Jan Palach, el joven que sacrificó su vida por su convicción

Jan Palach, foto: Wikimedia Commons,CC BY 3.0 CZ

Este miércoles 16 de enero, se cumplen 50 años de la autoinmolación del estudiante checo Jan Palach. El joven procedió a este acto suicida para alertar ante la situación en Checoslovaquia tras la ocupación por las tropas soviéticas.

Jan Palach,  foto: Wikimedia Commons, CC BY 3.0 CZ

”La Administración Municipal de la Seguridad Pública en Praga informa que alrededor de las 3 de la tarde de hoy, en la Plaza Venceslao sufrió serias quemaduras J.P. de 21 años, estudiante de la Facultad de Filosofía”.

En agosto de 1968 las Tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia, acabando con el proceso democratizador llamado Primavera de Praga. Las esperanzas de los checos en una mayor apertura al mundo y desarrollo, que no dependiera del dictado soviético, iban desvaneciéndose. Y las tropas soviéticas se instalaron en Checoslovaquia durante más de 20 años.

En vista del endurecimiento político en el país, la gente fue perdiendo la esperanza de un cambio positivo. Pero de pronto se produjo algo inesperado. A mediados de enero de 1969, el día 16, en la céntrica Plaza Venceslao se quemó a lo bonzo Jan Palach, estudiante de la Facultad de Filosofía de la Universidad Carolina de Praga . La Radiodifusión Checoslovaca informó ese mismo día de lo ocurrido.

”La Administración Municipal de la Seguridad Pública en Praga informa que alrededor de las 3 de la tarde de hoy, en la Plaza Venceslao sufrió serias quemaduras J.P. de 21 años, estudiante de la Facultad de Filosofía. Se roció con un líquido inflamable, le prendió fuego a su ropa y se produjo serias quemaduras. El motivo de este acto se investiga”.

Un viaje a la Unión Soviética fue para Palach una gran desilusión

Las tropas soviéticas en Praga,  1968,  foto: František Dostál,  Wikimedia Commmons,  CC BY-SA 4.0

Hasta ese entonces Jan Palach era un joven casi desconocido. Provenía de la localidad de Všetaty, al norte de Praga, de una familia humilde. Los amigos decían que leía mucho, se interesaba por la lectura y la política. Siendo estudiante viajó a la Unión Soviética a unos trabajos estudiantiles voluntarios, pero la situación en ese país lo desilusionó y regresó totalmente espantado, según contaran más tarde sus amigos.

Tras la invasión de las Tropas del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia, Palach temía que se instauraran en este país las mismas condiciones de vida que en la Unión Soviética.

A Palach también le indignó la intervención de la Policía contra los participantes en una huelga estudiantil en noviembre de 1968, como recalca Kristína Vlachová, directora de cine que rodó un documental sobre él titulado ‘El legado de Jan Palach’.

“Palach insistía en que los estudiantes deberían ocupar la Radiodifusión Checa, que debería ser declarada una huelga general, anulada la censura y prohibida la revista Zprávy, que era fiel a los ocupantes soviéticos”.

”A esta intervención brutal Jan Palach reaccionó con un llamamiento escrito, dirigido al entonces líder estudiantil Luboš Holeček. Palach insistía en que los estudiantes deberían ocupar la Radiodifusión Checa, que debería ser declarada una huelga general, anulada la censura y prohibida la revista Zprávy (Noticias), una revista fiel a los ocupantes soviéticos. Palach estaba convencido de la necesidad de todo ello, pero no recibió respuesta alguna a su misiva. Y esto, al parecer fue fundamental para él, por lo que decidió cometer el acto suicida, para despertar al pueblo de este país de la letargia”.

El acto de Palach fue algo totalmente inesperado

El lugar del hecho de Jan Palach,  foto: Eva Turečková
La calle Legerova en la actualidad,  foto: Jklamo,  Wikimedia Commons,  CC BY-SA 3.0

Según los testimonios de algunas personas que estuvieron en la Plaza Venceslao cuando Palach se autoinmoló, recuerdan que el joven, ya en llamas, empezó a correr desde la fuente junto al Museo Nacional hacia la Casa de Alimentos que antes se encontraba en la esquina de enfrente. Entonces pasaban por la Plaza Venceslao tranvías, desde uno de sus extremos al otro y en la plaza había una caseta donde se sentaba el cambiavías. Estaba allí un tal señor Špirel que, cuando vio lo sucedido, salió de la caseta, corrió detrás del joven y le tiró encima su abrigo para apagar las llamas.

