Independizarse es más difícil para los niños que crecen en centros de acogida
Alrededor de 900 jóvenes cada año dejan atrás los centros de acogida de menores y otras instituciones similares para iniciar una vida adulta independiente. La ONG Yourchance les ayuda a superar los obstáculos que supone esta transición.
Encontrar un trabajo, una vivienda, entender cómo gestionar el dinero o cómo cuidar bebés. Esos son algunos de los temas en los que se enfocan los mentores de la organización Yourchance que ayudan a jóvenes que salen de centros de acogida, establecimientos similares o familias de acogida.
De acuerdo con la fundadora de la ONG, Gabriela Štiková, las necesidades de los niños y adolescentes son individuales. Mientras que algunos buscan ayuda práctica, otros necesitan apoyo para descubrir qué dirección quieren tomar en su vida y cuáles son los valores que consideran importantes.
Para este fin, la organización ha lanzado el proyecto “Empieza bien” para todos los mayores de 15 años. Tras pasar por una serie de actividades educativas, los jóvenes reciben a un mentor a los 17 años, que les dedica su tiempo durante un año para empezar. Si hay interés o necesidad de continuar, la relación puede seguir hasta los 26 años de los jóvenes, con el objetivo, de acuerdo con Štiková, de que los jóvenes sean completamente independientes.
Štiková destaca que el prerrequisito más importante para iniciar una vida adulta con éxito es tener la ambición de salir adelante.
“Hace falta que los jóvenes sean algo intrépidos y tengan también algo de voluntad de vivir una vida diferente a la de sus padres. A veces hablamos también de que no pueden culparse a sí mismos de haber terminado en un centro de acogida. En otros casos tratamos temas vinculados al hecho de que no es responsabilidad de los jóvenes rescatar a sus padres biológicos”.
De acuerdo con Štiková, en un 95 % de los casos, los jóvenes cuentan con una familia biológica que, no obstante, no suele funcionar muy bien, por lo que los adolescentes necesitan a alguien que les guíe en los primeros pasos de la vida adulta. No obstante, en otros aspectos, Štiková considera que los jóvenes que salen de los centros de acogida o instituciones similares son como todos los demás.
“Tienen sus sueños y sus ideales. Pero también algunas heridas que ocasionan que actúen de manera diferente en ciertas situaciones. En algunos ámbitos tienen cierta desventaja, por ejemplo, a la hora de crear relaciones interpersonales. En otros casos es al revés, en comparación con otras personas de la misma edad, por ejemplo, en cuanto a empatía o la capacidad de ayudar”.
Štiková afirma que los jóvenes con los que trabaja también están más acostumbrados a tomar decisiones porque tuvieron que hacerlo en el pasado. Cita el ejemplo de varios menores en el programa que se dirigieron a una oficina del Departamento de Protección Social y Legal de los Niños (OSPOD) donde informaron a las autoridades que ya no querían estar en su hogar, que no estaban bien allí.
Las experiencias por las que pasan los participantes del proyecto no son siempre fáciles de sobrellevar, en muchas ocasiones incluyen alcoholismo o maltrato en la familia. Los mentores, elegidos a través de un riguroso proceso de admisión, tienen que tenerlas en cuenta. Tras incorporarse en el equipo pasan por un proceso de capacitación sobre los aspectos específicos de trabajar con este grupo de jóvenes. Además, pueden acudir a citas de consulta y su trabajo es monitoreado regularmente.
Gabriela Štiková cuenta, no obstante, que la manera de abordar los potenciales traumas o dificultades de los menores difiere de tutor en tutor.
“Si el mentor quiere adentrarse en la historia personal de su alumno, y cuánto está dispuesto a hacerlo, es decisión suya en gran medida. Hay mentores abiertos a escuchar las vivencias de los niños y eso está bien. Otros dicen que prefieren trabajar con la persona tal y como la conocen en el presente y no necesitan saber detalles de su pasado”.
La situación cambia cuando ciertos modelos de comportamiento se repiten y hace falta resolverlos o buscar sus causas en el pasado de los jóvenes. En caso de traumas serios, los mentores pueden recomendar a sus alumnos que acudan a terapias, que también se ofrecen dentro del programa.
Compensar la falta de amor
Un gran porcentaje de los jóvenes que dejan atrás los centros de acogida se apresuran en formar nuevas relaciones con el fin de compensar la falta de amor que sufrieron durante los años anteriores. Gabriela Štiková explica que, a pesar de lo mucho que se han transformado los centros de acogida en Chequia en los últimos treinta años, siguen sin ser capaces de sustituir plenamente el entorno familiar.
Uno de los efectos es que muchos jóvenes deciden tener hijos apenas salir de los establecimientos, situación que en algunos casos termina bien y en otros menos, de acuerdo con la fundadora, quien, no obstante, observa una mejora.
Una tendencia positiva la revela también un estudio en curso, realizado por la Universidad Técnica de Praga (ČVUT), que analiza los factores que contribuyen a que los niños que crecen en centros de acogida logren la transición a la vida adulta de manera exitosa. De acuerdo con Štiková, los resultados preliminares sugieren una notable diferencia entre los jóvenes que salieron de los establecimientos hace más de diez años y los que egresan ahora.
Los centros de acogida actuales ya no son aquellos antiguos orfanatos, enormes casas con niños vestidos todos con los mismos camisones, cuenta Štiková.
“Hoy tenemos lo que se llama grupos familiares. Se componen de seis a ocho niños acompañados de un “tío” o una “tía”, sus supervisores. Juntos viven en pequeños apartamentos dentro de un gran edificio. Los grupos son mixtos en cuanto a la edad y el sexo de los niños. En el piso tienen una sala de estar, una cocina y un baño. Juntos cocinan, hacen la tarea o salen a pasear. Y se visten como ellos quieren”.
El estudio revela que el modelo actual fomenta el desarrollo de competencias sociales y que los niños que salen de los centros de acogida cuentan con un nivel comparable al de los demás jóvenes de su edad.
Aun así, este particular grupo de jóvenes requiere de cierto apoyo para superar los obstáculos mencionados. Gabriela Štiková y su compañera Jana Meruňková, que hace 12 años fundaron la organización Yourchance, piensan continuar en su labor y tienen en mente otro proyecto.
Además de compartir su experiencia en el extranjero, actividad a la que ya se dedican, quieren divulgar sus experiencias y buenas prácticas en Chequia, para facilitar la labor de otras organizaciones e instituciones que deseen dedicarse al mismo tema.