Chica Checa: “Siento que mi hogar es América Latina”
Conocida en redes sociales como Chica Checa, Lenka Kosmatová se enamoró de la cultura latina al escuchar por primera vez reguetón. En esta entrevista, afirma que siente más conexión con los países latinos, y en especial Colombia, que con el suyo propio. Pero al mismo tiempo asegura que su enorme experiencia viajando por más de setenta destinos del mundo la ayudó valorar más la vida en Chequia.
No es algo para nada inusual que los checos, a partir de un viaje o de una profunda experiencia de vida, empiecen a sentir un vínculo muy fuerte con España o algún país de Latinoamérica. Sin embargo, el caso de Lenka Kosmatová, conocida en Instagram y Youtube como Chica Checa, es curioso, sobre todo, por la manera en que comenzó a darse su amor por la cultura latina.
“Estaba pensando eso, buscando las raíces de mi amor y pasión por América Latina y creo que fue en el año 2016, cuando un amigo de Canadá me mostró reguetón y, desde el primer instante, me volví loca con el reguetón, incluso en la actualidad lo escucho todos los días. Y me encantó todo. No solo la música porque luego empecé a buscar más de cultura, películas, libros... Me enamoré y sentí una conexión que quizás no tengo con República Checa. Creo que en mi vida pasada fui colombiana porque siento que mi hogar es América Latina”.
Si el hogar de esta chica checa es Latinoamérica, Colombia vendría a ser su living, el lugar de la casa en el que mejor se siente. De hecho, le gusta romper un poco el cliché sobre la supuesta inseguridad de ese país al decir que lo más peligroso de Colombia es enamorarse tanto de su gente que ya sea imposible volver. Y eso es un poco lo que le pasó a ella en el año 2018, durante el tiempo que vivió y recorrió Colombia trabajando en Bogotá como operadora de turismo.
“Primero la gente: son muy amables, también muy guapos, bonitos y tienen un gran corazón. Puedes ir como extranjera y te abren siempre las puertas, me siento muy segura y muy bien con los colombianos. Y, por otra parte, conozco más de setenta países y me parece que no existe otro sitio así. Colombia tiene la segunda biodiversidad más grande del mundo después de Brasil y todo lo que ofrece es increíble: tiene el Pacífico, el Atlántico, desierto, tiene ríos, tiene ciudades grandes, pfff... Creo que una persona necesita por lo menos diez vidas para conocer un poco de Colombia”.
Como si todo eso fuera poco, destaca también la diversidad cultural de Colombia: el aporte indígena en el norte y en la región amazónica, su fuerte conexión con la música y la espiritualidad, algo que, en su opinión, contrasta mucho con el ateísmo tan mentado de los checos. En ese sentido asegura que lo que más la atrae de los latinos es eso que, a su modo de ver, muchos checos perdieron: cierta conexión con la naturaleza o con algún tipo de divinidad. Formada en Austria en management de turismo, la universidad le exigía estudiar un tiempo en otro país y en 2017 decidió participar de un intercambio de seis meses en Monterrey, México, donde su nivel de español dio un gran salto.
A dedo en Centroamérica
Luego iba a contar con unos tres meses libres antes de empezar las prácticas en Bogotá y, en lugar de quedarse en Europa, se le ocurrió recorrer, desde México hasta Colombia, solo con una mochila, todos los países de América Central haciendo dedo. Cuenta que, como por ese entonces solo tenía 18 años, quizás no era tan consciente de los peligros que podía significar ese viaje. Sin embargo, aclara que todo salió muy bien y que muchas de las personas con las que se iba cruzando parecían más preocupadas por su seguridad que ella misma.
“Tengo miles de historias de cuando, por ejemplo, estaba haciendo dedo en El Salvador y se me acercó un hombre y me dijo: ‘¿Cuánto dinero necesitas? Te pago un taxi, te pago un autobús, pero, por favor, no hagas más dedo’”.
Como durante ese viaje no tenía internet ni nada por el estilo, asegura que se enteró, sobre la marcha, de que era casi imposible cruzar la selva para ir de Panamá a Colombia. Entonces, tuvo que tomar un avión, dando por concluido su itinerario a dedo. Lo cierto es que, siguiendo su intuición, logró que todo el recorrido saliera aún mejor de lo esperado, incluyendo las veces que durmió al aire libre en Nicaragua y Costa Rica. Hoy, Lenka Kosmatová tiene la impresión de que hizo ese viaje para demostrarse a sí misma que el mundo no es un sitio tan hostil. De hecho, considera que a todas las personas les interesa, más o menos, lo mismo: la salud, la familia, alimentarse y divertirse.
