Calles de dirección mutua
En el año del centenario de las relaciones bilaterales entre Chequia y Argentina, exploramos en RPI otro vínculo más que simbólico entre ambos países: el de las calles que se mencionan y homenajean mutuamente, aunque con algunas peculiaridades que nos ayuda a revelar, en esta entrevista, el escritor porteño Diego Zigiotto.
Argentina cuenta con una de las comunidades checas más importantes de Latinoamérica, instalada principalmente al norte, en la provincia de Chaco. Sin embargo, en la propia ciudad de Buenos Aires también hay fuertes vínculos con el ámbito checo, incluso a partir de algo tan concreto pero a la vez simbólico como los nombres de las calles, tal como nos cuenta el escritor y periodista porteño Diego Zigiotto, nada menos que en el año en el que se cumplió un siglo de las relaciones bilaterales entre Chequia y Argentina.
“Tenemos dos calles que remiten a la actual República Checa o Chequia: una tiene la antigua denominación de Checoslovaquia y está ubicada en el barrio de Vélez Sarsfield, que es un barrio que pocos porteños conocen, los porteños son los habitantes de Buenos Aires, los nacidos en Buenos Aires”.
“La calle Checoslovaquia, a pesar de la escisión con Eslovaquia, sigue conservando el antiguo nombre”.
Lo curioso, tal como indica Zigiotto, es justamente esa suerte de discrepancia entre el nombre de la calle y la propia realidad, lo cual por otro lado no deja de estar en sintonía con el hecho de que algunas personas de Argentina y también de otras partes del mundo siguen utilizando la antigua denominación del país. Como si el tiempo se hubiera detenido, al menos en ese sentido, el último día del año 1992.
“Y la calle Checoslovaquia, a pesar del cambio de nombre que tuvo el país y la escisión de Eslovaquia, sigue conservando el antiguo nombre. Es una callecita pequeña, de unos doscientos metros y fue bautizada así en 1927, época en la que ese barrio era casi una zona rural que se estaba loteando y de ahí que se abriera esta nueva calle”.
Sin embargo, las calles de la ciudad de Buenos Aires sorprenden a los checos con algo más: la mención a esa ciudad cuya fama tal vez no ha alcanzado aún las estrellas como profetizaba la princesa Libuše, pero sí indudablemente a Argentina. Es que, tal como suelen explicar varios referentes del turismo, la trascendencia de Praga ha opacado como marca incluso a República Checa, ya que otro error mucho más frecuente de lo que podría parecer es la idea de que Praga no es una ciudad sino un país.
“Otra calle que tenemos es Praga y está ubicada en un barrio pequeño, el último barrio en nacer en la Ciudad de Buenos Aires que se llama Parque Chas. Praga también es una calle pequeña que está ubicada en una zona bastante compleja porque las calles son circulares, muchos vecinos de Buenos Aires dicen que cuando ingresan a esa parte de la ciudad no saben cómo salir”.
Aclara Zigiotto que ese tipo de aseveraciones tienen también algo de leyenda. En su opinión es bastante obvio que con la ayuda de un mapa y ni hablar de los GPS y las aplicaciones actuales, incluso los extranjeros deberían poder ubicarse en esa zona con mucha más facilidad de lo que sucedía en el pasado.
Cruce polémico
“La calle Praga es muy pequeña y está cerca de otras ciudades europeas”.
Y así como a los checos les puede llamar la atención que aún exista una calle llamada Checoslovaquia, la particularidad de la calle Praga tiene que ver, sobre todo, con el nombre de la calle con la que se cruza: el de la capital de un país con el que mantiene pésimas relaciones. No solo por el largo pasado comunista sino también por algo tan actual y relevante como la invasión a Ucrania.
“La calle Praga, entonces, es muy pequeña, tiene apenas cincuenta metros y está cerca de otras ciudades europeas homenajeadas en este pequeño barrio de Parque Chas. De hecho, la calle siguiente a Praga es Belgrado y, del otro lado, a doscientos metros, está la calle Oslo, pero además Praga se cruza con Moscú”.
Agrega Zigiotto que, en otro sector de ese mismo barrio, son homenajeadas también varias ciudades más como, por ejemplo, Berlín, Dublín, Cádiz, Atenas, Liverpool y Varsovia. Y en contraste con esas calles no tan visibles, explica Zigiotto que hay muchos países de América que cuentan, por el contrario, con calles muy importantes, ya sea por longitud o ubicación central en la ciudad de Buenos Aires. Algunas de ellas son, por ejemplo, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Brasil, Ecuador y hasta Estados Unidos; mientras que la capital argentina les ha asignado a la mayoría de los países de Europa calles muy pequeñas y hasta marginales.
“Y, de hecho, a pesar de que Buenos Aires y la Argentina ha tenido una inmigración muy fuerte proveniente de España e Italia, lamentablemente eso no se tuvo muy en cuenta a la hora de homenajearla con avenidas o calles importantes. La calle Italia, a pesar de los vínculos que tenemos con ese país solo tiene una cuadra, una callecita muy pequeña y casi desconocida en el barrio de Flores. Y España, también con los vínculos que tenemos con ese país, es una avenida olvidada que está en la zona portuaria de la ciudad y la mayoría de los porteños ni siquiera conoce”.
Ya fuera del ámbito de las calles, otro sorprendente emblema checo que, en este caso, sí se encuentra en un lugar central de Buenos Aires, es nada menos que la capilla de San Nepomuceno en plena Catedral de la capital argentina. Si bien son varios los países del mundo que homenajean al santo checo de lengua corta y fama mundial, no deja de llamar la atención su presencia en un magnífico óleo pintado por el artista italiano Capranesi en 1909, que lo muestra al reservado confesor de la reina junto a dos ángeles que sostienen un libro. Son, precisamente, esas curiosidades las que apasionan al periodista, guía de turismo y escritor argentino Diego Zigiotto.
“Tengo siete libros escritos sobre la Ciudad de Buenos Aires, el primero de ellos salió hace ya quince años y se llama Las mil y una curiosidades de Buenos Aires donde cuento cosas curiosas que pasan, que existen en la ciudad, en las calles, en los barrios, en los monumentos, en las plazas”.
Recalculando, si bien en comparación con los países americanos, el ámbito checo parece estar en posición de desventaja en lo que respecta a la distribución de las calles en Buenos Aires, lo cierto es que se encuentra en igualdad de condiciones con países mucho más cercanos para Argentina, como Italia y España. En todo caso, si se trata de comparar, no hay dudas de que, mirando en dirección opuesta, Argentina ha salido bastante mejor parada con su propia calle en pleno distrito de Praga 7. Es que, si bien se trata de una arteria que tuvo varios nombres a lo largo de la historia (Dresde, entre ellos), la probable causa de su denominación debido a la cercanía con el matadero de Holešovice y, por lo tanto, la alusión a la fama mundial de su carne, le otorga a la calle Argentinská de Praga un estatus casi de privilegio.