Praga conmemora a seis republicanos españoles asesinados en el campo nazi de Hradištko
Un acto de conmemoración en el cementerio de Strašnice recuerda la muerte de seis ciudadanos españoles que fueron asesinados por los nazis cerca de Praga. Su memoria ha quedado intacta gracias a la valentía del encargado del crematorio František Suchý, que conservó sus cenizas durante años.
Rafael Moyà, Enric Moner, Ángel Lekuona, Antonio Medina, Pedro Raga y Vicente Vila-Cuenca son los nombres de los ciudadanos españoles que fueron ametrallados el mismo día en la carretera de Třebšín, cerca del campo de concentración nazi donde habían sido deportados. Hradištko, a veinte kilómetros de Praga, fue un destino común para muchos prisioneros republicanos que fueron capturados en París por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. En 1945, pocas semanas antes del fin del conflicto, 150 personas fueron asesinadas por las SS.
Ahora, en Praga se ha organizado un acto de conmemoración en el cementerio de Strašnice, donde fueron incinerados, con la participación del Ayuntamiento de la ciudad, las embajadas española y francesa, y distintos representantes autonómicos de España para la memoria histórica.
Las historias de estos seis españoles ha podido ser preservada gracias al coraje del encargado del crematorio durante esos años, František Suchý, que junto a su hijo –del mismo nombre- se jugaron la vida apartando y etiquetando las cenizas de los prisioneros republicanos.
Los Suchý, en abril del 45, presenciaron como delante de una inminente derrota de las SS, los oficiales mataban con más intensidad que nunca a los prisioneros de los campos de concentración. Ante tal tragedia, y desobedeciendo a los nazis, realizaron una copia de los historiales, y guardaron por separado, en urnas individuales y numeradas, los restos de los asesinados. Con la intención de preservar su memoria, tomaron nota de su identidad, del número de deportado y de su fecha de nacimiento y cremación, y los ocultaron en el cementerio praguense.
Tal como explica la viuda de František Suchý hijo, Eva Suchá, a Radio Praga Internacional, su marido y su suegro estuvieron en una situación muy complicada. Estaban haciendo algo ilegal que podría haber tenido consecuencias trágicas para la familia.
“Los llevaban al crematorio. La Gestapo traía cajas de prisioneros muertos. Entonces, mi suegro llamaba a su hijo František, mi marido, y escribían la lista con la información de los ejecutados. Había una orden de que los cadáveres podían ser quemados aquí solo si venían con algún documento de identidad. Y, por supuesto, la Gestapo se aseguró de que nadie pudiese acceder a ellos. Pero mi esposo lo logró. Por lo que hizo corría el riesgo de ser condenado a muerte”.
Pero al final todo salió bien. Tanto el matrimonio como su hijo, el marido fallecido de Eva Suchá, sobrevivieron a la guerra. No obstante, después de esta actividad heroica, sus vidas tuvieron un destino complicado. Con el cambio de régimen del 48, František Suchý hijo fue condenado a 25 años de cárcel porque se había unido nuevamente a la resistencia. Sus padres también estuvieron en prisión y perdieron todos sus bienes.
La labor de Suchý padre e hijo permitió que, una vez terminada la guerra, Francia se interesase por las víctimas y consiguiese repatriar los restos de los franceses buscados por familiares. Los españoles, al no ser reclamados debido a la dictadura franquista, fueron enterrados en Strašnice.
La reparación de los familiares, una deuda pendiente
Esta historia y la memoria de los seis republicanos españoles se ha hecho pública gracias a la tarea de un grupo de trabajo formado por profesores y familiares de las víctimas. Su intención ha sido la de recordar, esclarecer y contribuir a la memoria histórica de España.
Los participantes de esta iniciativa, que surgió como una actividad independiente, se han centrado en recopilar información de archivos alemanes y franceses, principalmente. Su búsqueda ha sido transversal, y han ido reuniendo pruebas y testimonios que les han ayudado a esclarecer unos hechos que pasaron casi 80 años atrás hasta llegar al cementerio de Strašnice.
