Hace 100 años, Jaroslav Heyrovský revolucionó el mundo de la ciencia
El Premio Nobel de Química, Jaroslav Heyrovský, descubrió hace un siglo un método que permite analizar la cantidad de sustancias contenidas en una solución líquida. Con el invento de la polarografía, facilitó el trabajo en numerosas disciplinas, incluida la medicina.
El químico checo Jaroslav Heyrovský revolucionó el mundo de la ciencia con un experimento que realizó en la tarde del 10 de febrero de 1922. Es cuando fue anotada por primera vez en uno de los laboratorios de la Universidad Carolina de Praga una curva de polarización con un electrodo de gota colgante de mercurio.
“Mi vida está estrechamente vinculada a la polarografía. Surgió en 1922 cuando fue publicado mi tratado sobre como la corriente eléctrica atraviesa un electrodo de gota colgante de mercurio”.
Con el descubrimiento de la polarografía, que permite establecer la cantidad y la concentración de las sustancias contenidas en una solución química líquida, Heyrovský dio paso a un sinnúmero de inventos y dispositivos más.
Según cuenta el propio Heyrovský en una grabación histórica, se trató de un momento clave en su vida.
“Mi vida está estrechamente vinculada a la polarografía. Surgió en 1922 cuando fue publicado mi tratado sobre como la corriente eléctrica atraviesa un electrodo de gota colgante de mercurio”.
Dos años más tarde, en colaboración con el químico japonés Masuzo Shikata, Heyrovský construyó el primer polarógrafo. Es decir un dispositivo capaz de registrar los resultados del proceso de manera automática y muy detallada, según describió.
“Este método polarográfico se puede utilizar para un análisis rápido, preciso y sensitivo de una solución. El método detecta trazas de sustancias presentes en la solución en una dilución de uno en un millón. Por ejemplo, una diezmillonésima parte de un gramo de plomo en una gota de sangre”.
La polarografía se empezó a utilizar en diferentes áreas de la actividad humana gracias a su capacidad de analizar el contenido de diferentes materias o productos. Encontró uso en los más distintos sectores, desde la medicina hasta la industria alimentaria.
El descubrimiento terminó ganándole a Jaroslav Heyrovský el Premio Nobel de Química en 1959. Durante la ceremonia de entrega del galardón en Estocolmo, el profesor sueco Arne Ölander destacó en su discurso la excepcionalidad del trabajo de Heyrovský. Y lo hizo en la lengua materna del laureado, tal y como es tradición.
“Profesor Heyrovský, usted es el creador de uno de los métodos de análisis químicos más importantes de la actualidad. Su dispositivo es extraordinariamente simple. Ha demostrado que es posible aprovecharlo para los más diversos propósitos”.
Heyrovský influyó en generaciones enteras de científicos en todo el mundo. Los que trabajaron personalmente con él apreciaban no solo sus capacidades expertas, sino también su bondad. Entre ellos Lubomír Pospíšil, de 81 años, quien coincidió con el famoso químico en los laboratorios en 1963 y hasta la fecha se dedica activamente a la ciencia.
“El legado que tengo del profesor Heyrovský, que me ha impactado mucho, es el espíritu del laboratorio y el ambiente amigable que dominaba en él. Siempre digo cual jefe tales alumnos. El profesor Heyrovský dejó colgar en cada laboratorio un cartel con una cita de Faraday que decía: Trabaja, completa y publica”.
Hoy en día, el nombre de Jaroslav Heyrovský lo lleva el Instituto de Química Física de la Academia de Ciencias Checa y su descubrimiento se ha convertido en la base del trabajo de expertos de todo el planeta. Aunque en muchos casos, el origen del método ya ha caído en el olvido, según cuenta el jefe de la Sociedad Química Checa y electroquímico del instituto, Tomáš Navrátil.
“En el mundo, incluidos los Estados Unidos, hay numerosas instituciones que usan esta técnica, conscientes de que se trata de la polarografía, o aprovechan sus fundamentos, pero ya ni saben que se trata de bases que sentó el profesor Heyrovský. Aunque no siempre sepamos que estamos partiendo del método, la verdad es que influyó en numerosas disciplinas".
Los dispositivos modernos son capaces de analizar en detalle el efecto de los medicamentos sobre el cuerpo, diferentes daños al ADN y mucho más.
El descubrimiento de la polarografía, del que, en este mes de febrero, se cumplen cien años, se ha convertido también en la base de los glucómetros modernos o de las sondas que controlan la proporción de la gasolina y el aire en los motores.
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