“Pero cuanto más viajo, no quiero decir orgullosa, pero sí más feliz me siento de haber tenido la oportunidad de haber nacido en República Checa. A veces me da tristeza ver que los checos se quejan de tantas cosas, cuando en verdad nos va súper bien, súper bien”.
Quizás porque esa misma revalorización de su país se la debe, justamente, a la experiencia que acumuló durante sus viajes, en la actualidad Lenka Kosmatová se dedica a asesorar a todas aquellas personas que quieran viajar o estudiar en otro lugar del mundo, una experiencia que considera fundamental en la vida de toda persona.
“Yo tengo mi marca personal que es Chica Checa, una chica que nació en República Checa, y hablo mucho sobre los viajes y sobre cómo poder viajar. Y como a lo largo de mi vida siempre he buscado muchas oportunidades para poder viajar por trabajo, estudios y otras experiencias, puedo decir que soy un poco una influencer en formación viajera y tengo una cuenta en YouTube en la que explico cómo viajar y ahora me estoy enfocando, sobre todo, en cómo poder ir a estudiar, a nivel universitario, a distintos países de Europa y cómo trabajar como nómada digital. Esos son los temas que más me interesan porque, como siempre digo, como yo me siento una ciudadana del mundo, para mí es muy importante tener libertad. Entonces, siempre trato de buscar la forma de poder no solo viajar, sino también vivir y trabajar desde cualquier lugar”.
Aunque entiende y respeta a quienes logran incorporar una rutina, en su opinión la vida es demasiado corta para encerrarse en un solo lugar y, por lo tanto, se siente afortunada de vivir en esta época en la que están dadas las condiciones para, al menos, intentar hacer lo que a uno le gusta y de la forma en que quiera. En ese sentido, opina que los checos, sobre todo los más jóvenes, muestran un saludable equilibrio entre el trabajo y el ocio ya que cumplen con sus obligaciones, pero al mismo tiempo saben disfrutar de su familia, amigos o incluso de practicar deportes. En algunos casos, Lenka asesora también a europeos que quieren mudarse temporalmente a Colombia u otros países latinoamericanos para cumplir con determinados proyectos de trabajo. Su amplio conocimiento sobre esa parte del mundo le permite también desterrar algunos prejuicios que, según dice, casi siempre tienen que ver con la seguridad. En tales casos, ella recomienda tener precaución pero no viajar con miedo porque, a veces, la gente temerosa termina, en algún punto, atrayendo lo malo para confirmar su creencia.
Un país que no existe
De las más de setenta naciones del mundo que Lenka Kosmatová conoció a lo largo de sus viajes dice que la que más la fascinó fue Colombia, pero al mismo tiempo cuenta que hubo otro lugar en el que más extraña se sintió.
“Transnistria. Es un país que, en realidad, no es reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, pero tiene su moneda, sus leyes, es decir, muchas cosas que un Estado necesita tener para funcionar como tal y está entre Moldavia y Ucrania. Ahí hablan ruso y puedes ver por todos lados estatuas de Lenin y Putin, pero está en Europa y mucha gente no lo sabe y, de hecho, no está tan lejos. Y es una locura porque te vas a un país que en realidad no existe, pero te piden pasaporte y tienes que cambiar dinero por el suyo: sus billetes se parecen a los del Monopoly y sus monedas son de plástico”.
Ella resume esa extrañeza diciendo que ir a ese sitio es como hacer un viaje directo a los años setenta, con el agravante de que los viajeros no pueden contar allí con ninguna embajada ni soporte diplomático. Aunque Lenka Kosmatová tuvo, durante muchos años, el sueño de conocer absolutamente todos los países del mundo, a medida que fue creciendo empezaron a surgirle otro tipo de inquietudes como formar una familia o estrechar relaciones con su propia comunidad. Por otro lado, cree que no tiene sentido viajar con el único objetivo de tachar sitios de la lista de pendientes. De todos modos, sí quiere seguir conociendo al menos un país cada año y, sobre todo, aprovechar sus viajes para desarrollarse más como persona. Por ejemplo, cuenta que ahora quiere ir a la India, pero hacer también allí un curso de yoga. Esa es, en su opinión, la forma más genuina de conocer un país.