Los guardias de los parques nacionales no pueden con las multitudes de turistas indisciplinados
Los parques nacionales se inundan de turistas y con su número aumentan también las infracciones. Al tener que vigilar hasta 6 500 hectáreas cada uno, el trabajo de los guardias se vuelve cada vez más complicado.
Por segundo año consecutivo, numerosos checos han decidido pasar sus vacaciones de verano dentro de las fronteras nacionales. Atraídos por la belleza del paisaje y las vistas, muchos emprenden caminatas por las montañas.
No obstante, con el número de visitantes crece también el número de transgresiones. Son cada vez más los que se salen de las rutas establecidas, tiran basura o deciden encender fogatas donde no se debe, y el impacto que suponen sus visitas para los ecosistemas se vuelve más y más palpable.
Algunos de los sitios más concurridos son los parques nacionales, que son cuatro en Chequia: Los Montes de los Gigantes (o Krkonoše), Šumava, Podyjí y la Suiza Bohemia. Por ejemplo, al pico más alto de Chequia, Sněžka, suben cada día hasta 13 000 personas.
No obstante, según explicó el portavoz de la Administración del Parque Nacional de los Montes de los Gigantes (KRNAP), Radek Drahný, para la Televisión Checa, las multitudes no serían tan preocupantes si supieran respetar el medio ambiente.
“El número de turistas en sí no es el problema. El problema es el número de visitantes indisciplinados que no respetan las reglas”.
Los guardias de los parques naturales no son suficientes como para supervisar de manera eficiente el comportamiento de todos. En muchas ocasiones tienen que confiar en que los turistas respetarán las redes instaladas y los letreros de información y no pasarán por zonas prohibidas o protegidas. Y aunque en muchos casos no es así, los guardias no tienen otra opción que concentrarse en los sitios por donde pasan las mayores multitudes.
El número de guardias por parque natural lo establece el Ministerio del Medio Ambiente y las cifras prácticamente no han cambiado en los últimos diez años. Šumava, el parque nacional más extenso de Chequia, cuenta con 25, los Montes de los Gigantes con 19, la Suiza Bohemia con seis y Podyjí con cinco. Esto quiere decir que a un guardia le toca proteger y supervisar entre 2 500 y 6 500 hectáreas de monte, bosque y prado. Las administraciones coinciden en que lo ideal sería que fueran mil, pero lo que falta son recursos.
No obstante, de acuerdo con el ministro del Medio Ambiente, Richard Brabec, su cartera ha tomado medidas alternativas y no prevé cambios en este aspecto.
“No suponemos que el número de puestos se incremente, también porque es imposible de imponer. Además, hemos modificado la legislación, que ahora otorga mayores competencias a los guardias. Y, finalmente, y en este punto es en el que más confianza tengo, estamos realizando amplias campañas para cambiar el comportamiento de los que visitan los parques nacionales. Porque no es posible tener a un guardia detrás de cada árbol para que vigile a las personas irresponsables”.
Ante la falta de guardias, los parques y otras zonas protegidas han movilizado a voluntarios. Estos cuentan con la misma autoridad que los guardias profesionales, aunque no de manera automática. Para poder solicitar documentos de identidad a los visitantes, multarlos o acceder a propiedad ajena, deben trabajar primero 200 horas al lado un guardia profesional y después aprobar un examen.
A pesar de ser un trabajo no remunerado, no faltan los que deciden dedicar su tiempo libre a la protección de la naturaleza. El área de paisaje protegido de Jeseníky, en el noreste de Chequia, acoge a miles de turistas. Solo el pico más alto, Praděd, lo escalan alrededor de 3 000 personas cada día. Con la labor que esto supone, los voluntarios se han vuelto imprescindibles.
La protección del paisaje depende de ellos y también de otros trabajadores de la administración del área, que adoptan las tareas de guardia en adición a otras, según explica Pavel Jurka, encargado principalmente de supervisar el tránsito de coches, cuidar la naturaleza e informar a turistas.
“Los trabajadores, además de sus actividades habituales como el monitoreo de especies protegidas, labores botánicas, zoológicas o vinculadas al bosque, se dedican también a tareas de vigilancia. Y contamos asimismo con una veintena de guardias voluntarios”.
La labor de los protectores del paisaje checo no la complican solo las multitudes irresponsables, sino también diferentes fenómenos climáticos como los fuertes vientos, las tormentas y lluvias que han arrasado Chequia en las últimas semanas. Por lo que, además de reprender a los turistas y recordarles que las envolturas de las galletas pertenecen en el los botes de basura o en sus bolsillos, les toca asimismo limpiar los caminos de ramas y árboles caídos para que todos puedan disfrutar de manera segura el encanto de las montañas checas.