Pavel Tigrid, lo sitúa entre las figuras más importantes de la historia de Chequia. Se exilió en Inglaterra en 1939, donde se convirtió en una voz crítica del régimen comunista desde la Redacción checoslovaca de la BBC de Londres.
A principios de los años 50, encabezó la Redacción checoslovaca de Radio Free Europe en Múnich. En 1956, fue cofundador de la revista Svědectví (Testimonio en español), que dirigió hasta comienzos de los años 90 en París.
Después de la derrota del régimen comunista, trabajó como asesor del presidente Václav Havel y fue ministro de Cultura entre 1994-1995.
El Museo de la Memoria del Siglo XX ha instalado una exhibición al aire libre en la plaza Mariánské náměstí, de Praga, que rinde homenaje al legado de un hombre que luchó incansablemente por la libertad y la democracia. Su hija mayor, Deborah Tigrid-Marguerat, residente en Francia, asistió a la inauguración de la exposición. En conversación con Radio Praga Internacional, Tigrid-Marguerat empezó por explicar más sobre la idea de este homenaje a su padre.
“La iniciativa no fue mía, ni de mis hermanos. A principios de julio, recibí una invitación para esta exposición. Estoy realmente fascinada con el nivel del profesionalismo, la información presentada, así como la manera en que está hecha la exhibición con estos paneles al aire libre. Está verdaderamente impresionante”.
Muchos historiadores dicen que las actividades y obra de Tigrid son tan amplias que siguen descubriendo nuevas informaciones que, a veces resultan novedosas incluso para su familia. Tigrid-Marguerat reconoció que sus padres, que vivieron 40 años en el exilio y siempre intentaron protegerla a ella y a sus hermanos. En casa no se hablaba sobre los contactos de su padre o sobre sus actividades profesionales. No obstante, todos en la familia sabían que el apellido Tigrid se relacionaba siempre con un alto nivel de riesgo. Sin embargo, a pesar de la vida difícil y peligrosa que tenía su padre, Tigrid-Marguerat siempre lo veía como alguien alegre y optimista.
“Desde luego, tenía momentos difíciles, pero hablaba muy poco sobre cosas dolorosas, especialmente los de la Segunda Guerra Mundial. Pero pienso que tuvo el don de convertir aquellas situaciones difíciles, en una anécdota interesante y sacar el máximo provecho de esas lecciones. A lo largo de su vida, mi padre vivió muchos momentos felices, pero creo que el mayor regalo que la vida le dio fueron los sucesos de 1989. No lo veía venir tan rápidamente y esta fue una gran recompensa por toda su labor”.
El mismo buen humor que menciona Tigrid-Marguerat lo acompañó también en momentos difíciles durante el exilio forzado de toda la familia a Córcega en 1971, cuando Leonid Brézhnev llegó al poder en la Unión Soviética.
“A las 6 de la mañana llegó la Policía francesa y pidió a mi madre que comenzara a preparar las maletas. No sabía por qué, en todo caso, no teníamos idea de qué estaba pasando. Mi padre bromeó y preguntó si teníamos que llevar ropa caliente o trajes de baño. Creo que él sabía que no era una situación ligera o cómica y que luego tampoco la recordaba así en su memoria”.
Tigrid-Marguerat acompañó a sus padres en su primer viaje a Checoslovaquia después de la derrota del comunismo en 1989. Recordó que al inicio pensaron que, después de 40 años de exilio, este sería un país extraño para ellos, ya que muchas cosas habían cambiado.
“Recuerdo muy bien que el segundo día fuimos a un restaurante y llegó a la mesa una sopa que solía preparar mi abuela. Ya que tenía la oportunidad de estar con nosotros en el exilio, ella se encargaba de mantener el espíritu checo en casa y cocinaba sólo platos checos. Entonces, cuando trajeron la sopa con “játrové knedlíčky“ (unas albóndigas de hígados) esto nos conmovió muchísimo. Vi que los ojos de mis padres estaban llenos de lágrimas. Creo que entonces se dieron cuenta de lo que les estaba sucediendo”.
Tigrid-Marguerat recordó que cuando aterrizó por primera vez en Praga, fue enorme la sorpresa al descubrir que su padre fuera tan famoso en Checoslovaquia, ya que en Francia se comportaba como un ciudadano común y corriente. No obstante, ya había conocido a Václav Havel mucho antes de que su padre aceptara el cargo de asesor, ya que el propio Havel visitó a la familia en Francia en 1968. Tigrid-Marguerat recalcó que para su padre fue muy difícil aceptar el puesto de Ministro de Cultura.
“Recuerdo una reunión familiar donde mi madre decía que aceptar semejante puesto a los 74 años era una locura y que también esto le iba a perjudicar la salud. Entonces, mi padre nos preguntó a nosotros, sus hijos, qué pensábamos al respecto. Le dije a mi madre que el país vivía un cambio histórico y que dejara a mi padre que lo hiciera, ya que esto era una especie de renacimiento para él, algo que le daba una energía increíble”.
Aunque Deborah Tigrid-Marguerat no nació en la República Checa y ha pasado una parte considerable de su vida fuera del país, confesó que tiene una conexión muy fuerte con Praga. Diversos eventos y actividades la han hecho regresar a la tierra de sus ancestros, cada retorno al país le hace sentirse cada vez más como en casa, acotó.