Alguien llamó a los primeros auxilios y a Palach lo llevaron al hospital de la cercana plaza Karlovo náměstí. Sin embargo, aunque estaba en estado grave, no lo aceptaron allí, diciendo que no tenían lugar. Entonces lo llevaron a la Clínica de Quemaduras, en la calle Legerova, cerca del centro de Praga.

Palach siguió fiel a sus ideales hasta sus últimos momentos

Kristina Vlachová,  foto: archivo de Radio Praga

Según sostuvo la cineasta Kristina Vlachová, basándose en informaciones reunidas para su documental, en la Clínica cuidaban de Palach muchos especialistas en quemaduras, pero también fueron enviadas allí dos psiquiatras. Una de ellas, Zdeňka Kmuníčková, grabó con el estudiante una última entrevista, preguntándole sobre los motivos que le llevaron a la autoinmolación. Las palabras de Jan Palach de ese entonces, testimonian el gran dolor que sufría a raíz de las quemaduras, pero también que hasta los últimos momentos seguía fiel a sus ideales.

”Quise expresar mi desacuerdo con lo que ocurre aquí y despertar a las personas, abrirles los ojos, sí. Lo hablé con un grupo de amigos, así fue, sí”.

Como dijera hace algún tiempo a la Radiodifusión Checa el escritor Pavel Kosatík, el motivo de la autoinmolación de Palach fue realmente despertar a la población de la letargia que los dejó paralizados después de la invasión de agosto del 68.

Estando ya en el hospital, Palach explicó su acto suicida: ”Quise expresar mi desacuerdo con lo que ocurre aquí y despertar a las personas, abrirles los ojos, sí”.

”Fue una reacción al marasmo moral por el que atravesaba la sociedad checa. La protesta de Palach no tenía tanto que ver con los soldados soviéticos y otras tropas de ocupación, sino que trató de excitar con su acto a los demás, transmitirles un mensaje. Estaba preocupado por cómo la gente se conformaba con la situación vigente y con el inicio de la llamada normalización”.

Entretanto la Radiodifusión Checoslovaca informaba que el estado de salud del estudiante Palach seguía crítico.

Pavel Kosatík,  foto: Jana Přinosilová,  ČRo

”El estado de salud del estudiante Jan Palach sigue siendo muy grave. Según informaciones del doctor Radko Brabec, de la sección de quemaduras de la Clínica de Cirugía Plástica de Praga, era casi impensable que sobreviva a sus heridas”.

En Checoslovaquia, mientras tanto, las autoridades trataron de silenciar lo ocurrido y querían que se olvidara a Palach. Y fueron nuevamente los círculos universitarios quienes expresaron en público su respaldo a los ideales de Palach, según recuerda Kristína Vlachová, quien era estudiante de la Escuela de Cine, en Praga.

”Entonces el invierno fue extremadamente frío. Las heladas eran terribles, de lo que nadie habla cuando recuerda aquellos tiempos y el acto de Palach, pero el estado del tiempo era insoportable. A pesar de ello nos dirigíamos todos los días a la Plaza Venceslao, allí unos estudiantes se declararon en huelga de hambre. Junto al Museo Nacional levantaron unas tiendas de campaña y a pesar del frío pasaban allí también las noches. Ese período fue muy difícil para todos”.

Políticos y artistas pedían que nadie siguiera el ejemplo de Palach

Ludvík Svoboda | Foto: APF Český rozhlas

Jan Palach sobrevivió tres días a sus quemaduras que afectaban a más del 85% de su cuerpo. Falleció en el hospital el 19 de enero de 1969. La noticia sobre su muerte dio la vuelta al mundo, conmoviendo a millones de personas.

Después de la muerte de Palach corrían rumores en la sociedad checoslovaca de que otras personas podrían seguir el ejemplo de ese estudiante y quemarse a lo bonzo. Más cuando en una carta que Palach había dejado al pie del Museo Nacional antes de prenderse fuego escribió que él era la antorcha humana número uno.