Su tarea más ardua ha sido la de localizar a las familias. Por ejemplo, se encontraron muchos obstáculos para encontrar a parientes de Pedro Raga, y no han encontrado a nadie relacionado con Vicente Vila-Cuenca, por el momento.
Los seis republicanos enterrados en Strašnice siguieron el mismo camino desde París al campo nazi de Hradištko, donde llegaron exactamente el mismo día. Este sitio fue un subcampo del campo de concentración alemán de Flossenbürg.
La primera pista que siguió Antón Gandarias, investigador del grupo de trabajo y sobrino de Ángel Lekuona, para recrear esta travesía fue una carta que su madre tenía guardada en la mesilla de noche. Tal como explica a Radio Praga Internacional, este documento contenía información del destino de su tío, uno de los republicanos enterrados en Strašnice.
“Mi madre había guardado una carta que recibieron mis abuelos en julio del 45, que relataba la historia de mi tío. Una carta manuscrita de un señor que era de Urruña, que se llamaba Gregorio Uranga. Cuando salió vivo, volvió a su hogar y mandó una carta a la familia de Ángel Lekuona. Y mi madre la tuvo guardada durante muchos años. Durante el franquismo la tuvo guardada entre misales, en su mesilla”.
En el acto de conmemoración se reunieron las familias de cuatro de los republicanos enterrados en Praga. Aparte de los Lekuona, también pudieron asistir los familiares de Antonio Medina. Su nieto, Francisco Medina, ha estado buscando información desde hace años, ya que según explica, es una historia que ha marcado a toda su familia.
Él pudo emular toda la ruta que hizo su abuelo, y rehizo el camino que anduvieron los republicanos de Cataluña a Francia para huir de las tropas franquistas cuando estas entraron en Barcelona. Todo ello, con la intención de sentirse más cerca de Antonio.
La necesidad de reparar el daño que el fascismo hizo a su familia y a muchas otras ha sido su razón para llegar a Strašnice, tal como ha contado a Radio Praga Internacional.
“Mi padre fue una persona que vivió como una tragedia la desaparición de su padre. Él tenía como 12 o 13 años. Sufrieron la posguerra en época franquista con la triste medalla de tener un padre rojo desaparecido. [Antonio] había luchado contra los nazis, los fascistas… Estaban muy traumatizados. Yo me he movido en un ambiente de frustración, de desconocimiento, no podíamos cerrar esa página. Dónde estará nuestro abuelo, qué crimen habrá cometido…”.
Esta sensación de falta, de duelo, ha terminado de alguna manera en Praga, según explica Medina. La conmemoración y el viaje a la capital checa ha servido para cerrar una etapa familiar complicada.
El trauma que generó la falta de memoria histórica en España ha llevado a muchas familias a buscar por su cuenta, por iniciativa propia, indicios de la vida y muerte de abuelos, maridos, tíos o padres. Por eso, tal como explica Medina, este acto oficial, el poder conocer a la viuda del hombre que conservó las cenizas de su abuelo, el estar en el mismo sitio que los familiares de otras víctimas, le ha ayudado a cerrar un círculo.
“Poder estar junto a sus cenizas ha cerrado esa puerta. Lo vivo con una mezcla de emoción y de tensión, porque de alguna manera es un momento vital, muy importante, que cerraba un círculo. Ahora se ha normalizado todo. Ahora, Praga será un destino distinto. Ya era una ciudad muy bonita y ahora será una ciudad muy bonita donde mi abuelo tuvo una parte de su vida y su muerte, y donde descansa en paz”.
El memorial de las víctimas de Hradištko se encuentra delante del crematorio del cementerio praguense de Strašnice. Está presidido por una estatua de una mujer, que reposa sobre una lámina de mármol con los nombres de los asesinados por el régimen nazi que están enterrados allí.