El principio del fin del comunismo en Checoslovaquia: la Semana de Palach cumple 35 años
El 15 de enero de 1989 se inició una serie de protestas masivas en Praga en conmemoración de la autoinmolación de Jan Palach veinte años atrás. La movilización más importante de la sociedad civil contra el régimen en décadas marcó el inicio de la caída del comunismo en Checoslovaquia unos meses después con la Revolución de Terciopelo.
El 15 de enero de 1989, grupos disidentes anunciaron que irían a poner flores a la estatua de San Venceslao del centro de Praga en homenaje al estudiante Jan Palach, muerto ese mismo día de 1969 como resultado de las quemaduras que él mismo se había provocado en protesta por la ocupación soviética. A pesar de la prohibición del acto por parte de las autoridades comunistas, varios miles de personas se reunieron frente al Museo Nacional en la mayor protesta contra el régimen desde principios de los 70.
La Policía reaccionó con violencia. El entonces estudiante Tomáš Mitáček, lo recordó así para la ONG Memoria de la Nación.
“Yo no estaba entre las primeras filas, sino como en la décima o la decimoquinta fila, pero podía ver que en la Plaza de la Ciudad Vieja había grandes vehículos blindados. Tenían cañones de agua con los que tiraban a las primeras filas. Cuando volví a casa, pasé una semana preguntándome si tenía algún sentido estar en el mundo. Todo parecía perdido si podían reprimir así a su propio pueblo”.
Los medios de comunicación de la época informaron a su manera, culpando de los altercados tanto a “centros de sabotaje occidentales” como a los miembros del movimiento Carta 77. Así dio la noticia la Televisión Checoslovaca:
“Nuestro equipo siguió hoy en la plaza Venceslao de Praga cómo varios grupos de elementos antiestatales intentaron llevar a cabo un acto de provocación. Quisieron aprovechar el 20 aniversario del suicidio sin sentido del estudiante Jan Palach para despertar emociones antisocialistas y alterar el orden en la capital. El acto premeditado había sido prohibido, por lo que las fuerzas del orden desalojaron en calma a los provocadores y curiosos de la plaza. Después, unidades de las fuerzas del orden tuvieron que actuar con fuerza contra los provocadores restantes y los actos que tenían preparados. Los 91 más agresivos fueron detenidos”.
La Semana de Palach marcó el inicio de un año histórico. Mientras también en toda Europa Central y del este se sucedían los cambios, en Checoslovaquia los actos de rebeldía contra el régimen fueron desde entonces tomando cada vez más fuerza.
En junio, la publicación en medios prohibidos del documento Varias Frases que había preparado Carta 77 pidiendo diálogo al régimen, fue tomado por este como un acto de “enfrentamiento a la administración estatal socialista”. Sin embargo, para otoño ya había sido firmado por 40.000 personas. Esto resultó crucial de cara a los acontecimientos posteriores, como explicó a la Radio Checa el historiador del Instituto para el Estudio de los Regímenes Totalitarios Prokop Tomek.
“Aquella petición fue sin duda muy significativa, porque no sólo fue firmada por los mismos de siempre, sino por un amplio espectro de personas, desde simples ciudadanos hasta incluso personalidades conocidas, especialmente del mundo de la cultura. En Checoslovaquia, el régimen comunista había logrado mantener a la oposición en una especie de gueto para que no se extendiera más allá. Pero esta petición rompió completamente con esto e hizo posible la creación de una plataforma mucho más amplia”.
Una plataforma que desde el 17 de noviembre tomaría las calles y lograría con la Revolución de Terciopelo la caída definitiva del régimen y la restauración de la democracia en Checoslovaquia antes de que pasara ni un año de la Semana de Palach.