”Se conocen muy bien los motivos de la autoinmolación de otro estudiante, Jan Zajíc, quien en una carta de despedida escribió que seguía el ejemplo de Jan Palach, pero su acto pasó casi inadvertido, ya que la normalización impulsada por el régimen ya había avanzado”.

Profesores universitarios, políticos y artistas pedían entonces a los jóvenes que desistieran de algo semejante a lo que había hecho Jan Palach. Un llamamiento dirigió a los jóvenes el entonces presidente checoslovaco, el general de Ejército, Ludvík Svoboda.

”En nombre de vuestros padres, en nombre del pueblo de nuestro país y en el mío también, así como en nombre del humanismo al que nos hemos comprometido todos les pido: ¡Pongan fin a estos horribles actos!”

Unas emotivas palabras dirigió a los jóvenes checos el poeta, Jaroslav Seifert, quien más tarde obtendría el Premio Nobel de Literatura.

”A ustedes, muchachos, que llegaron a la decisión de morir. Tienen derecho a hacer con sus vidas lo que quieran. Pero si no desean que nos sacrifiquemos todos, no se sacrifiquen ustedes”.

El funeral de Palach

A la tensa situación dentro de la sociedad checa reaccionó también el dramaturgo Václav Havel, quien años más tarde sería el primer presidente de la Checoslovaquia que emprendió el camino hacia la democracia. Havel planteó algunas demandas que dirigió a representantes de entonces del Partido Comunista y del Estado.

“Señor Bilak, señor Indra, señor Kolder, señor Nový y todos los demás. Entiendan que sus posturas y opiniones le son totalmente ajenas a la mayoría del pueblo. Entiéndanlo y renuncien de forma voluntaria a sus cargos políticos. Quizás precisamente ustedes tienen ahora la posibilidad de prevenir otras tragedias. A lo mejor sus hijos estudian. A lo mejor están entre los que han sido sorteados, a lo mejor les toca ahora precisamente a ellos”.

Miles de personas acompañaron el féretro de Palach al cementerio, acogiendo su legado

El legado de Palach es que nadie debería vacilar en oponerse al mal según su disposición y posibilidades.

El funeral de Palach fue una manifestación ciudadana a favor de los ideales democráticos y de la libertad que el joven estudiante había defendido. Decenas de miles de ciudadanos participaron en el desfile funerario a través de Praga. Por su parte, el régimen comunista aseveró más todavía las medidas represivas contra sus adversarios que formaban parte del llamado período de normalización.

El ejemplo de la autoinmolación de Jan Palach a manera de protesta contra la situación en el país la siguieron otros. Los historiadores indican que entre enero y abril de 1969 fueron registrados 29 intentos de suicidio, siete de los cuales terminaron con la muerte de la persona. Sin embargo, no todas esas personas lo hicieron por motivos políticos, como recordara la cineasta Kristína Vlachová.

Jan Zajíc | Foto: Archiv bezpečnostních složek

”Se conocen muy bien los motivos de la autoinmolación de otro estudiante, Jan Zajíc, quien en una carta de despedida escribió que seguía el ejemplo de Jan Palach y quien se quemó a lo bonzo también en la Plaza Venceslao en Praga, pero en otro lugar, el 25 de febrero de 1969. Pero su acto pasó casi inadvertido, ya que la normalización impulsada por el régimen ya había avanzado. Mientras que Jan Palach fue calificado de héroe y a su sepelio asistió incluso el presidente de la República, en el caso de Jan Zajíc no hubo nada de eso. Su cuerpo tuvo que ser trasladado a Moravia del Norte, de dónde provenía, y se trató de silenciar todo. Eso fue lo peor. Fue un duro golpe para toda la nación, pero sobre todo para el estudiantado”.

Pasaron 50 años de la muerte del estudiante de filosofía Jan Palach, y de otros jóvenes checos que pronto le siguieron para expresar su desacuerdo con la situación política en el país y con la pasividad de la nación frente a la invasión soviética y la posterior ‘normalización’. La situación ha cambiado totalmente desde aquel entonces.

La República Checa es un país libre y democrático que no se olvida de sus héroes que deseaban abrir el camino hacia este futuro, como Jan Palach y sus compañeros. El legado de este estudiante, con la actitud de que nadie debería vacilar en oponerse al mal según su disposición y posibilidades, nunca será olvidado.